Mirada Salvaje

CAPÍTULO 19

 

Después de un día lleno de muchas sorpresa y emociones al fin había llegado a su fin, o eso es lo que creía. Mi abuela decidió quedarse conmigo y obviamente yo fui echada de mi habitación, ahora tendré que dormir en el sofá.

 

 

 

— ¡karma¡ —canturreo Luke pasando por mi lado con un vaso de agua en su mano.

 

 

 

 

 

—¿Perdón? —Le arrebate el vaso de agua que tenia en su mano.

 

 

 

—No hace falta tu perdón, verte miserable me reconforta —contestó con una gran sonrisa, la cual fue borrada por mi al lanzarle el vaso de agua en su cara.

 

 

 

Soy asombrosa.

 

 

 

El rubio me devuelve la mirada asesina antes de marcharse casi echando humo como una locomotora, yo por otro lado estalle en carcajadas y así estuve por un rato hasta que me di cuenta de mi miseria. Tendría que dormir en el sofá, en el nada cómodo sofá. Puse la manta en sima del sofá de cuero negro ¿Qué puede ser más incómodo que dormir en un sofá de cuero negro? Ah si, que el maldito sofá tenga forma de “L” en definitiva eso es mucho peor. Mañana de seguro será como si mi cuello no estuviera atado a mi cabeza, Quiero a mi abuela y todo pero no quiero que me haga dormir en el sofá ¿Qué clase de persona le hace eso a alguien? Ha cierto yo lo hice con Luke, ahora entiendo lo de sus burlas. Me acosté en el sofá, o intente hacerlo y me arrope con la manta para cubrir el frío después de un largo día al fin iba a dormir.

 

 

 

 

 

 

 

No puedo dormir, este día a sido una perra conmigo y ahora no puedo dormir. El sofá si que es incómodo, ya no siento mi cuello y tengo esa horrible sensación de que en cualquier momento alguien entrará por esa puerta y morderá mi cuello hasta dejarme sin sangre. Bueno tal ves sea un poco exagerado pero no tengo la culpa de eso, los libros la tienen.

 

 

 

Resignada de mi fallido intento por dormir, me levante para dirigirme a la cocina por algo comestible, tome mi teléfono y mire la hora, este marcaba las 2 de la mañana, abrí el refrigerador y en el había un jugo de no se que exactamente pero me lo bebí todo, parecía fresas. Después de guardar todo en su lugar iba devuelto a mi infiero para tratar dormir, lo cual se veía casi imposible de lograr. Me detuve a mitad de la sala y me quede viendo la tortura donde tendría que dormir, luego mi vista se desvío un poco de ahí para fijarse o en otra cosa, en el pasillo, ahí estaba las tres puertas y en cada una habitaba un ser durmiendo en la comodidad de una cama sin tener que pasar dolor en incomodidades. Así que una loca idea se introdujo en mi cabeza, la cual hizo que mi corazón comenzará a latir desenfrenadamente.

 

 

 

Mire el sofá, para luego desviar mi mirada al pasillo de nuevo, estuve así por un rato con la idea girándome por la cabeza, hasta llegue a marearme de tanto pensar. Así que tome la decisión más alocada o más adecuada depende de que punto sea vista.

 

 

 

Decidida camine por el pasillo hasta detenerme en la segunda puerta, puse mi mano en el pomo de la puerta y tome aire antes de girarla. Todo estaba igual que esta tarde, lo libros estaba apilados correctamente en la repisa, la ventana seguía abierta, el escritorio seguía lleno de los mismo papeles, lo único diferente era él, él que ahora no estaba en el escritorio estudiando sino que se encontraba en su cama profundamente dormido. Camine hasta llegar a su cama y me acosté a su lado. El pelinegro me daba la espalda, pero de igual forma irradiaba calor, mi corazón estaba que salía de mi pecho, tome la manta que lo cubría y me cubrí a mi, ante eso ni siquiera se inmutó. Pero esa no era la idea rodé en la cama quedando frente a Hades, este seguía profundamente dormido, entorne los ojos al verlo, lo peor era que se veía adorable mientras dormía, mientras yo parezco un grifo abierto por babear, Me acerqué cada ves mas y él no despertó, así que decidí tomar otro método. Tome su brazo que estaba sobre su cabeza y metí mi cabeza apoyándola con el otro brazo. En ese momento casi podría jurar que ese era el lugar más cómodo en el que había estado.

 

 

 

—Te habías tardado —susurro Hades rodeándome con sus brazos mi cintura, atrayéndome más a él, haciendo que nuestros rostro quedarán a centímetros de tocarse. —Ahora duerme pecosa.

 

 

 

Me distraje mirando sus ojos que a pesar de la oscuridad sus ojos grises emitían un brillo que nunca había visto en otra persona, sin embargo todo el trance término y me dio tiempo de pensar.

 

 

 

—No estabas dormido ¿verdad? Sólo fingías —deduje desviando la mirada para evitar perderme otra vez en sus ojos.




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