Luego de enviar el mensaje sentí un leve cosquilleo. Esa no era la forma de decirle la verdad.
Rápidamente entre al chat nuevamente, pero ya era muy tarde.
El mensaje había sido visto...
Sofía ya sabía la verdad.
Quedé unos minutos expectante. Esperaba que ella me escribiera algo, pero eso nunca pasó.
(...)
Para cuando volví a ver a Sofía ya había pasado una semana desde que le había mandado el vídeo. Se veía diferente, tanto físicamente como en su forma de ser.
Su cabello ya no caía por su espalda, ahora este llegaba hasta sus hombros.
¿Por qué las chicas siempre hacen eso con su cabello? No lo sé, según mi hermana es para cerrar ciclos ¿Será verdad?
Ella se veía apagada, ya no irradiaba alegría como antes. Ya no se esforzaba por ser la mejor en todo. Ya no le importaba nada de lo que sucedía a su alrededor.
Quise acercarme, pero yo mismo me detenía, ¿Qué le iba a decir?
Cada vez que la veía sentía una punzada en mi corazón, me dolía verla así.
Julio varias veces le pidió que regresarán, pero ella se negó. Una y otra vez. Pero aun así él siguió atrás de ella, estaba obsesionado.
Pasaron algunos meses y todo siguió igual.... Bueno, no tanto.
—¿Te crees muy machito verdad? —Decía Julio para luego golpearme en mi mejilla derecha.
—Más que tú si lo soy. —Le dije mientras sentía como la sangre se deslizaba por mi labio.
—¿Y si lo eres por qué no te defiendes? —Dice dándome un golpe en el estómago.
—No lo vales.
Eso solo lo hizo enojar.
Sentía cada uno de sus golpes y me dolían, mucho. Quise golpearlo una vez que sentí que debía hacer algo, pero mis esfuerzos eran en vano, no sabía cómo hacerlo. Fácilmente él me tomo del cuello y me lanzó al suelo.
Ninguno de sus amigos, los cuales antes también solían ser los míos, dejaban que alguien se acercará.
—Esto es una pequeña muestra de lo que soy capaz de hacer si te metes conmigo. — Y me dio otro golpe.
—¡Milán! —Escuchaba a lo lejos y luego todo se puso negro.
Me desmayé.
No supe que paso después, pero luego me lo contaron.
Posteriormente a quedar inconsciente Julio y su grupo se fue. Sofía y algunos compañeros no perdieron el tiempo para llevarme a la enfermería.
Para cuando desperté mi madre ya estaban conmigo y mi padre venía en un vuelo desde Ciudad de México.
El cuerpo me dolía, pero no había ninguna herida grabé, pero si una gran cantidad de moretones en mi rostro y estómago.
Cómo mi hermana me lo dijo una vez, me habían dado la paliza de mi vida.
Pero esa no fue la única, puesto que más de una vez en esos meses que pasaron también tuve encuentros así con Julio, pero ninguno me había dejado tan herido, más de uno fue para defender a Sofía y en uno de esos él la golpeo a ella sin darse cuenta.
Unos días más tarde estaba en casa, aún tenía algunas marcas, pero ya no dolían, me sentía algo mejor.
No había ido a la escuela en toda la semana así que no sabía que sucedió en esos días.
Una tarde mis padres entraron a mi habitación, yo estaba escuchando música, como casi todo el tiempo.
Me encantaba escuchar música electrónica.
Mis padres me hicieron quitarme los audífonos y me pidieron que los escuchará.
—¿Qué sucede? —Pregunté confundido ante la situación.
Ellos casi nuca entraban a mi habitación y menos ambos a la vez.
Aunque eso no era lo único extraño porque desde el día que sucedió lo de la pelea mi padre no se había regresado a México.
¿Le preocupaba mi situación?
—Tu madre y yo tomamos una decisión. —Inicia a hablar mi padre. —Te regresas conmigo a Ciudad de México.
Me iba del país.