Mirage: El Secreto de Zed

XXI

Capítulo 21. El gran engaño.

ZED

Algo anda mal.

El evento de la empresa del padre de Lin está a punto de terminar y no ha pasado absolutamente nada sospechoso. El anuncio del ascenso del señor Collins fue hace casi una hora y Lin permaneció todo el tiempo junto a su madre; el Gorg se quedó a muchas mesas de distancia actuando como una persona normal. No fuimos descuidados en ningún momento, Tayana nos transformó en otras personas con su don, así que nadie pudo reconocernos.

No entiendo qué está pasando, pero una horrible necesidad de salir de aquí se ha adueñado de mi.

El evento finalmente termina a la medianoche y todos comienzan a salir del edificio en medio de risas y alagos, los chicos y yo nos miramos confundidos pero seguimos a la gente hacia la calle, nos detenemos a un lado de la salida observando a los padres de Lin pedir su vehículo al valet, justo en ese momento el infiltrado de Gideon se acerca a ellos y me pongo a la defensiva, me acerco a Dexter, quien luce como una adinerada mujer y susurro en su oído.

—Tú y Tayana vayan a vigilar al valet, no me gusta su demora. Asegúrense de que no haya problemas.

Él asiente y se marcha enredando su brazo con el de Logan, es decir, Tayana.

—Parece que está felicitando al señor Collins —susurra Ryker a mi lado.

Floyd pretende estar en su teléfono.

—Hay que estar alerta, en cualquier momento podrían venir los demás y secuestrarlos a todos. No puedo creer que hayan cambiado el plan a última hora.

—No creo que lo hayan cambiado —susurro sin quitarle los ojos de encima al hombre—. Este siempre ha sido el plan.

De pronto los ojos maliciosos de Hammong se encuentran con los míos y una extraña sonrisa se forma en sus asquerosos labios, como que pese a mi nueva imagen supiera exactamente quien soy. Mis cejas se juntan cuando parece mirar de reojo a alguien, sigo su mirada y entonces mi cuerpo se tensa al distinguir una figura bastante familiar casi al final de la calle, donde termina el gigante edificio.

El auto de los Collins llega y Hammong se despide cordialmente de ellos para después comenzar a caminar hacia un auto negro que parece estarlo esperando más adelante. Los señores Collins y Lin ingresan a su auto, la chica nos da una última mirada desorientada antes de cerrar la puerta. Regreso mi atención hacia la figura al final de la calle, endurezco el rostro cuando lo veo entre las sombras de la noche desplegar sus alas, de un salto emprende vuelo, mis ojos lo siguen hasta que parece aterrizar en la plataforma de observación del Empire State.

Me giro hacia los chicos.

—Sigan a los Collins, asegúrense de que lleguen a su casa y vigílenlos, no podemos confiarnos. Un descuido y podrían llevarse a Lin.

—¿Y tú? —me pregunta Ryker preocupado.

Le extiendo mi mano, él la estrecha con fuerza.

—Tengo que hacer algo, los alcanzaré en un rato. Tengan cuidado.

—Cuídate tú, imbecil. ¿Qué le diré a mi tía si regreso sin tu blanco trasero?

—Estaré bien. Ahora largo.

Ryker bufa y se marcha junto con Floyd.

Doy media vuelta para adentrarme de nuevo al edificio, me dirijo apresuradamente hacia el elevador para oprimir el número del piso de la plataforma, unos minutos después el aire gélido me da de lleno revolviendo mi cabello y mi ropa con rudeza. Doy un par de pasos observando con suma atención todo a mi alrededor, me detengo cuando lo veo de espaldas en una esquina. Una risa lenta de pura maldad sacude su cuerpo, sus manos arrugadas se alzan para acomodar su sombrero cuando el aire amenaza con llevárselo.

—¿Qué es todo esto? —le pregunto con dureza apretando mis manos en un puño.

Gideon no se voltea hacia mi para encararme, se queda observando la ciudad pero cuando habla puedo notar perfectamente la burla en su tono de voz.

—Una de las cosas que me encanta de toda tu familia es que cuando creen que van un paso adelante de sus enemigos se confían. Ese egocentrismo y su manía por creer saberlo todo los llevó a pensar que yo había muerto hace tantos años, cuando en realidad... estaba preparándome para esto —extiende sus manos señalando con las palmas abierta la gran ciudad de Nueva York—. Era demasiado obvio que tú no serias la excepción, eres uno de ellos, lo traes en la sangre, ya sabía cómo engañarte.

—¿De qué hablas?

—De la princesa, obviamente.

Junto mis cejas, no entiendo.

—Lin está con su familia, mis aliados la protegen.

Una estruendosa carcajada sale desde lo más profundo de su pecho, y es hasta entonces que decide mirarme. La diversión en sus ojos aviva mi furia, me hace sentir como un idiota porque parece que él sabe todo lo que yo no.

—A quién le interesa la seguridad de esa humana inmunda, yo ya tengo lo que vine a buscar.

Mi rostro se desfigura.

—Lin es la princesa, fallaste —escupo con enojo. Mis palabras solo lo hacen reír más.

—Te equivocas —canturrea mostrando sus horribles dientes mientras se pasea por la plataforma, lo sigo guardando las distancias—. La princesa ya está con mi gente, seguramente ya se encuentre arriba de nuestro avión, camino hacia su destino.

—Lin es la princesa, todos sus datos coinciden, la información está mas que clara. Deja tus artimañas a un lado y admite de una vez por todas que fallaste. Ríndete Gideon.

Él se detiene y me mira de reojo.

—¿Te refieres a la información manipulada que ocultamos en la casa de uno de mis hombres?

Me tenso completamente y comienzo a sentirme como un imbécil.

—He conocido a tu asquerosa familia desde antes de que nacieras, mocoso. Sabía que la mejor forma de sacarte de mi camino era usando la debilidad que caracteriza a todo tu clan. Así que ideé un plan perfecto, sabía que nos vigilaban y usé eso a mi favor; armé todo un escenario y les hice creer que tenía todo sobre la princesa en mis manos. Así pensarían que estaban un paso adelante, pero la realidad es que siempre han estado diez pasos detrás de mi.




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