Mirada Salvaje

CAPÍTULO 35

 

—Tienes visitas —informa la mujer al entrar en la habitación, estaba apunto de preguntar de quien se trataba cuando veo una cabeza colorida entrando a la habitación, de inmediato pude reconocer a Elliot, el cual al verme me regala un intento de sonrisa.

 

Se ve horrible, esta más pálido que nunca

Sus ojos están llenos de tristeza y bajo estos mismos se pueden apreciar unas grandes ojeras.

 

—Cuando quieran pueden pasar a la sala de estar —anuncia la misma mujer antes de salir, dejándome sola con el pelirrojo.

 

Luego de un rato él deja escapar un suspiro antes de hablar: —¿Cómo esta todo?

 

Suelto una pequeña risita ante su estúpidas palabras y respondo: —Fabuloso, ahora estoy donde pertenezco, entre dementes igual que yo. —Sin una pizca de gracia en mis palabras me levanto de la cama para dirigirme a la ventana.

 

—No estas loca Brooke, y si estas aquí fue por tus actos, necesitas ayuda —explicó tratando de acercarse a mi.

 

Como si ya no hubiera escuchado esa palabras de todos, todos me han dicho lo mismo y he llegado a la conclusión de que esas palabras sólo es otra forma de decirme loca. Ya en estas semanas he tratado de aceptar que es así.

 

—¿Mis actos?, ¿mis actos? Sabes porque son mis supuestos actos. Si lo acepto, estoy loca, pero no traten de cambiar lo que soy, desde hace años cometo estos actos —mascullo mientras hago comillas con los dedos.

 

—CASI MUERES —grita ya sin paciencia, toma aire al percatarse de su tono de voz y sigue: —Casi mueres por despreciar al mundo, por un impulso estúpido de que la vida no tiene sentido. Si, la muerte de Logan no es fácil para ti, pero no por eso tu vida termina, no por eso tienes que ignorar a las personas que te queremos y sufrimos por tu decisión. ¿Crees que tu abuela hubiera resistido la muerte de su nieta?, eres la luz de sus ojos, pero no, fuiste egoísta y te centraste en tu dolor, tomando decisiones estúpidas.

 

Sin contestarle le doy la espalda quedando frente a la ventana llorando en silencio. Es lo único que hago desde hace dos semana, llorara y seguir llorando, sólo sirvo para eso; para lamentarme viendo lo inútil que soy para cualquier Otra cosa.

 

Elliot llega hasta donde me en cuanto y me rodea con su brazos dándome un fuerte abrazo, trato de calmara mi llanto pero en su lugar más sollozos se escapan de mis labios.

 

—Tienes razón, soy una estúpida, ¿eso quieres que te diga?

 

—Si lo eres, pero también eres terca, así que no dejes de luchar, no dejes dejarte llevar por tu tristezas. Debes ver más allá de entre este montón de mierda, estas dejando ir las cosas buenas…, y Brooke—. Se separa un poco de mi para conectar su mirada con la mía. —Debes dejar de hacerte daño y menos preciarte, tu vales mucho, eres fundamental, además esto no es lo que Logan hubiera querido —agrega limpiando las lágrimas que caen sin parar de mis ojos, apenas puedo asentir antes sus palabras y el vuelve a abrazarme.

 

—De seguro hubiera querido estar aquí conmigo.

 

—Si, pero ahora no lo estas y tu si, tienes que seguir luchando para seguir estando viva —musita alejándose de mi para sentarse en el borde de la cama.

 

—Y tu Elliot ¿lo extrañas?—. Él pelirrojo desvía la mirada hacia otro lugar de la habitación mientras un suspiro cargado de tristeza se le escapa de los labios.

 

—Tanto como tú, después de todo somos amigos desde niños. Además yo estuve ahí cuando paso el accidente.

 

—Ahora que será nuestra vida cargando este hueco que él ha dejado.

 

—No será fácil, Brooke, pero tendremos que acostumbrarnos a este hueco de dolor y con el tiempo transformarlo en uno de recuerdos—. Desvía su mirada de algún punto perdido y la centra en mi, con sus azules ojos a puntos de llorar pronuncia: —Él no se irá, si nosotros no lo dejamos ir, sino lo olvidamos, él vivirá con cada recuerdo y cuando estemos listo, ahí en ese momento es que lo dejaremos ir.

 

Asiento sin decir nada más, mirando al vacío, pensado en todo, sin hacer nada. Lo mismo hace Elliot. Con el silencio reinando, los recuerdo inundando la habitación, y los sentimientos a flor de piel nos mantenemos un rato, sin decir nada más, nada había que decir el silencio en ese monto era perfecto no había incomodidad, sólo había comprensión.

 

Pero claro ese silencio no puedo ser eterno y él hizo la pregunta, y segunda razón de mi insomnio cada noche, aparte de mis pesadillas: —¿por qué no quieres verlo?

 

No tenía que decir nada más, se a quien se refería, se cual es el problema, y la respuesta. Lo que no sabía era si dársela.

 

Después de todo él estuvo a mi lado cuando departe pero no cuando me fui del hospital, no quería que estuviera, no quería que siguiera a mi lado. Me sentía débil y expuesta, por eso desde las semanas que he pasado encerrada aquí no he permitido que el me visite.




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