MilÁn: Las Marcas Del Pasado

Última Marca: Perderla

—Milán ¿Qué esperas? Camina. —Me dijo Sofía delante de mí.

 

—Ya voy. —Dije y tomé su mano.

 

Ambos corríamos. No sabía dónde estaba, pero mientras estuviera con ella no me importaba. Corríamos sin parar.

 

Una rueda de la fortuna, como le dice mi hermana, apareció ante nosotros.

 

—¡Vamos! —Dijo emocionada Sofía.

 

Subimos y poco a poco fuimos subiendo hasta ver todo el paisaje desde la parte más alta, era un lugar hermoso.

 

Me giré a verla y ella sonrió, fue la sonrisa más bella que había visto.

 

—Me alegra tenerte en mi vida. —Me dijo sin despegar su vista de mí.

 

—Igual a mí, eres lo mejor que me pudo regalar la vida.

 

Luego de bajar ella me volvió a tomar de la mano y de un momento a otro aparecimos en París.

 

—Siempre quise venir aquí. —Me confesó.

 

A lo lejos se veía a la torre Eiffel brillando en la noche.

 

—¿Quieres ir conmigo? —Me pregunto de repente.

 

—¿A dónde?

 

—A un lugar donde podremos estar juntos para siempre.

 

—¿Por cuánto tiempo?

 

—Para siempre.

 

Al escucharla decir eso inicié a dudar.

 

—¿Y mi familia?

 

—Ellos se nos unirán más adelante.

 

—¿No los volveré a ver?

 

—Debes tomar una decisión ahora.

 

Como una serie de flashes vi mi vida pasar ante mí.

 

Vi la primera vez que observé a mis padres, un recuerdo que no sabía que tenía, recordé su felicidad al verme caminar, hablar. Recordé la llegada de mi primera hermana, nuestra relación, nos vi crecer  y luego la llegada de Dany, cuando nos tocaba a Cristal y a mí cuidar a la bebé. Vi cuando conocí a Sofía, aquel día en el parque, vi nuestra amistad. Nos vi crecer y cambiar juntos, luego nos vi separarnos, me vi a mí esforzándome por superar todo lo que había pasado, vi como mis hermanas fueron mi apoyo durante todo ese tiempo.

 

Vi cuando peleé con Julio y también cuando Sofía y yo nos volvimos a juntar. Vi nuestra amistad a la distancia y como cada vez ese sentimiento que antes no comprendía crecía cada vez más en mí, vi mi regreso, nuestro segundo beso, aunque este fue el primer beso consiente, me vi a mí y a Sofía enamorarnos y volvernos novios.

 

Recordé cuando ella fue mi maestra, todas esas tardes en las cuales ella se esforzó para que fuera cada vez mejor. Vi cuando me gradué, la sonrisa de orgullo de mis padres y de Sofía. Y por último vi la sonrisa de Sofía cuando le hice la propuesta en el parque, esa bella sonrisa que soñaba con que me acompañara por el resto de mi vida.

 

La sonrisa de la chica a la que amaba y seguiré amando por el resto de mi vida, ella era el amor de mi vida, mi alma gemela, mi otra mitad, mi media naranja, la chica que tenía el otro extremo de mi hilo rojo, mi flechazo de cupido, ella era todo eso y más para mí. Ella era mi todo.

 

La amaba con todo mi ser.

 

—Te amo —Susurre.

 

Una brisa fría recorrió mi cuerpo y vi a mi alrededor el parque, aquel parque tan especial para nosotros.

 

Camine a donde nos conocimos y vi en el suelo los restos de la galleta que le había dado a Sofía.

 

Como un flash me vi conduciendo en la carretera y luego una luz roja fue lo siguiente que apareció.

 

El parabrisas se rompió y la bolsa de aire me dio directo en el rostro. Sentí un ardor en mi pierna y en uno de mis brazos y luego todo simplemente quedó en silencio.

 

—Yo también te amo —Escuche en un ligero susurro.

 

Una luz me dio directo a los ojos causando que los volviera a cerrar rápidamente. Escuché una voz a mi lado, pero no logré entender que decía.

 

Quise moverme, pero sentí algo en mi brazo.

 

Abrí un poco mis ojos, mi vista estaba algo borrosa, pero logré ver qué había algo blanco sobre mi brazo.

 

Poco a poco mi vista se fue aclarando hasta poder ver bien mi entorno, estaba en un cuarto de hospital, tenía una férula en mi brazo izquierdo al igual que una de mis piernas.

 

Unos minutos después llegó un doctor y empezó a revisarme, no sabía que había pasado, lo último que recordaba era a Sofía y a mí, juntos en el parque, yo le estaba por hacer una propuesta.

 

Luego de que saliera el doctor entraron mis padres, estaban preocupados, pero yo les decía que estaba bien y les preguntaba qué había pasado, pero nadie respondía.

 

—¡¿Por qué nadie responde?! —Pregunte alterado. —¿Qué pasó?

 

Mi madre bajo la mirada y mi padre me observó solo un momento.

 

—Tuvieron un accidente. —pronuncio y sentí un escalofrío pasar por mi cuerpo.

 

—¿Y Sofía?

 

Ambos se quedaron callados.

 

Sentía como mi respiración y mi ritmo cardíaco se aceleraban.

 

—¡¿Dónde está Sofía?!

 

Mi madre en ese momento no resistió más y rompió en llanto.

 

—Necesito saberlo por favor.

 

En ese momento una enfermera entro y les pidió a mis padres que se retiraran.

 

—¡Necesito saberlo! —Les dije antes de verlos salir.

 

—Cálmese un poco.

 

—¡No me voy a calmar! —Dije enojado. —¿Dónde está Sofía? —Las lágrimas iniciaron a salir. —Necesito saberlo. —Dije casi en un susurro.


(...)


Me sentía vacío, incompleto.

 

La había perdido nuevamente y está vez para siempre.

 

Sofía había perdió la vida minutos después de llegar al hospital. En el momento del accidente ella no llevaba el cinturón abrochado.

 

Ver el nombre de Sofía en esa placa hizo que me rompiera aún más de lo que ya estaba.

 

Me acerque lentamente a la tumba tratando de no caerme, acomode las muletas que tenía a un lado, coloque un girasol blanco encima y me recosté.

 

Esas eran sus flores favoritas...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.