—Yo la amaba, pero ella a mi no —se lamento Javier mientras le servía otro trago y me servía uno para mi.
Al parecer vino a desahogar sus penas en el fiel amigo de los que sufren de amor el “alcohol” para ser más específicos tequila, después de un rato que el muchacho se sentó comenzó a relatarme sobre su fracasada historia de amor. Javier parece una persona amigable a pesar de que este triste por tener el corazón roto.
—Gracias —dijo bebiendo el trago de inmediato. —Es que no lo puedo entender ¿Qué tiene ese rubio que yo no tenga?
Me encojo de hombros sin saber que contestarle ¿Qué le podía responder? Si me estaba haciendo la misma pregunta, o casi la misma. Negué lentamente posando mi vista en otra cosa o mejor dicho en otra persona. Él se encontraba al otro lado del lugar atendiendo una mesa donde estaban un grupo de chicos, desde la penosa escena del vestidor no me ha dirigido la palabra —ni la mirada— en todo lo que va de noche, creo que así es mejor, Lo incómodo vendrá cuando termine nuestro turno de trabajo y nos tengamos que ir a casa juntos en un mismo vehículo, por primera vez en lo que llevo de mes trabajando en este lugar quisiera que las horas de trabajo no acabarán tan pronto, no quiero enfrentarme a Hades aún, ni a la incómoda charla que conociéndolo se que vamos a tener.
Seguía con mi mirada puesta en su espalda hasta que de un momento a otro este se giro y me sorprendió mirándolo, de entre todas las personas que se encontraban en la habitación él tuvo que dirigir su mirada directo a mi, y yo de masoquista en ves de desviar la mirada se la sostuve me quede en un trance mirando sus hipnóticos ojos grisáceos al igual que él se quedo mirando los míos. A pesar de las cientos de personas que podrían estar en ese lugar y que podrán estar pasando o hablando en el mismo lugar, en ese momento sentía que estábamos solos, nada más él y yo, sin ningún otro ruido, hubiera podido mirarlo y viceversa toda la maldita noche, si una chica ebria no hubiera tropezado con él haciendo que este desviará su atención a ella.
—Te gusta ¿no? —inquirió Javier con una sonrisa surcando sus labios, si hay algo que he aprendido de Javier en lo poco que llevo conociéndolo es que puede llegar hacer muy bipolar. Iba a responder lo estúpido que había sonado eso cuando el chico volvió a interrumpirme
—Oh claro que te gusta y no lo inteste negar se nota de aquí a China.
—¿Qué? Por supuesto que no Javier, el alcohol te Está afectando el cerebro, yo no me enamoro —declare sirviendo nuevamente otro trago con la diferencia de que este me lo tome yo en ves del chico.
Aquella situación y palabras de Javier hizo que el calor en el lugar se intensificará de alguna extraña manera.
—No me vengas con esa mierda, yo decía lo mismo y mira como termine.
Es cierto algo de eso, él me comento hace rato cómo se confío de no poder enamorarse nunca de alguien y termino envuelto en un triángulo amoroso bastante intenso en el cual fue rechazado. Javier era el prototipo de chico que por donde lo mires es sexi aparte de tener un increíble personalidad, apuesto el era el típico chico deseados por todas, podría tener a todas las que quisiera, supongo que asumió que el amor no sería algo necesario en su vida, hasta haber conocido a aquella chica y por ende a ver sido rechazado por la misma, supo que se sintió el amor y el rechazo, en una sola persona.
—Pero hay mucha diferencia, Javier, yo no quiero enamorarme y lucharé para evitarlo, no estoy interesada en vivir ninguno drama amoroso.
Él soltó una carcajada en repuesta a mis palabras, por su risa cualquiera pensaría que le estaba diciendo el chiste más gracioso del mundo.
—¿Te estás escuchando? Suenas igual a mi hace un año, te lo digo desde ahora eso no será posible, nadie puede evitar el amor con éxito, es imposible —declaró con un tono de voz muy serio. —Y créeme tu no serás la excepción.
—¿Por qué crees eso? El hecho de que tu te hayas enamorado no quiere decir que yo vaya hacerlo —exclame dejando en claro que ya no me hacía gracias todas sus palabras.
—Porqué ya estas jodida. —Antes que pudiera preguntar el por qué, él siguió. —Se ve que te gusta ese chico, no lo puedes ocultarlo y no podrás seguir negándolo por mucho tiempo, no puedes evitar algo que ya sientes, así que ten cuidado de perder algo bien por miedo —advirtió y bebió de su trago lo más relajado de la vida. En cambio yo estaba en un estado de procesamiento. Me sentía una computadora tratando de procesar información nueva, hasta podía sentir como en cualquier momento aquella información marcaría una gran “x” roja y las palabras error aparecerían en mi cerebro. No podía aceptar algo tan ridículo como aquello ¿desde cuando él se había convertido un experto en el amor? Justamente vino a este maldito bar a embriagarse por ser una mierda en el amor. No podía creer tal seriedad de sus palabras si momentos atrás estaba riendo. No podía creer que me dijera que no evitará el amor cuando a él le fue tan mal.