—Señorita, señorita despierte. —Siento como soy zarandeada y abro mis ojos de golpe.
—¡Que! ¡Ah! Ya desperté —balbucea volviendo a la realidad.
—Vamos a descender y necesito que este preparada —informó la mujer con una falsa sonrisa en su rostro.
—Si, gracias por despertarme —mentí. En definitiva no quería despertar. La mujer alta asintió y se alejo por los pasillos del avión. Procure no dormirme otra vez mientras el avión aterrizaba, lo cual fue muy difícil a decir verdad.
***
Luego de pasar las revisiones necesarias al momento que llegue en el aeropuerto, Ya me encontraba esperando mis maletas para poder largarme de aquí.
Esa maquina del demonio se trago mis maletas ¿o qué?
La voz de Ed Sheeran interrumpió mi pelea mental con la máquina estúpida. Saque el teléfono del bolsillo de mi pantalón y conteste, sin siquiera saber de quien se trata.
—Hola —conteste rápidamente mirando con odio a la máquina. Ojalá y se le aflojen unos tornillos.
—¿HOLA? ¿CÓMO QUE HOLA? —reclamo mi amada abuela del otro lado de la línea.
Ella siguió pelando a través de la línea, así que decidí alejar el teléfono de mi oreja lo más que pude, No quería tener problemas de sordera tan pronto.
—Abu, calma, respira —trate de calmarla.
—¿Cómo que me calme? Me tenias con el corazón en la boca ¿por qué no habías llamando?
—Abu, si no había llamado es porque acabo de llegar y estoy esperando las maletas.
Eso pareció relajarla, puesto que sus gritos locos dejaron de escucharse y comenzó a entablar una conversación como una persona normal. En ese momento la causa de mi retraso apareció ante mis ojos. Tome las maletas mientras presionaba el teléfono contra mi odio para poder tener accesibilidad en mis manos. Seguí escuchando las alocadas advertencia de la abuela. Sosteniendo mis pesadas maletas, manteniendo la cabeza en una extraña posición, Decidí que debía despedirme.
—Abu, debo irme, habla…— Mi frase no puede ser terminada debido a la falta del aparato móvil contra mi oreja.
Mi celular se había caído. No sólo se cayó, mi bebé quedó destrozado en el suelo. Había presenciado la muerte de mi hijo.
—Mierda —chille arrodillándome frente a los trozos regados de lo que solía ser mi celular.
¿Y ahora como saldré de este lugar?
Mi teléfono estaba destrozado, no se como llegar al departamento y por obvias razones no tengo forma de comunicarme con Luke. Ni siquiera se mi número de celular, mucho menos se cual es el de Luke. Que maravillosa forma de llegar a una ciudad… ¡PERDIDA!
Agh odio depender tanto de la tecnología, odio a esa estúpida máquina. Odio a mi maldito cerebro por ser incapaz de no recordar un número telefónico y odio a toda la humanidad. No hay razón alguna, sólo que cuando estoy molesta hasta el bote de basura se gana mi odio, lo cual es muy fácil obtener por mi parte.
Comencé a caminar por el estúpido aeropuerto, sin rumbo alguno. Nada mejor se le puede ocurrir a mi estúpido cerebro que vagar por el aeropuerto hasta que aparezca mi salvación. Estaba por llegar a las puertas del mismo cuando lo vi. Jamás pensé que un estúpido pedazo de papel, en algún punto de mi vida me haría tan feliz, pero paso. Una simple lámina blanca con mi nombre en tinta negra aparecía frente a mis ojos, logrando que mi felicidad fuera enorme. Me encaminó de inmediato con mis súper pesada maletas hasta quedar frente a la persona que sostiene el papel con mi nombre.
—Hola —saludo para llamar su atención. El chico que anteriormente se encontraba con la mirada perdida en cualquier otro punto concentro su atención en mi
—Hola, por lo que puedo ver tu debe ser Brooke Maxwell.
No idiota soy su gemela malvada, la verdadera esta en la maleta por eso pesa tanto.
Omití mi comentario sarcástico y asentí afirmando lo obvio: —Si esa soy yo, ahora vamos quiero llegar rápido.