Rosé
3 de marzo, 2022
—Eres el amor de mi vida, y aunque sé que no tienes duda alguna sobre ello, la verdad es que no me canso de decirlo una y otra vez, y quiero seguir diciéndolo hasta que mi garganta se quede seca por completa y sepa que ya te has podido dar cuenta de lo mucho que te quiero y amo. El hecho de haberte encontrado por pura casualidad es algo que hasta el sol de hoy no he logrado asimilar por completo. Me pregunto a mí misma una y otra vez como he podido merecerte en verdad y por lo mismo, no me cansaré de prometerte mi amor eterno, cariño mío —le susurré a Wonho en el oído, y él rió. Acabábamos de casarnos y no podía sentirme más feliz de lo que me siento ahora mismo.
—También eres el amor de mi vida y es algo que voy a creer hasta el último de mis días —me respondió de la misma manera—Mi bonita, mi niña hermosa, mi preciosa Rosé. Lo eres todo para mí y vamos a ser las personas más felices de este mundo ahora que tenemos a nuestra Giselle.
—Si Giselle existe, si yo estoy bien y he logrado superar cada una de mis enfermedades, si estoy viva y si tú y yo logramos enamorarnos hasta el punto de elegirnos mil veces, es todo gracias a ti. Si no habrías sido tan amable conmigo cuando lo necesitaba, yo estaría muerta y jamás nos habríamos enamorado del otro.
—Tal vez no, mi cielo, porque me gusta pensar que siempre hemos estado predestinados.
—¡Esperen, voy a tomar la foto! —Una de las hermanas de mi madre nos anunció causando que todos nos quedáramos quietos y tratáramos de mostrar nuestras mejores sonrisas a la cámara. Sentí el brazo de Wonho alrededor de mi cintura y a Aleska acomodarse a mi lado— ¡Ya la he tomado, han salido todos muy guapos!
—Por favor, permíteme ver la foto —pregunté caminando en su dirección. Rápidamente ella me extendió la cámara de fotos y en cuanto la tuve en mis manos, me di cuenta de la hermosa foto que fue capaz de capturar y de la persona tan afortunada que soy ahora gracias a que Wonho apareció en mi vida de repente.
Kim Wonho, todavía recuerdo lo amable que fuiste desde el primer momento y lo preocupado que te encontrabas por saber si me encontraba del todo bien cuando nos conocimos por primera vez en medio de esa calle de Seúl. No he sido capaz de olvidar que me diste la confianza suficiente como para irme contigo a pesar que fueras un completo desconocido, aun recuerdo la manera en la que supe que necesitaba confiar en ti, aunque no tuviera una razón exacta.
Se podría decir que entré en pánico sin razón alguna por unos momentos, y aquel desconocido tuvo que calmarme. Cuando lo hizo, me ayudó a levantarme y me preguntó:
— ¿Se encuentra bien? —sonrió.
Volví a perderme en él por varios momentos. A veces, te pierdes en una persona cuándo apenas acabas de conocerla. A eso, le considero un disparo directo en el corazón.
—No sé en dónde estoy —le respondí en coreano, por suerte había tomado clases hace unos cuántos años atrás— Soy extranjera, me he peleado con mis padres y he salido huyendo...
—Entonces no tienes idea de en dónde te encuentras —me dijo con una sonrisa torcida— Dime ¿Hay algo que pueda hacer por ti?
—Creo que no —negué con la cabeza— No tengo idea de en dónde me encuentro y no he traído dinero, ni mi teléfono.
—Puedes venir conmigo si quieres, ya buscaremos una forma de ayudarte —me ofreció.
— ¿Cómo sé qué no eres un psicópata? —Le interrogué mientras reía levemente— ¿Qué tal si lo que en verdad quieres es secuestrarme?
—No soy una persona mala, créeme.
—Confiaré en ti —entrecerré los ojos— Si me haces algo malo, quedará en tu memoria que me mentiste sin piedad alguna.
—No te estoy mintiendo, te lo juro —me sonrió una vez más— Incluso creo que tenemos la misma edad.
— ¿Qué edad tienes? —Me crucé de brazos.
—Veintinueve —sonrió— Trabajo en una empresa de entretenimiento, escribo canciones para los grupos más reconocidos de nuestro país.
— ¡Eres todo un artista! —Aplaudí con emoción— Yo solo soy una modelo de una marca reconocida en Polonia, y sí, tenemos la misma edad.
—Lo sabía, ahora ven conmigo que ya son las cinco de la tarde por lo que pronto anochecerá.
Asentí y empecé a seguirlo sin tener idea de a dónde nos dirigíamos. De una u otra forma, él me inspiraba mucha confianza.
—Espera, todavía no me has dicho cuál es tu nombre —negué con la cabeza suavemente— Debería conocer tu nombre antes de irme contigo.
—Kim Wonho —sonrió— Ese es mi nombre, ahora que ya lo conoces ya puedes venir conmigo.
Asentí y lo seguí en silencio hasta llegar a un auto negro y bastante elegante. Me abrió la puerta del asiento del copiloto y me subí en silencio. Él subió dos segundos después y encendió el auto.
— ¿A dónde vamos? —Sonreí jugando con mis manos.
—A mi casa, ya he salido del trabajo así que ya puedo volver — me contestó viendo hacia la carretera.
— ¿Tu casa está muy lejos de aquí?
—No tanto, veinte minutos tal vez —rió— Mientras tanto, puedes contarme algunas cosas sobre ti.
— ¿Por dónde debería empezar? —Hablé conmigo misma— Comenzaré con lo normal...
— ¿Y qué es lo normal? —Rió con fuerza.
—Ya sabes...Lo normal.
— ¿Lo normal?
—Sí, lo normal.
— ¿Lo normal?
—Sí, ya sabes. Todo aquello que lo seres vivos como nosotros consideramos normal.
Después de eso, ambos reímos con fuerza por varios momentos. Wonho me hacía sentir especial y eso era bastante extraño debido a que lo acababa de conocer.
—Bueno, ya puedes hablarme de eso que los seres vivos consideramos "normal".