Mientras menos me gustas (mÁs Te Quiero)

VEINTE

Miré nerviosamente en todas direcciones, sin ver a nadie realmente debido al nerviosismo. Entonces una voz habló.

—¿No es la anciana? Maldición.

Miré hacia el hombre que había hablado, sin reconocerlo como personaje del programa, supuse que debía formar parte del equipo de filmación. Las risas se desencadenaron con su comentario, aliviándome y horrorizándome a partes iguales, ¿por qué todo el mundo seguía creyendo que era una anciana? Tendría que hablar seriamente con Ron sobre esto cuando volviera a casa, deberíamos revisar minuciosamente mi página web después de esto.

—Lamento decepcionar a…bueno la mayoría —dije, ganando otras risitas burlonas —espero que los ganadores de esa apuesta se acerquen a brindar conmigo esta noche. Y quiero agradecer la oportunidad de formar parte de increíble programa. Soy una gran fan, por si todavía no había quedado claro —dije burlonamente —, y admiro muchísimo el trabajo de todos. Espero llevarme lo mejor de estos días trabajando con ustedes.

Hubo aplausos y vítores. Entonces todos estaban de nuevo en lo suyo y la atención al fin se apartaba de mí. Respiré.

—Iré por algo para beber —le dije a Helga, que ya se acomodaba en uno de los asientos en la mesa de Celine —¿quieres algo?

—Un cálido irlandés.

La ignoré mientras me quitaba su gabardina y la bufanda, dejándolas en el asiento a su lado.

—Te traeré un refresco.

Hizo un mohín.

—Al menos una cerveza.

Suspiré, sabiendo que no tenía sentido pelear con ella; encontraría la forma de conseguir lo que quería.

—Nos traeré dos copas de vino.

Esta vez no esperé por su respuesta mientras me dirigía a la barra, donde una chica con una peluca platinada y un sujeto con el rostro tatuado hacían de camareros esta noche. Le pedí nuestras bebidas al chico, asintiendo cuando preguntó si podría esperar un momento mientras traían más vino de la cabaña de almacenamiento.

Me apoyé en la barra de madera, observando a las personas alrededor. Reconocí varios rostros del show, haciendo un recordatorio en mi mente de pedir autógrafos antes de irme. Vi a Florence en una de las mesas cercanas, planeaba ir a saludar cuando ella y su acompañante compartieron una íntima sonrisa y se pusieron de pie al mismo tiempo, ambos dirigiéndose a lo que supuse era el baño del lugar. Desvié la mirada rápidamente.

—Digo que fueron bastante sutiles.

No otra vez.

Miré a mi costado, encontrándome cara a cara con Callan McEnroe. Su cabello lucía despeinado, tirando a todas direcciones, viéndose entre un castaño muy oscuro y un moreno claro bajo las cálidas luces. Me sorprendía lo oscuras que eran sus cejas y pestañas, custodiando esos pozos verdes salvaje. Su belleza era cruda, dura. Una belleza que te oprimía el pecho con cada inhalación en su presencia. También llevaba una térmica negra y simples vaqueros, pero en él se veían…

¿Qué estaba haciendo?

Me horroricé al comprender que estaba comiéndome con los ojos a Callan McEnroe. Él por su parte me devolvía la mirada sonriendo. Totalmente sabía que me había quedado en silencio admirando su estúpida y perfecta imagen, y estaba muy bien con ello. Estaba regocijándose en mi estupidez.

—Creo que lo fueron —carraspeé recordando sus palabras anteriores —. Sutiles.

Gracias a Dios, Callan eligió no mencionar mi desliz y simplemente siguió la conversación. Una jarra de cerveza se hallaba junto al codo que descansaba en la barra y la tomó para beber un trago mientras su mirada recorría el resto del lugar.

—Te ves encantadora, por cierto.

Lo dijo tan bajo que por un segundo creí habérmelo imaginado, pero entonces esos ojos verdes intensos estaban sobre mí y supe que lo había oído bien. ¿Encantadora? ¿Quién decía encantadora en estos días? Y aún mejor, ¿era encantadora lo que había estado buscando mientras me alistaba? Estaba segura que encantadora y sensual e intrigante distaban de ser sinónimos.

—Gracias —dije sin mucha convicción —y también gracias por la ayuda, más temprano. Otra vez. Por cierto, devolví tus cosas a Dixon.

Callan abrió la boca, listo para otra de sus respuestas inteligentes, pero otra voz lo interrumpió.

—¿Por qué siempre acaparas la atención de las mujeres más hermosas, amigo?

Ambos observamos a Finn Hollande mientras se unía a nosotros, una sonrisa seductora saludándonos.

No.

Una sonrisa seductora e interesada en mí dirección.




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