El lunes por la tarde, después de salir del instituto, fui a casa a dejar mis cosas y luego Rich y yo salimos corriendo al encuentro con las chicas, iríamos a pasear un rato.
— ¿Real que nunca se han subido a una moto de agua? —preguntó Rich.
— En serio —respondió Sus.
— De por si me da miedo subirme a una de tierra —comentó Camyla.
— Ah, no, yo si me he subido a las de tierra —siguió Susan.
Paseamos un rato por el Lincoln Road, Camyla era una entusiasta de las compras, pero Susan estaba algo fastidiada, o eso intentaba disimular.
— Vamos a la zapatería que está allá —Camyla tomó del brazo a Sus y la arrastró hasta la zapatería. Pude ver la cara de súplica que puso...
— Tío, tal vez sea cosa mía, ¿pero no notáis que a Sus como que le desagrada esto? —me preguntó Rich.
— Estaba pensando lo mismo.
— ¿Una chica a la que no le gusten las compras?, eso es algo que no esperaba ver.
Alcanzamos a las chicas y entramos a la tienda, también nosotros estábamos de compras. Lo primero que visualicé fue a Camyla viendo un par de zapatillas que le gustaron, Susan por otro lado solo estaba parada junto a ella viendo a la nada. ¿En verdad no le gustaban las compras?
— Las pediré —le dijo Camyla y se fue directo con la chica que la estaba atendiendo—. Disculpe, ¿podría traerme aquellos zapatos del escaparate en talla siete?
— No sé qué es peor, que ella solo quiera ver ropa y zapatos, o que haya aprendido esa frase en inglés solo para eso —me comentó Susan.
— No estáis disfrutando esto, ¿verdad?
— ¿Nunca te dije que detesto ir de compras?
Eso había confirmado, una chica a la que no le gustan las compras.
— Lo siento, yo te hice venir.
— No te preocupes, no es algo que no haga allá, también me arrastran a ver ropa —bromeo.
— ¿Quieres que nos adelantemos?, así te saco de aquí —propuse.
— ¿Pero ustedes no iban a comprar también?
— Es que no quiero que estéis aburrida.
— Ustedes compren tranquilos, no me molesta esperarlos.
— ¿Segura?
— Segura.
— La razón por la que estamos aquí es porque en unas tres semanas Rich y yo nos graduaremos de bachillerato, y estamos buscando los trajes. Usualmente en U.S.A. se gradúan siendo mayores de edad, pero en el caso de Rich y yo, tenemos un año adelantado —conté.
— ¿Qué año se saltaron? —preguntó.
— Segundo de pre-escolar —comenté a lo que ella rio un poco.
— Vaya salto.
— Algo es algo —le seguí y ambos reímos.
Unos minutos después de que Camyla se comprara su par de zapatillas, nos fuimos a otra tienda para buscar los trajes que usaríamos.
— Entonces se gradúan en tres semanas —dijo Camyla.
— Y queremos que vosotras dos vayáis —invitó Rich.
— ¡Ay!, no —murmuró Sus.
— ¡Susan! —chilló Camyla emocionada.
— No me digas, ¿tenemos que ir a comprar vestidos?
— ¡Si! —se emocionó y le fue a tomar el brazo para arrastrarla hacia algún lugar, pero Sus la paró.
— Primero hay que ayudarlos a ellos con sus trajes, tenemos tres semanas para buscar vestidos —la calmó.
— Verdad, vamos por esos trajes, quiero que se vean bien buenos ese día —dijo y empezó a ayudar a seleccionar trajes.
Las siguientes horas fueron entrando y saliendo de los probadores, las chicas nos dieron su punto de vista de cada traje, tuvimos que aguantar algunos comentarios algo hirientes de nuestras opciones.
— Con ese te ves como malandro —dijo Camyla.
— ¿Qué es eso? —preguntó Rich.
— Un delincuente —completó Susan. Se notaba tan desinteresada...
— No te queda —me dijo Camyla.
— No creo que esté tan mal.
— Si tú lo dices... —me dijo sarcásticamente.
— Mejor busquen algo más clásico y sencillo, creo que se verá mejor que esos estampados... —sugirió Sus.
Esa fue nuestra tarde. Al final le hicimos caso y buscamos algo más sencillo; yo me decidí por uno en color negro al igual que la corbata, con una camisa blanca, súper normal; Rich escogió uno parecido solo que, en color azul marino, con la corbata color negro y la camisa blanca también. Ambos trajes tenían un chaleco del mismo color del saco que se ponía sobre la camisa, de manera que cuando nos quitáramos el saco igual nos veríamos bien. y Susan tenía razón, nos veíamos mejor que con los trajes con estampados y detalles que nos habíamos probado.
Mi estilo siempre ha sido uno creativo, pero creo que esta vez hice bien en no escoger de esa forma. Pagamos, salimos de la tienda y fuimos directo a buscar los zapatos, cosa que fue más fácil de elegir.
Al terminar nos fuimos a comer pizza en el edificio donde se estaban quedando las chicas, pusimos una película en Netflix y ahí nos quedamos hasta las siete de la noche.
Estamos recogiendo las cosas cuando la puerta de entrada se abrió y por ella apareció un señor de no más de cuarenta años parecido a Camyla.
— Bendición —le dijo Camyla y lo ayudó con las cosas que traía.
— Dios te bendiga, hija —le respondió el señor—. Buenas noches —nos dijo a nosotros.
— Buenas noches, señor —respondimos Rich y yo.
— Hola, padre postizo. ¿El ogro estuvo muy de malas hoy? —le bromeó Susan. Ella estaba apoyada en el sofá viendo al hombre.
¿Padre postizo?
— Si, hija postiza, hoy estuvo peor que nunca —le respondió con una sonrisa.
¿Hija postiza?
— Papá, ellos son los chicos de los que te hablamos —le dijo Camyla al hombre.
— Él es Manuel —siguió Susan y yo le estreché la mano al hombre.
— Y el otro el Richard —siguió Camyla y Rich también le estrechó la mano al hombre.
— Ah, ya, son de los que siempre me hablan. Yo soy Jorge, el papá de Camyla —dijo el señor con una sonrisa.
Oh, entonces era el padre de Camyla.
— Un placer —dije yo.
— Y díganme, ¿cómo se la pasaron hoy? —nos preguntó mientras abría el refrigerador y sacaba una jarra con jugo de naranja—. Susan yo sé que se la pasó fastidiada porque no le gusta ir de compras.