Mil veces, tú (libro 2 de Perdido en ti).

Capítulo 5: Nada más que interés.

Filip

20 de noviembre, 2020

Salí al balcón a fumar un cigarrillo, ha pasado muy poco desde que empecé a consumirlo. Antes me limitaba a tomar un par de tragos caros, porque mis padres me habían acostumbrado a una vida llena de lujos y no aceptaba nada que costara muy poco. Y, seguramente, mi madre me ahorcaría si me viera fumando como lo estoy haciendo ahora mismo. Solo ha pasado dos meses desde que probé un cigarrillo por primera vez, y ya me he convertido un adicto a él, y nadie más que Jane lo sabe.

¿Has comenzado a depender de alguna sustancia o algo para seguir con tu vida sin que el karma o la pena te lleve a tu propia muerte? En mi consciencia, llevo grabado el daño que le hice a la mujer que juraba amar con mi vida, el daño que le estoy haciendo a la mujer con la que estoy saliendo y el daño que me estoy haciendo a mí mismo al consumir tantas cosas que pueden terminar afectándome grandemente.

La primera vez que probé un cigarrillo y una bebida alcohólica, fue con la compañía de Rosé cuando tuvimos que quedarnos solos en casa porque nuestros padres tenían un compromiso que cumplir y Bruno, estaba dormido en su habitación con un fuerte dolor de cabeza.

—Va, ya hemos comprado unos cuantos cigarrillos además de esta cerveza ¿Así que quién va a atreverse a probar esto primero? —Alcé la voz, sin poder dejar de reír con fuerza.

—Las damas primero, querida Rosé. Tú prueba esto primero y me contarás el sabor que tiene —planté un beso en su mejilla y le serví un poco de cerveza en un vaso que robamos del bar de sus padres.

—Como sea, voy a hacerlo. Además, de cualquier manera, serás tú quién vaya a fumar primero —le indiqué nerviosa. Me preparé mentalmente para ingerir el alcohol, y luego de respirar profundamente, coloqué el vaso sobre el vaso y bebí un poco—Bueno, el sabor no está para nada mal —continué probando—Al contrario, me gusta. Me gusta mucho.

—Bien, dame un poco —me quitó el vaso de las manos y bebió lo que quedaba en él—Es cierto, tiene un buen sabor.

—Ahora es tu turno, tienes que fumar antes que yo —le pasé uno de los cigarrillos que venían dentro de la cajetilla, él de inmediato se lo puso en medio de los labios y yo me encargué de encenderlo con ayuda de un cerillo.

Le tomó unos segundos dar una primera inhalada, pero, cuando fue capaz de hacerlo su expresión se relajó al instante.

—No es como si tuviese algún sabor en especial, simplemente logra relajarte.

—¿Lo dices en serio? —Enarqué una ceja sin dejar de reír— Entonces, me atreveré a fumar también.

—Sí. Honestamente, creo que se puede volver adicto a esta cosa —asintió y yo reí. Después de un par de segundos, prendí el cigarro.

—Tienes razón. Quizá me vuelva adicta si no tengo cuidado.

—Pero, dejándonos de chistes, tenemos que tener cuidado con estas cosas. Solo hagámoslo de vez en cuando, no más. De lo contrario, vamos a vernos metidos en graves problemas.

—¡Filip, cariño! ¡La cena ya está lista! —Jane salió al balcón usando solamente ropa interior.

—Termino este cigarrillo e iré a cenar ¿Bien? —Le anuncié sin siquiera verla a los ojos.

—Como quieras cariño, solo no demores demasiado —besó mi mejilla y entró de nuevo a mi departamento.

Al conocer a Jane, me encuentro totalmente seguro que ella no es la mujer que aparenta ser. Pensé que era alguien dulce e inocente, sin embargo, es una mujer que tiene la capacidad de volverte adicto a ella.

Terminé de fumar mi cigarrillo y lo tiré. Amaba la sensación que me causaba fumar, ya que me acostumbré a hacerlo por lo menos veinte veces a la semana.

—Ya estoy aquí —volví adentro y desamarré mi corbata para tirarla por algún lugar— Gracias por servir la cena, no era necesario que cocinaras para mí.

—Claro que sí —contestó con una sonrisa torcida.

—Jane... ¿Acaso eres feliz estando conmigo? ¿Soy suficiente para ti? —Enarqué una ceja.

—Soy feliz estando contigo, Filip. Dime, mi amor ¿Por qué no lo estaría? —Abrazó mi cuello— Por supuesto que soy muy feliz estando a tu lado, no entiendo una razón por la que no lo sería.

—No creerás que yo soy el hombre perfecto para ti, o un hombre con el que puedas vivir permitiéndote estar completamente tranquila ¿O sí? —Ella asintió y negué con la cabeza— Perdón Jane, pero ¿Acaso eres estúpida o por qué carajos estás con una persona que no es sana para ti?

—No soy ninguna estúpida Filip, que te quede claro —aclaró dándole un golpe a la mesa— Si estoy contigo, es porque quiero. Si estoy contigo es porque me da la puta gana. Y si estoy contigo, es porque me he enamorado jodidamente de ti.

—¿Por qué tendrías que haberte enamorado de un tipejo como yo? ¿Existirá una razón por la qué tendrías que haberte enamorado de un hombre que no va a hacer más que dañar la vida pacífica que llevabas?

En este punto, la discusión empezaba a ser un poco acalorada.

—¡No soy la maldita loca que crees!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.