—¡oh mira este te quedaría perfecto! —exclamó mi abuela con entusiasmo enseñándome un vestido.
Dirijo mi vista al vestido y casi me da un infarto al verlo, ni loca me pondría esa arma mortal con mucha lentejuelas, es demasiado pequeño, pero eso no es lo que me molesta, lo que realmente lo hacía era el hecho que el vestido sólo lo podría usar una persona desnutrida, jamás cabría en mi. No me gustan lo vestidos y no está en mi interés usar uno, Sólo vine para pasar tiempo con mi abu y para comer unos Hot dog, no para comprar vestido o maquillaje, o todo lo que mi abuela quiera comprar. Además había otra razón para venir y era no pensar en lo que vi, pero claro eso no funciono porque todavía miles de preguntas sobre aquello me rondaba por la cabeza, y para rematar la causa de mi dolor de cabeza apareció en la tienda.
Está mañana en la universidad me encontraba buscando a Hades, cuando lo encontré abrazando de más a Benecia, la misma chica que me saludo el otro día, y no sólo eso ella se encontraba llorando desconsoladamente sobre su pecho. No tenía idea de que ellos siquiera se conocían, tal vez hasta mantenga una relación y yo ni siquiera sabía, se supone que soy su amiga y debería decirme ¿no?
Benecia y todas sus amigas entraron a la tienda riendo como si no pasará nada, como si hace unas horas no la hubiera visto llorando en el pecho de Hades. Gruñí y trate de esconderme entre la multitud de ropa para que no me viera, no quería saludarla en este momento, de hecho no quería ni que las personas respiran cerca de donde yo lo hago.
En este tiempo había escuchada varias cosas de ella y todo el grupo, no eran cosas nada bonitas, todas tienen un tipo de reputación de ser, las perras del mal, hacen lo que quieren a toda costa, claro cuando lo escuchaba no le prestaba atención porque no soy a las que le importa la vida de los demás mientras no se metan Conmigo todo bien, Pero ella se esta metiendo en mi amistad con Hades y eso si me interesaba.
—Hola, Brooke —Saludó Benecia detrás de mí.
¿Por qué? Tan grande que es está maldita tienda y ella tuvo que venir a la zona de bufanda y lo peor descubrir mi maldito escondite, maldita sea todos.
—Hola, Benecia —salude levantándome y regalándole una de las más falsas sonrisas. Ella me devolvió la sonrisa con la excepción que la de ella era verdadera o eso me hacía creer, no lo se, no se nada, como tampoco se que relación tiene con Hades. Pero como ser discreta no es lo mío lo dije: —¿Qué tipo de relación tienes con Hades?
La pelinegra al percatarse de mi pregunta se atragantó con su propia saliva y sus ojos casi se salen de su cráneo.
Alguien esconde algo y me lo va a tener que decir si o si.
—En… yo él … —balbuceo mirando para todos lados menos a mis ojos.
—Benny ¿Por qué querías verme? —espeto una voz a mis espalda la cual puedo reconocerla en cualquier lugar.
—¿Darian? —dije al ver la cabeza del castaño asomándose por el mostrador, ¿Qué hacía él aquí ¿ y ¿Por qué estaba escondido tras el mostrador?
Benecia al percatarse de mi mirada la desvío desde mi supuesto amigo al supuesto acosador. Aprovechando de su distracción, al acercarse a Darían empuje al pelinegro al probador más cercano, si planeaba matarlo no debo de tener testigo.
—¿¡Benny!? —chille.
Hades retrocedió un poco poniendo sus manos en señal de calma. —No pienses algo que no es.
—Como mierda no voy a pensar en algo que no es cuando es, maldito sesuso —grite dándole un manotazo a sus manos, la cual intento tocarme, Él en lugar de replicar o molestarse, simplemente entorno los ojos y dejo escapar una carcajada.
—¿Celosa? —inquirió arqueado una ceja.
Celos ¿Qué?, yo no estoy celosa simplemente estoy furiosa de que me ocultará su relación con ella, como me oculta eso también puede ocultarme otras cosas, pero claro no le diría eso en su lugar la repuesta sarcástica brotó de mis labios;
—Claro yo estoy tan celosa, como tu eres un experto en baile.
—Al menos no soy la que lleva como un mes sin arreglar su cabello.
—¿Como te atreves, maldito? —grite tirándome encima de él dispuesta ha golpearlo.
—¿ QUÉ ESTÁ PASANDO AQUI? —grito una empleada al vernos dentro, para ser sinceras en una muy comprometerá escena.
—Señora no es lo… —comezón a explicar el pelinegro, pero fue abruptamente interrumpido por la empleada.
—Es mejor que se larguen hacer sus porquerías a otro lado, sino quiere que llame a la seguridad —ordenó, sin decir una palabra más obedecimos y nos fuimos del lugar.