Mirada Salvaje

CAPÍTULO 34

Fue egoísta, ella quiso liberarse del sufrimiento dejándome a mi con todos, ¿es que no se ha dado cuenta que si se va me arrastra con ella? ¿Es tan ciega para no ver el efecto que eso causaría en mi?

 

Mi mundo se derrumbo cuando la encontré en esa tina. Juro que vi como la vida se escapaba de su cuerpo, ahí fue cuando me mi vida también salió del mío. No sabía que hacer estaba muerto en mi lugar, aún creo que estoy muerto al saber que ella está en un cuarto de hospital debatiéndose entre la vida y la muerte, y yo sigo aquí sin poder hacer nada. Me siento inútil y eso sólo hace que mi desesperación sea más grande. Ha este punto estaría dispuesto a dar mi vida sin pensarlo dos veces.

 

“Ella ha sufrido de depresión desde los 14”

 

Esas fueron las palabras de su abuela al llegar al hospital y ver mi clara desesperación, aquello me dejó completamente atónito. Me costaba creer que alguien con su personalidad y forma de ser, podría sufrir de depresión pero era así. Las persona no son siempre lo que se ve a simple te vista. Su abuela se encargo de contarme todo, la parte más dañada de Brooke, esa parte oscura que la hacia ser quien era en realidad, aún así la amaba por sobre toda las cosa, sobre toda esa maldita oscuridad. Al parecer comenzó a marcar su piel desde lo 14 desde ese momento fue llevada a un psicólogo quien le diagnostico con depresión y fue forzada a visitar uno cada maldita semana y tomar pastilla todo los días.

 

Aprendió a ocultar lo mal que estaba con humor negro y lo supo mantener hasta la vista a de todo. Hasta su propia familia, convenciéndola de que estaba bien y tal vez era así, nada podría ser seguro.

 

Ahora muchas cosas cobran sentido, tal el como porque siempre se empeñaba en usar sudaderas dos tallas más grande que ella, era para ocultarlas sus marcas, para que nadie pudiera ver lo que la hacía débil. Como el hecho de que en la mitad de la noche siempre se despertaba con lágrimas en los ojos, ella creía que nadie lo notaba pero era así. Como se menos preciaba a cada momento que podía, siempre creí que era una forma de broma, que ni ella podría salvarse de su mal humor, pero en realidad lo hacía de verdad. Se odiaba y no me di cuenta de eso. No me di cuenta de que no se amaba, sin embargo ella lo podría ocultar de la forma más fácil, mostrando su maldita sonrisa, la cual decía que todo estaba malditamente perfecto, cuando no era así, cuando nada estaba bien, cuando todo estaba jodido, y yo no puedo ver. Fui el primero en ser cegado por esa sonrisa sin poder ver la tristeza más allá de esta.

 

Seguía golpeando el piso mientras me maldecía una y otra vez, ella no podía irse, no podía simplemente esfumarse y dejarme aquí solo, con simple mortales.

 

—Lo siento, la mentó no advertirte de lo tóxica que podría ser ella —espeto Luke sentándose a mi lado hundiendo su cara entre sus manos. —Perdóname por haber dejado que ella te arrastrara a su oscuridad. Creí que tu podrías salvarla, pero no fue así.

 

Deje de mover mi pie y mi cerebro quedo en blanco ante las palabras del rubio, él lo sabía, él sabía todo y no me lo dijo. Desvíe mi mirada concentrándola en él, quería matarlo por haber guardándose todo. Estaba dispuesto a reclamarle hasta que su mirada conectó con la mía, hasta que pude divisar la increíble tristeza en sus ojos.

 

—Familiares de Brooke Maxwell —llamó una enfermera apareciendo de la nada, en ese momento dejé todo de lado y me levante de la silla.

 

—¿Cómo esta? Dígame que esta bien.

 

Su abuela llegó hasta la enfermera tomándola por los hombros, Ben tomó a su madre alejándome de aquella mujer.

 

—Por ahora no podemos confirmar nada, pero necesitamos un donante la sangre. La cantidad que perdió fue demasiada.

 

—Yo, Sáquela toda si es necesario.

 

La enferma apenas hace un asentamiento y me pide que la siga, todos en sala me ignoran sumida en sus propios mundos de tristeza, Luke ahora sostiene a Melissa, mientras que el señor Ben se encuentra lo más alejado posible apoyando su peso en una máquina expendedora. Su amiga en cambio está llorando sin pudor alguno en el pecho del pelirrojo, quien no hace más que acariciarle el cabello mirando al vacío sin alguna expresión en su rostro.

 

 

Llegamos a una habitación donde me hacen tomar asiento en una esquina, mientras la enfermera junto a dos más comienza a sacar algunas cosas, que puedo reconocer una bolsa de la que seguro llenarán con mi sangre, y una que otras ondas.

 

El proceso es lento y tortuoso, aunque eso no es nada, no es absolutamente te nada de lo que podría seguir dando por ella.

 

—¿Puedo verla? —es lo primero que digo cuando noto que la enfermera esta dispuesta a salir de la habitación dejándome solo y mareado con una galleta de avena y un jugo de naranja. —Por favor —añadí en un largo suspiro.




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