Milk no paraba de llorar, su Goku, ese sayayin que nunca fue responsable de su casa y su hijo, yacía ahora en una cama, con una enfermedad cardiaca que nadie podía curar, Bulma buscó por todo el mundo, pero nadie pudo ayudarlo. Por fin llegó el temido momento, por eso todos sus amigos se habían reunido para despedirlo.
Gohan, que había ido a llorar lejos para que no lo vieran, al sentir que el ki de su padre desaparecía volvió lo más rápido que pudo, no saludo a nadie de los que estaban a la entrada de su casa, abrió la puerta del cuarto, solo para comprobar que su padre, el hombre más fuerte que conoció hasta este momento, estaba muerto.
— PAPÁ — las lágrimas lo hacían ver las imágenes distorsionadas.
Todos los de fuera estaban inconsolables, era como si vivieran una pesadilla... el sayayin con la risa más sincera, el mejor amigo de todos había muerto... ellos pensaban que él viviría para verlos fallecer a ellos, no al contrario.
Por muchos minutos, nadie quiso moverse, ni decir nada, sentía que si no decían nada, su amigo seguiría respirando, pronto se levantaría de la cama y los saludaría como siempre.
— Goku — fue el grito que los sacó a todos de su ensimismamiento, ninguno pudo evitar llorar al escuchar los lamentos de Milk.
— Mamá... — a pesar de su estado, abrazó a la mujer para conformarla.
Unos días después del funeral, los Guerreros Z se repartieron por el mundo, solo Krillin y Piccolo quedaron cerca de Gohan y su madre para tratar de ayudarlos en lo que pudieran.
— Gracias Sr. Piccolo, aunque mamá se pone pesada con usted, no se ha ido.
— Hummm, llévale la leña.
"Sé que Son estará tranquilo en el más allá al saber que los cuido".
En ese escenario pasaron tres años, hasta que llegó el fatídico 12 de mayo, a las 10 de la mañana, donde en una pequeña isla que estaba ubicada a 9 kilómetros de la capital del Sur, dos individuos poderosos aparecieron.
— ¿Sentiste? — preguntó el namek al calvo.
— Sí Piccolo — se miraron nerviosos, era una destrucción muy grande, muchos ki humanos desaparecieron, lo que no lograban era encontrar la energía de quien o quienes lo producían.
— Voy con ustedes — Gohan se preparó para salir volando.
— NO — su madre estaba tan asustada que lo abrazó y se tiró al suelo con él — no quiero perderte a ti también.
— Pero mamá, yo debo ir.
— Es mejor que le hagas caso, volveremos pronto — el namek le hizo una señal con la mano, y con el humano de los 6 puntos en la frente se fueron.
— Mamá... suéltame, debo ayudarles.
— Ni lo digas, ya perdí a tu padre, ellos pueden contra quien sea.
Pero la sensación de que algo malo iba a pasar no dejaba al pequeño.
La madre seguía preocupada, sabía lo que sentía su hijo, y que tarde o temprano iría con los otros, a pesar de la vigilancia que tenía sobre Gohan, él logró huir. Se puso el traje de pelea que le dio Piccolo durante el vuelo, llegó justo para ver cómo sus amigos morían, cuando vio a su maestro caer, algo en él explotó, y por fin se pudo convertirse en un super sayayin, en ese estado trató de golpear a los asesinos, pero los dos ciborg le dieron una paliza que lo dejó muy mal herido, pero al menos vivo, por suerte para él Bulma estaba cerca en uno de sus vehículos, y a pesar del dolor por la muerte del padre de su hijo, y los demás, tuvo la fuerza suficiente para llevar los cuerpos a la Corporación Cápsula para darle entierro. Cuando pudo llamó a Milk para contarle cómo estaba su hijo.
— Gohan ¿Qué hiciste? Te dije... — siguió con su verborrea, pero el niño no escuchó nada, estaba en sus dolorosos recuerdos — ¡¡Tú tienes la culpa Bulma!!
— Ella no tiene la culpa de nada — el pequeño interrumpió a su madre, molesto por su actitud — esto es solo mi culpa, yo debí ser más fuerte, así podría haberlos protegido... pero no pude... no soy como mi padre — lloró hasta que sacó toda su tristeza.
— Quédate tranquilo Gohan — la madre cambió su actitud al ver el dolor de su hijo — los países encontrarán la forma de detener a esos rebeldes, tú debes preocuparte solo en estudiar.
Pero como pensaba el mitad sayayin ninguno de los terrestres pudo resistir el poder de los androides, así las cosas el hijo de Goku escapó de su casa para irse a vivir con Bulma, sabía que no había otra forma de salvar a la humanidad, sus sueños de pequeño quedaron en el camino, sabía que era la única esperanza para todo el planeta.
Con su poder se había enfrentado a 17 y 18, pero no había logrado hacerles daño, por eso si quería tener una oportunidad de salvar a los humanos, necesitaría la ayuda del hijo del príncipe de los sayayins, a quien empezó a entrenar.
Durante mucho tiempo Milk iba regularmente a la Corporación Cápsula para llevarse a su hijo a su casa, siempre con el mismo resultado, cuando lograba ver a Gohan, él le pedía perdón y se iba lejos hasta que su madre se marchaba. Al final la viuda comprendió que no lo haría volver. Dejó de buscarlo, igual en donde iba escuchaba del guerrero dorado que luchaba contra los androides para ayudar a los humanos, la mujer trataba de no enterarse de nada para no sufrir tanta angustia, cuando volvía a su casa le hablaba al retrato que tomaron cuando su niño era pequeño, y estaba en los brazos de su padre.
— Hijo ¿Cuándo volverás? No me importa el mundo... tú eres mi mundo... ahora que no tengo a tu padre a mi lado, y tú no quieres vivir conmigo, siento que nada tiene sentido.
Por años Milk vivió sola añorando el retorno de Gohan, hasta que un día vio un vehículo con el logo de la Corporación Cápsula detenerse en la entrada de su casa, su corazón se detuvo, al ver la expresión de Bulma, cayó de rodilla, su mayor temor se había hecho realidad.
— Por favor llévame donde tienes su cuerpo — la científica no dijo nada, respetando el duelo de su amiga.
En el camino la viuda le avisó a su padre, Ox Satán, quien se reunió con ella en la Corporación, la mujer se mostró tranquila, demasiado para quienes las conocían, tomó la mano del cuerpo helado, recordó cuando era niño y dormía tranquilo en su cama, sus ojos se aguaron, en ese momento el gritó que dio se escuchó en todo el lugar.