Mirada Salvaje

CAPÍTULO 32

 

No podía creerlo. No podía aceptar el estuviera ahí encerrado en una caja, sin vida. No podía, simplemente no podía con todo. No podía llorar, sin lágrimas he quedado. No podía gritar, ya que me he quedado ronca por tantas veces que grite su nombre, que lo llame. Ya no podía con el peso de este sufrimiento, así que me deje ir.

 

 

 

 

 

 

La tome entre mis brazos antes de que tocara el suelo, de inmediato su abuela se acercó preocupada.

 

 

 

 

—Brooke, Brooke -murmuró su nombre mientras la zarandeaban una y otra ves. Todos en la sala desviaron su atención de lo que estaba haciendo y la concentraron en nosotros.

 

La señora Melissa no dejaba de tratar despertarla, mientras seguía llorando con más fuerzas. Luke la abrazo por los hombros alejándola un poco de Brooke, Ella con los ojos hinchados acepto y se fue con él, no sin antes decirme que dejaba su tesoro en mis manos, asentí e ignorando a las personas a mi alrededor, me retire con ella en mis brazos para acostarla en su habitación. De seguro los nervios de toda la situación hizo que cayera en la inconsistencias. A este punto en la que la he visto llorar, gritar y sufrir como nunca antes, creo que es lo mejor que este inconsciente, por ahora.

 

 

 

 

 

Me duele ver por todo lo que esta pasando. Me duele ver en dolor en sus mirada, esa mirada que hace unos días logré llenar de felicidad. Ya no queda rastro de esa maravillosa mirada. No importa lo que cueste haré que esa mirada vuelva, porque eso es lo que merece Brooke; felicidad. Ella a sufrido mucho, es tiempo de que su vida este llena de felicidad y nada más que eso.

 

 

 

La recuesto en la cama delicadamente, luego de hacerlo la abrigo con una manta, acomodando su almohada para que esté mejor, ella se queja un poco y se que son pesadilla, es ahí donde mi preocupación regresa. Suelto un largo suspiro acariciando un poco su cabellera colorida, aportándola de su frente, hago lo mismo unos cuantos minutos hasta que veo una cabecita de cabellos oscuro asomándose por la puerta. La otra mujer que tengo que hacer feliz a toda costa entre en la habitación con su típicas mejillas rojas y unos ojos llenos de tristezas. Ya me acostumbre a ver esa mirada, a lo que todavía no me acostumbro es al dolor que siento al verla así.

 

 

—Benny ¿Qué haces aquí? —Cuestiono alejándome un poco de Brooke para no despertarla.

 

 

 

 

—Vi cuando saliste con ella de la sala y quise saber como estaba. —Contestó acercándose más a mi hasta abrazarme con ternura.

 

 

 

—Está inconsciente, pero bien.

 

 

 

 

—Se que ella esta bien, bueno dentro de lo que cabe, yo hablo de como estas tu tonto.

 

 

 

 

 

—Me duele verla de esta forma, me preocupa de lo que sea capaz de hacer. Estábamos tan felices en ese lugar y luego paso esto —suelto apoyando mi barbilla en su cabeza.

 

 

 

—Se como se siente. —Claro que lo sabe. —Te lo prometo Enzo ella lo superará, es fuerte, se dará cuenta que hay dolores que es mejor dejarlo ir y ponerte a perseguir tu felicidad.

 

 

 

 

—Eso espero Benny, no quiero verla sufrir y sentirme un inútil al no poder hacer nada, para que este feliz —espeto liberando al fin ese idea que ronda por mi cabeza desde hace días.

 

 

 

—Tal vez ella perdió algo importante, pero tienes que desmotarle que no era lo único importante. Hay muchas cosas importante por las cual vivir —musito liberando un largo suspiro. Me sorprende que Benny hable de esta manera y me enorgullece a la ves. Benny paso por algo muy similar, o igual que Brooke, perdió a una persona fundamental para su vida y cayó en un estado horrible por algunos meses, por lo que me está diciendo veo que lo comienza aceptar. En realidad más que unas palabras de aliento para Brooke, en su lugar son para ella misma.

 

 

 

—Gracias Benny, gracias por soportarme con mis inseguridades y problemas estúpidos.

 

—No tienes nada que agradecer, somos familia y para eso estamos —dice rompiendo el abrazo. Se quedo mirando a Brooke y sonríe para luego centrar su ojos en mi de nuevo. —Desde el principio me cayo bien, y desde que los vi junto supe que sería mi futura cuñada —agregó riendo levemente, al igual que ella sonreí revolviendo su cabello como si de una niña se tratara.

 

 

—Veo que estas en lo cierto, aunque nuestra felicidad duró muy poco.

 

 

 

—Oye, no te acomplejes, ella saldrá de esto. Necesita todo tu apoyo y amor para que sea más fácil, ahora tendré que irme antes de que las chicas comiencen a preguntarme porque me esfume, hablamos luego, cuídala —se despidió con un beso en la mejilla y un último abrazo antes de salir tratando de acomodar su cabellera negra del desastre que había provocado.




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