Para cuando teníamos quince años la relación entre Sofía y yo había cambiado aún más. Nos habíamos vuelto el confidente del otro, ambos íbamos a dónde el otro a desahogarnos cuando lo necesitábamos.
Aunque había cosas que, si nos daba mucha vergüenza hablar, en especial si era algo respecto a nuestros cuerpos y los cambios que habían tenido en este tiempo, o al menos eso era lo que yo pensaba en esos momentos.
Más de una vez cuando estuve con ella mi mirada se desvió a lugares que no debía, pero todo era sin pensarlo, solo pasaba.
Eran extrañas algunas sensaciones, ella ya no era solo la niña zanahoria de cabello alborotado y dientes torcidos.
Había cambiado y mucho.
Más de una vez discutí con algunos de mi clase solo por el hecho de estar viendo a mi mejor amiga.
Por otro lado, mis hermanas se pusieron aún más insoportable, bueno, ese más bien es el caso de Daniela, ya que Cristal a pesar de ser la del medio era la más madura de los tres, creo que el hecho de ser la representante de su grupo estos años y estar tanto tiempo con papá la hizo más responsable. Y no solo eso porque por lo visto ya ha iniciado a planear su futuro. ¿Quién con solo doce años inicia a pensar en la universidad?
En fin, eso no importa, está en mi historia no la de ellas, de ellas se hablará en otra ocasión.
(...)
Sofía y yo estábamos en el parque en que nos conocimos riendo mientras recordábamos lo que había pasado hace ya nueve años.
Ahora pensábamos diferente a como lo hicimos ese día.
—Agradezco haber querido ir al parque ese día —Me dice.
Verán ese día en que nos conocimos su hermana tenía la visita de su novio y ella se había puesto algo intensa así que su madre la hizo elegir entre estar en su cuarto o ir al parque y creo que ya saben cuál fue la opción que eligió.
Siempre estaré agradecido con su hermana y su ahora exnovio.
Ambos nos quedamos en silencio viendo algunos niños jugando. El tiempo pasa muy rápido.
—M. —Inicia a hablar Sofía.
—¿Qué pasa? —Digo al ver su rostro.
Quería decirme algo, pero no encontraba la manera.
¿Cómo lo sé? Pues, se estaba mordiendo el labio del lado derecho y jugaba con sus dedos, eso lo hacía cuando estaba nerviosa.
—Sofí.
—Me gusta un chico. —Suelta de golpe.
¿Le gustaba alguien? ¿A mí mejor amiga le gustaba un chico?
—¿Lo conozco?
—Sí.
¡Yo lo conocía! ¿Quién podía ser?
En ese momento mi cerebro parecía estar bloqueado porque por más que lo intentaba no se me ocurría quien podía ser y solo se repetía una y otra vez la frese "Me gusta un chico"
—¿Quién es?
Quería saber, no podía dejarme así.
—No te lo diré.
¿Qué?
—Primero quiero aclarar lo que siento.
Se sentía raro el ambiente y algo incómodo. Nunca habíamos hablado de ese tema. Ninguno de los dos había sentido cosas por otra persona o al menos eso era lo que creía yo, pues aparentemente estaba algo equivocado.
—¿Entonces no me piensas decir?
Ella solo negó con la cabeza.
En ese momento sentí una presión en mi pecho ¿No confiaba en mí?
—¿Estás enojado?
—No, para nada, entiendo que quieras guárdate eso para ti.
A pesar de decir eso lo que pensaba en ese momento era todo lo contrario, quería saber quién era el chico del que ella gustaba.
Luego de ese día no volvimos a hablar de ese tema, todo regreso a la normalidad. Aunque debo confesar que me sentía extraño hablando con ella.
Con el pasar de los días inicié a prestar más atención en Sofía, quería saber quién era el chico.
¿La razón? En ese momento no lo sabía y menos me lo imaginaba.
No había nada extraño en ella, podía jurar que actuaba como todos los días. Hasta que un día lo note, ella no suele andar con muchos chicos solo había una persona.
Julio.
Note que cuando estábamos los tres ya no me miraba a mí, sino a él. Su actitud y su forma de actuar era diferente en su presencia. Sonreía más y le prestaba mayor atención, incluso a las estupideces más grandes que salían de su boca.
¿Por qué de todas las personas de quién se tenía que enamorar debía ser él?
El día que descubrí eso inicio oficialmente una historia que nunca imaginé vivir. Y que me dolería tanto.
(...)
—¿Estás bien Italia? —Me pregunto Cristal.
—No.
Le respondí de mala gana, no quería hablar con nadie en ese momento.
—¿Qué sucede?
—No lo entendería.
Si yo no lo entendía ¿cómo se suponía que lo haría ella? Era simplemente imposible.
—Soy más inteligente que tú.
Presumió a lo que yo simplemente me levante y salí de la habitación.
—¡Les tengo noticia! —Dijo emocionado mi mamá.
Yo solo me senté en el sofá que estaba en la sala esperando a que continuará.
—¡Dany consiguió su primer protagónico!
Ana Castellano, mi madre de joven siempre quiso ser actriz y lo logro, estuvo en algunas obras de teatro tanto dentro como fuera del país, pero luego renunció por mí. Después de eso su sueño simplemente quedó en el pasado. Pero ese sueño se desempolvó en el momento en el que Dany inicio a tener tendencias por la actuación, ella se volvió su centro de atención y durante todos estos años se ha esforzado para que ella cumpla su sueño, un sueño el cual ella abandonó por nosotros. Por mí.
Hay veces que me duele el hecho de que nos desplace a Cristal y a mí, pero creo que la entiendo, ella se ve reflejada en Dany y si ella quiere vivir su sueño junto a ella yo no me pienso interponer.
—¡Felicidades, mi estrellita! —Decía mi padre por medio de la videollamada que tenía con mi hermana.
Él estaba en México. Ya era costumbre para nosotros tenerlo lejos. Él era productor musical allá. Pero sin importar eso siempre trataba de hacernos espacio a nosotros y de vez en cuando se escapaba y nos venía a visitar.
Aparentemente éramos una muy buena familia, pero como toda familia siempre había problemas y debo admitir que en su mayoría eran provocados por mí. Más de una vez sentí que no encajaba.