MilÁn: Las Marcas Del Pasado

Cuarta Y Quinta Marca: Enojo Y Soledad

Al día siguiente en el momento en que vi a Julio me acerqué a él.

No era yo mismo, en ese momento, sentía algo en mi interior que me estaba bloqueando pensar con claridad las cosas.

—No te acerques a mi Sofía. —Dije tomándolo por el cuello.

—Amigo, ¿Qué pasa? —Pregunta el de manera tranquila.

Para él esto le parecía un juego, pero para mí no. Conocía la clase de persona que era él y no quería verlo cerca de Sofía.

—Quiero que te alejes de Sofía.

—¿Por qué?

—Solo hazlo. —Digo y lo suelto.

No me reconocía a mí mismo, nunca había hecho eso.

—Quiero una razón para hacerlo.

Al escucharlo me giré a verlo nuevamente.

—Sería un tonto al desaprovechar la oportunidad de tener a esa belleza bajo mis sábanas, sería lo mejor que podría pasar. –Agrega.

En ese momento la ira se apoderó de mí. ¿Cómo se podía atrever a hablar así de Sofía?

—Si le haces algo te la verás conmigo. —Digo posicionándome frente a él.

Quería golpearlo, pero me autocontrolaba, lo último que quería era que me expulsaran.

Una gran cantidad de estudiantes estaban a nuestro alrededor.

—El que debería tener cuidado es otro por andar amenazando a sus superiores. —Me amenaza.

—¿Crees que me importa quién es tu padre? No te le acerques.

—No perderé está oportunidad, ella se está acercando a mí.

—¿Qué está pasando aquí? —La voz de uno de los maestros hace que dejemos de hablar.

Luego de eso me aleje de la multitud, era más que obvio que nuestra amistad había acabado allí, pero no me importaba.

Busqué a Sofía por todas partes, hasta que la encontré en el segundo piso. Seguro ni se había enterado de lo que había pasado en el patio, pero yo estaba dispuesto a contarle las intenciones de Julio tiene con ella.

—Sofía. —Dije llegando a su lado.

—M, Hola. —Dice sonriéndome de manera amable.

Esa sonrisa que desde hacía poco tiempo se había vuelto lo más lindo para mí.

—Debo contarte algo.

—Yo también. —Me dice emocionada.

—Tu primero. —Le dije.

—Que caballero. —Dijo riendo.

—Siempre. —Le guiño un ojo a lo que ella ríe un poco.

Ella toma un respiro y yo estaba expectante de lo que me diría. Esperaba con todas las fuerzas que lo que pasaba por mi mente no se hiciera realidad. No podía haber llegado tarde.

—Me confesé con el chico que me gusta. —Dijo mordiéndose el labio del lado derecho.

¿Había llegado tarde?

—¿Quién es? —Pregunto de inmediato.

No podía ser Julio, cualquier otro menos él. Bueno, en realidad no quería que fuera cualquiera. Pero en ese momento no sabía de la existencia de ese sentimiento en mí.

—Julio.

Una presión en mi pecho se hizo presente, me dolía.

—Y me dijo que él también sentía lo mismo.

La herida se estaba abriendo. ¿Qué era lo que sentía?

—Me pidió que fuera su novia.

Mis manos sudaban.

La presión en mi pecho se hacía más fuerte.

¿Qué me pasaba?

—Y le dije que sí.

Eso me terminó de romper. Había llegado tarde.

—¿Estás bien? ¿M?

—No puedes estar con él.

Las palabras salieron de mi boca de manera apresurada, no había tenido tiempo ni de pensarlas, solo salieron. No podía dejarla estar con él.

Ella no debía estar con él.

—¿Qué?

La sonrisa que tenía segundos antes desapareció por completo dejando una expresión de confusión y desacuerdo.

—Él no te quiere.

—¿Por qué lo dices?

Respiré hondo y proseguí.

—Él solo quiere acostarse contigo.

—¿Cómo te atreves a hablar así de tu amigo?

—Él no es mi amigo.

—¿Y por eso hablas mal de él?

Mi cerebro trabajaba a toda marcha, debía crear un argumento para convencerla de que estaba equivocada respecto a su manera de ver a Julio.

—Si hablas así de él no me imagino lo que hablaras de mí.

—Sofía por favor, escúchame.

—¡No!

Al escucharla me quedé congelado, ella nunca me había hablado así.

—Pensé que eras diferente Milán, pero veo que eres igual que la persona que creo ese rumor de Julio.

—No es un rumor.

—Sí, lo es.

Estaba enojada y yo iniciaba a sentir lo mismo. No podía permitir que ella se fuera con él. Debía hacer algo.

—Quiero que te alejes —Dice entre dientes.

—¿Qué?

Mi respiración era agitada y la sensación que tenía en el pecho se hacía más fuerte con cada palabra que ella decía.

La perdía.

—Quiero que te alejes de mí —Dijo, está vez más segura de lo que decía.

—Sofía...

Ella no dijo nada más y solo se aleja por el pasillo.

—Te quiero...

Sentía una impotencia y rabia, la perdí.

La única persona que me entendía me había abandonado.

No era nada sin ella.

Ella era mi todo.

Y yo para ella no era nada... 
 

(...)


 

Al llegar a mi casa esa tarde la encontré sola. 

"Dany tiene que grabar hoy, Cristal está con nosotras, regresamos en unas horas" 

Me había quedado solo, sin familia y sin amigos. Lo había perdido todo. 

Camine a mi cuarto. 

Lo primero que vi fue el tablero con un montón de fotos que tenía con mi familia, Sofía y hasta con Julio. 

Mi respiración se volvió a acelerar en ese momento. 

Me acerque al tablero, lo desenganche de la pared y lo lance al suelo. 

Levanté la vista a los estantes que estaban a mi lado. Una gran cantidad de cómics que había iniciado a coleccionar junto a Julio desde hace mucho tiempo estaba organizada allí. 

Salí de mi habitación y caminé a la cocina. 

Busque entre los cajones y tome una bolsa y una caja. 

Regresé a mi habitación y metí todos los cómics y las fotos. 

Mi vista regresó a la puerta de mi habitación, en la parte de atrás había un dibujo que había hecho Sofía por mi cumpleaños. 

—¿Por qué? 

Dije con enojo al tiempo que soltaba algunas lágrimas. 

—¿Por qué todos me abandonan? 

Tomé la caja y salí de la casa al patio. 

Dejé todo en el suelo. 

—Siempre he estado solo.




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