Mirada Salvaje

CAPÍTULO 10

 

Las estrellas, tan visibles pero inalcanzables. Tan brillantes pero ignoradas. Lo mas importante para ver sus diferencias es admirarla, pasar horas mirando hacia la noche y detallando cada una de las millones de estrellas que se encuentran en el cielo. Algo si te puedo asegurar, nunca te cansarás de observarla cada noche, Y la noche en que no haya estrellas en el cielo no te sentirás igual, la noche no será la misma, sólo esperaras con ancias para que estas triste y decadente noche termine para que aparezca otra, otra que si desearás que sea eterna, otra en donde te sentirás pleno en donde todo lo ratos malos que pásaste en el día tenga su recompensas al mirar hacia el cielo, ese cielo feliz, ese cielo único, ese cielo lleno de arte y misterio. Desgraciadamente hoy es uno de esas noches oscuras sin artes en el cielo, sin estrellas que lo iluminen o llenen de felicidad.

 

 

 

—¿En que piensas? —cuestiono Hades sin despegar la mirada del cielo oscuro.

 

 

 

Estamos los dos tumbados en el pasto mirando hacia el cielo sin estrellas. Giro mi cabeza para mirarlo o mejor dicho mirar nuestros hombros que se rozan, se percató de que lo estaba mirando y despegó su vista de la noche oscura para enfocarla en mi.

 

 

 

—En que tu no quieres decirme tu secreto oscuro —miento, sus resplandecientes ojos grisáceos se agrandan ante mi respuesta.

—Yo… en —comienza a balbucear, claramente nervioso—. Ya dije que no entiendo lo que dices —protesto dejando que un suspiro se escapara de sus labios.

 

 

 

 

—Ya te explique Hades, así que escupelo —masculle con irritación, llevo media hora explicándole sobre el secreto oscuro que todos lo seres humanos tenemos. El secreto oscuro es algo muy común entre las personas.

 

 

 

 

—¿Por qué Quieres saber algo así? ¿Por qué no me preguntas otra cosa? Como mi color favorito o algo así ¿Por qué mi secreto oscuro, Brooke? —. Solte una carcajada ante sus estupidas palabras, bueno para mi son estupideces. Al verme riendo frunció el ceño.

 

 

 

—Porque al preguntarte tu color favorito no te conoceré realmente, sólo sabre algo que te gusta o prefieres, en cambio si se cual es tu secreto oscuro podré conocerte a la perfección, podré conocer tus verdaderas fasetas, sabré quien es el Hades verdadero, así que ahorremos todo y dime, Hades Weston ¿Cuál es tu secreto oscuro? —canturre lo último con una gran sonrisa en mi rostro.

 

 

 

—Eres demasiada extraña Brooke.

 

 

 

—Y tu demasiado común —ataque. Antes de poder seguir hablando una gota de agua cayó en la lente de mis gafas seguido de Muchas, Hades de inmediato se levantó.

 

 

—Debemos de volver adentro y buscar a luke—. Extendiendo su mano a mi dirección mientras la lluvia se intensificaba con cada segundo que pasaba.

 

 

 

Tome su mano levantándome del pasto mojado sin embargo en lugar de seguirle el paso a Hades me quede ahí parada disfrutando de la lluvia, disfrutando de las gotas de agua caer libremente sobre mi.

 

—¿Qué haces? ¿te quieres resfriar? —cuestiono claramente confundido por mis acciones.

 

 

—Estoy disfrutando de la lluvia, imbécil —aclare lanzandole una mirada asesina la cual dudo mucho que el haya visto, puesto que mis gafas y las suyas están totalmente empañadas.

 

 

—Si sigues ahí luego disfrutarás de una gran resfriado.

 

 

—Puedes dejar de pensar en el futuro por una maldita ves y disfrutar Lo que el presente te da.

 

 

Me encaminó lo más que mis gafas me permiten ver hasta llegar a él y toque su hombro para poder llamar su atención.

 

 

—¿Y qué quieres que haga entonces? —inquirió, sólo eso me basto para que una gran sonrisa se instalará en mi rostro sin poder evitarlo.

 

 

—Disfrutar—dije simple —vamos —tome su mano comenzando a caminar en dirección contraria a la casa.

 

 

—¿A dónde nos dirigimos?—. Ignore totalmente su pregunta y seguí caminando con él pisandome los talones.

 

 

 

 

 

 

***

 

 

 

 

 

Llevamos una hora caminando, o bueno correteando bajo lluvia, la cual nos trajo a un peño parque con vista perfecta al bosque.

 

 

 

—¿Dónde estamos, Brooke? —interrogó al detenernos en el ahora oscuro parque

 

 

 

—vamos a morir resfriados y perdidos—. Entorne lo ojos por el ridículo comentario y comencé a caminar ignorando su paranoia.




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