Me encontraba recostada en la cama de Hades, escuchando música mientras él estaba en el escritorio haciendo su tarea. Esta demás decir lo aburrida que estaba en ese momento.
—¿Me lo harás?
—¿No te haré nada deja de insistir, hazlo tú misma?
—Es que yo no se hacerla bien, vamos hazla —insiste levantando la libreta que estaba a mi lado, donde se encontraba la tortura que a perseguido a todo ser humano por el mundo, la plaga que no se puede exterminar, unos ya han aprendido a vivir con ella y otros en cambio siguen sufriendo la tortura de llevarla cada día.
—No te haré tu tarea de Matemáticas, Brooke, hazla tú —gruñó.
—Por favor, te lo suplico. —Me levante para dirigirme al escritorio junto a él, junte mis manos he hice un mohín con los labios. Él suspiro y tomó mi cuaderno de matemáticas.
—Bien —cedió. —Pero solo te explicaré, presta atención, también tengo trabajos que hacer. — Di un grito de victoria y lo abrace.
—¿Y tanto amor a que se debe? —Inquirió cerca de mi cuello, reí divertida y me separe de él.
—Tal vez se deba a que necesito 20 dólares —declare extendiendo mi mano mostrándole el billete que le había sacado de su bolsillo mientras lo abrazaba.
—¿Pero que?—. Saco la billetera y se dio cuenta de que le faltaba el dinero, despegó su mirada de esta y la clavo en mi —eres una ladrona, te pondré campanas en los dedos de ahora en adelante —exclamó divertido y me arrebato el billete de las manos.
—oye. —Trate de quitárselo. —ordene una pizza y necesito dinero.
—Págala con tu dinero, para eso trabajas. —Espeto poniendo el dinero fuera de mi alcance.
—Ya el mío lo gaste, y quiero pizza, simple —indique, levantándome para quitarle el dinero, abrí la puerta de la habitación con él siguiéndome los pasos.
—No usarás mi dinero para comer, devuélvemelo —reclamo casi alcanzándome. Esa fue mi señal y salí corriendo sin dirección alguna por todo el departamento. —Ven aquí pecosa ladrona —grito tratando de alcanzarme.
—No, quiero comer —grite devuelta y seguí corriendo, divertida por la situación, tal vez no podía mirarlo, pero sabía que el también se estaba divirtiendo con esto.
Tocaron el timbre y asumí que seria el que trae la pizza. Lo siento Hades, tu dinero será gastado. Él pelinegro también escucho el timbre y se apresuró a alcanzarme.
—oh no, no gastarás mi dinero.
—Sabes que lo haré —proteste tocando el pomo de la puerta para abrirla, sin contar que Hades ya me había alcanzado, me tomo de la cintura dándome vuelta quedando frente a frente quedando demasiado cerca el uno al otro, nuestras respiraciones eran superficiales. Él en lugar de alejarse se acercó más, y yo en lugar de alejarlo enrolle mis brazos en su cuello.
Me olvide totalmente de quien estaba en la puerta, olvide de que estábamos recostados contra el marco de la puerta y olvide de que aquella noche en el trabajos habíamos prometidos no besarnos más. Me olvidé de todo porque en ese momento sólo quería sentir sus labios contra los míos y al parecer él también lo olvidó. En ese momento sólo recordaba lo dulce y únicos que son sus besos y quería volver a probarlos, cuando estaba apunto de suceder, cuando nuestros labios estaban a milímetros de tocarse…
—SORPRESA —grito una voz que pude reconocer al instante. ¿Cómo no hacerlo? Al escucharla empuje al pelinegro puesto que él seguía perplejo.
—¡Abu! ¿Pero que haces aquí? —Salude tratando de disimular la vergüenza que sentía en el momento, porque mi abuela haya presenciado esa escena. Ella me miró divertida ante mis notable desesperación y luego me abrazo, agradecí tanto que no haya hecho ningún comentario como los que ella suele hacer. En medio del abrazo solté todo el aire que Hasta el momento no sabia que contenía, ella lo noto y soltó una risita.
—Te extrañe mucho brujita, la casa se siente vacía sin ti y Logan —mustio separándose de mi.