Mil veces, tú (libro 2 de Perdido en ti).

Capítulo 3: Aquello que te atormenta.

Rosé

16 de noviembre, 2020.

—Ella estará aquí en menos de dos horas y me acompañará al doctor así que puedes irte al trabajo con tranquilidad —planté un beso en la mejilla de mi esposo, quien ya estaba listo para irse a trabajar, pero, no quería irse debido a la cita que tengo con el médico— Aleska se hará cargo, ya te lo ha dicho muchas veces. Deja de preocuparte.

—Es inevitable no preocuparme por ti, mi amor —besó mis labios de manera dulce— ¿Estás segura que no necesitas que también te acompañe? No me molesta no ir al trabajo por un día, y recuperarlo después.

—No necesitas tomarte esa molestia, al menos no hoy —le brindé ligeros golpecitos a sus mejillas, un poco sonrojadas— Te amo, Wonho. Ya lo sabes.

—Te amo más, lindura, ya lo sabes —besó mi nariz juguetón. De pronto, el timbre sonó— Parece que Aleska ya está aquí.

—Parece que sí —sonreí—Iré a ver.

No sabía cómo iba a sentirme luego de la visita al médico, por lo que había optado por usar un suéter rosa y un pantalón jean clásico.

Abrí la puerta, un poco apresurada por hacerlo, y me encontré con una Aleska muy cambiada a la que conocía. Ahora, ella llevaba el cabello completamente lacio y un poco más corto, maquillaje ligeramente más pesado y una sonrisa todavía más grande.

No pasó ni un solo segundo para que nos uniéramos en un gran abrazo.

—Aleska...Te extrañé tanto —al tenerla cerca, me di cuenta que había olvidado el olor de su perfume de lavanda— Qué bueno que estás aquí conmigo.

—Me alegra decir lo mismo, cariño —se sonrojó.

—¿Cómo es que has cambiado tanto? —Le cuestioné mientras me cruzaba de brazos dándole una mirada bastante curiosa—Te he visto por última vez hace menos de un mes, y ahora luces como una mujer mucho más madura y distinta ¿Cómo es que sucedió?

—Soy una mujer casada, un poquito más madura y que intenta ser sexy a veces —me guiñó el ojo y reí estruendosamente— No, no te lo creas. En realidad, he deseado realizar un cambio en mí. Ya no soy la misma Aleska que llegó desde República Checa como una tonta que no creía en la verdad del amor, sino que he aprendido más cosas de las que he podido asimilar ¿Lo entiendes, ¿no?

—Diré que sí solo para que entres en lugar de estar parada en esa fea puerta café —la molesté— Ya entra, por favor.

—Está bien, está bien —se dio por vencida y la ayudé a meter las maletas que traía— ¿Dónde está el hombre que se robó a mi chica de la melena rosa? ¿Dónde está? —Bromeó.

—Ese hombre está aquí —Wonho apareció sonriendo— Ese hombre, el que se ha robado a tu chica de la melena rosa, soy yo —dramatizó.

—No negaré que me haya fascinado esa actuación tan dramática de tu parte —Aleska hizo un ademán con sus manos—Pero, yo necesito darme una ducha si lo que quiero es estar totalmente limpia dentro de una hora y media para acompañar a Rosé en su cita con el doctor.

—Te llevaré al cuarto en el que vas a quedarte —Wonho se ofreció y ambos desaparecieron de mi vista mucho antes de que me diera cuenta.

Me senté en uno de los muebles y abrí mi laptop. Desde hace unos días ha estado cruzando una idea un poco loca en mi cabeza: ¿Y qué si escribo un libro sobre una chica con los mismos problemas que yo tengo? ¿Qué tal si hablo sobre la depresión, la ansiedad y el síndrome de Cotard? ¿Qué pasa si les cuento a todos mi historia? ¿Y si ayudo a alguien de alguna forma? ¿Será es lo correcto? Ahora no lo sé, sin embargo, sí que puede ser lo mejor que puedo hacer. Tal vez lo haga, aun no sé cuándo, no obstante, yo lo haré cuando este mal capítulo en mi vida haya terminado.

Está bien, sé muy bien que todos pasan por cosas extremadamente terribles a lo largo de su vida. Muchos desde pequeños o cuando están a punto de morir ¿Y es que casi importa cuándo suceda? ¿No es solo importante el hecho de que suceda cuando menos lo esperas? ¿Qué sea de pura casualidad? El dolor y la tristeza, el desespero y la angustia llegan a ser nuestros peores enemigos, aunque ni siquiera seamos capaces de imaginar algo como eso. Nos derribamos como alguien débil a pesar que estemos intentando dar lo mejor de nosotros mismos y salir adelante a como dé lugar. No interesa nada, jamás ha importado ni importará nunca, mientras tienes una herida que cause que te desangres...Y aunque eres consciente de lo que te está pasando, haces caso omiso o te conformas con esperar a que algún milagro pase y te saque del maldito hueco en el que te has hundido y sea como sea, también sabes que eso no va a pasar por más que le ruegues a cualquiera ni a la vida misma. Porque, al fin y al cabo, la vida no nos permite elegir en muchas veces. Y sí, sé que elegimos a las personas con las que deseamos estar y compartir por lo menos una parte pequeña de nuestra vida, las cosas que hacemos, aquello que nos conmueve el alma y adoramos hacer con el objetivo de sentarnos bien. La vida sí que nos otorga oportunidades y elecciones, vaya que lo hace. Pero, ella también nos mata, a veces no literalmente, sin embargo, es como si nos clavaran un cuchillo en el corazón. Y si te sientas en algún lugar y piensas en todo lo que pasó, está pasando y en todo lo que podría pasar. En las historias que los otros te han contado, las historias que has vivido o las historias que has inventado por aburrimiento o por deseo. Y ahora, que ya sabes y lo has pensado, responde a una de mis preguntas: ¿Qué es lo que realmente quieres ser en esta vida? ¿Quién serás para ti mismo y quién serás para los demás? ¿Decidirás amar u odiar? ¿Qué camino vas a tomar? ¿Qué cosas dejarás atrás? ¿Qué permitirás que entre a tu vida? Sabes, y posiblemente no lo admites aun, que en la vida nos suceden muchas cosas que no queremos ni que nos agradan ¿Te ha agradado sufrir cualquier tipo de trauma que haya marcado tu vida? ¿Has decidido conocer el dolor a una edad temprana? ¿Has decidido odiar por decisión propia o por qué los demás te han obligado? ¿Has perdido al amor de tu vida en el fatídico accidente porque tú lo hayas decidido así? ¿Te han roto el corazón porque lo hayas pedido? ¿Has enloquecido sin razón aparente? ¿Has odiado? ¿Has llorado? ¿Has amado? ¿Has reído? ¿Te has arrepentido? Sea como sea, siempre hay algo que va a atormentarte y que va a desgarrarte el alma cuando menos lo imagines. Aquello que te atormenta va a matarme, va a destruirte, va a comerte, va a desangrarte, va a reconstruirte pieza por pieza, va a hacer que vuelvas a la vida porque aquello que tanto temes, al fin y al cabo, sucederá. Sucederá sin previo aviso y no hay nada que puedas hacer por evitarlo. Aquello que te atormenta ya es el peor monstruo con el que has tenido el "honor" de lidiar, aquello que te atormenta ya te ha consumido, aquello que te atormenta empieza a consumirte. Aquello que te atormenta terminará matándote. Aquello que te atormenta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.