Sus ojos se abrieron de repente, ya había amanecido, las demás aún seguían domidas y bien acurrucadas con las cobijas. Tomó su celular que estaba bajo la cama y vio la hora, 7:15am, ¿qué coño hacía despierta a esa hora?. Se habían dormido cerca de las cinco, tal vez fue el trauma de que la primera que se durmiera, o la última que se despertada, recibiría una broma por parte de las demás y por eso se despertó, y fue la última que se durmió. Solo quedó ahí acostada, ¿qué podía hacer si todas estaban dormidas?, podría intentar dormir de nuevo, pero no quería despertar con un bigote y una uniceja en la cara o cualquier cosa que se les ocurriera hacer para la broma.
Un celular empezó a sonar, eso despertó a Mariale y a Mariana, ella se me hizo la loca, el teléfono estaba al otro lado del cuarto y no era el de ella. Maria Alejandra se levantó y vio que el teléfono que sonaba era el de Camyla.
— Está sonando —le dijo al ver que Sus estaba despierta.
— Camyla —le susurró, estaba dormida junto a ella—, Camyla, te están llamando.
— Mmmm... déjalo que suene —se quejó un poco.
— ¿Y si es una emergencia? —insistió Maria Alejandra.
Finalmente Camyla se quitó la cobija de la cara y tomó el celular a regañadientes.
— ¡No me jodan! —se quejó viendo la pantalla de su celular.
— ¿Quién es? —preguntó Sus.
— ¡Es Jesús!
— Ahg —todas se quejaron.
Hay veces en que Jesús puede ser una verdadera molestia, los jóvenes normales duermen hasta tarde, y bueno, luego estaba ella la rara que se paró temprano en una pijamada en la que se durmieron tardísimo.
— Ahora estoy despierta, ¿qué hora es? —preguntó Camyla. Vio la hora en su celular—, son las 7:17am, ¡¿qué hacemos despiertas?! —se volvió a quejar.
— Ni idea —habló Maria Alejandra volviéndose a acostar, pero junto a las dos para hablar un rato.
— ¿Marcela sigue dormida? —preguntó Camyla.
Todas voltearon a ver a donde estaba, y si, seguía en el quito sueño. Todas se dieron una mirada entre sí.
— ¡Marcador, marcador! —exclamó Mariana susurrando.
La desventaja es que Marcela no tenía marcadores en su cuarto. Maria Alejandra tomó un crayon de ojos y le hizo un pene en toda la mejilla izquierda, luego otro cerca de la boca, le pintó la uni ceja, unos lentes y el bigote. Seguido Camyla le escribió en la frente "Soy puta y me alguilo, más info al priv". A la pobre de Marcela le tomaron una foto de cómo había quedado.
Las muy malas le taparon la naríz para que dejara de respirar, y a los segundos Marcela abrió los ojos asustada porque se estaba ahogando y empezó a respirar profundo.
— Ustedes son una marditas —se quejó y las demás rieron—, me estaba ahogando, ¿saben? —seguía quejándose. Las demás intentaban aguantar la risa, o disimularla, pero no podían— ¿qué les pasa? —ahora si estallaron de la risa. Se veía tan graciosa. Marcela volteó y se vio en el espejo de la peinadora de su cuarto, se puso una mano en la boca por el asombro, luego empezó a reir también—... Desgraciadas —dijo riendo.
Hay que admitirlo, si fue gracioso. Minutos después de que Marce se fuera a la lavar la cara, y de que todas pasaran al baño para lavarse los dientes, la mamá se levantó y les hizo el desayuno. Comieron mientras veían XOXO en Netflix en el cuarto, luego iban a ver "13 reazon why", pero llamaron a Camyla diciendo que debían alistarse porque venían camino a buscarla. Las chicas solo las vieron corriendo guardando sus cosas y vistiéndose. Marcela las acompañó a plata baja donde las estaban esperando, bajaron rápidamente por el ascensor y se despidieron.
— Hola, Nelson —saludaron al unisono.
— Hola, muchachas, ¿cómo la pasaron?
— Estuvo entretenido, nos hacía falta el momento de relajación luego del estrés de los últimos días de clases —habló Camyla.
Llegaron a casa de Camyla, lo que vieron las alertó un poco, entrando a la casa habían un par...
— ¿De quién son las maletas? —preguntó Camyla a Nelson, él solo suspiró y les indicó que siguieran a la cocina.
La mamá de Camyla, o sea la mamá postiza de Sus (como llamaba a toda la familia de su mejor amiga, exceptuando a Nelson), estaba en la cocina escuchando hablar a alguien, pero la voz se les hizo TAN familiar.
«¿Será que... ?».
— Camyla —exclamó el hombre.
A su amiga se le iluminaron los ojos, dejó caer el bolso al piso y corrió hacia el hombre al que le dio un fuerte abrazo.
— ¡PAPÁ! —lo abrazaba con fuerza.
El papá de Camyla había llegado, él estaba fuera del país porque había tenido una propuesta de trabajo, específicamente en Miami... que casualidad.
— ¿Cómo estás, hija?, ya eres toda una mujer, estás hermosa —le decía.
— Muy bien ahora que volviste.
Jorge tenía un año sin venir a Venezuela, por lo tanto Camyla no lo había visto, solo por video llamada y fotos.
— Pero miren nada más a la Sus —habló y ella solo le sonrió—, Hija postiza.
— Hola, papá postizo.
— ¿No me vas a saludar? —se acercó a ella y le dio un abrazo al que le correspondió— ¿vieron lo mismo que yo?, Susan James dejándose dar un abrazo. ¿Y ese milagro cuándo pasó? —bromeó y los demás rieron.
Después de que cumplieran los quince años, papá postizo se fue a Miami, y poco a poco algunos miembros de la familia paterna lo siguieron, todos buscando un mejor futuro.
— Me alegro mucho por que hayas venido —Camyla lo abrazó otra vez.
— Yo también las extrañé mucho, ya son unas mujeres, tendré que comprarme un hierro para espantar a los tipos.
— No es para tanto, papá —respondió Camyla.
— ¿Bromean?, con esos rostros tendré que ponerles guarda espaldas a las dos.
Hablaron durante un buen rato en la sala mientras tomaban chocolate caliente y galletas que había traído.
— ¿Y cómo están todos por allá? —preguntó Camyla.