Mirage: El Secreto de Zed

XXII

Capítulo 22. Los mellizos Itvermony.

ZED

Llegamos a mi casa alrededor de las cuatro de la mañana. Ha sido una madrugada sumamente difícil. Ryker, Floyd y yo fuimos a la isla donde Gideon tenía su guarida con la esperanza de encontrarlos aún allí, pero la dura realidad es que ellos ya se habían ido de allí hacía algún tiempo.

Estuvimos acompañando a Dexter después de encontrarnos con la guarida vacía; el cuerpo de su madre ya se encontraba en la morgue de la ciudad, tuvimos que llevar a Cassie al hospital para que atendieran una fractura en su muñeca y luego todos tuvimos que testificar una historia convincente ante el jefe de policía. No podíamos decirles la verdad, involucrar a la policía sería contraproducente para todos nosotros, además de que pondríamos más en peligro a Isabella, así que no era una opción. Pasamos la mayor parte de la madrugada en la estación de policía hasta que nos dejaron ir. Todos coincidimos en reunirnos en mi casa para hablar de todo lo que había pasado y pensar en dónde podríamos empezar a buscar.

Nos adentramos a La Cueva arrastrando los pies, el cansancio es evidente en cada uno de nosotros. Dexter ayuda a Cassie a pesar de que se rompió la muñeca y no las piernas.

—¿Puedo usar tu baño un momento? —susurra la rubia mirándome apenada.

Asiento.

—Está detrás de las escaleras.

Ella se adentra en mi diminuto baño mientras que los demás nos lanzamos hacia los sofás. Dexter suelta un suspiro mientras se pasa las manos por el rostro, luego sus ojos verdes idénticos a los de Isabella se dirigen directamente hacia mi, trago fuerte sabiendo lo que se avecina.

—Necesito que me digas la verdad, Zed. No entiendo por qué se llevaron a mi prima, ¿qué hizo ella? ¿por qué se la llevaron? Dijiste que mi familia estaría a salvo, que ellos no tenían nada que ver en esto, y ahora mi madre está muerta y mi prima secuestrada. ¿Qué está pasando? —la desesperación en su voz es extrema.

—Todo fue una trampa, Dex —susurro con una gran nudo en la garganta—. Él me tendió una gran trampa y yo como un idiota caí en ella. Fallé la misión, les Fallé a ustedes y... le fallé a la heredera... Isabella.

Todos me miran impactados.

—¿Qué? —balbucea Dexter mirándome sin entender nada.

Desvío la mirada incapaz de sostener la suya.

—Isabella es la princesa. Todo este tiempo ha sido ella. Gideon se dio cuenta antes que yo y... planeó todo este show para distraerme y que así dejáramos a Isabella indefensa para él podérsela llevar. Se la entregué en bandeja de plata.

—Pero se supone que tu tía dijo que cuando la vieras sabrías quién era la princesa. ¿Cómo no pudiste ver que Isabella era ella? ¿Cómo no viste que Lin no lo era? —suelta Dexter con enojo.

—¡No lo sé! —exploto estresado y furioso conmigo mismo—. Yo... no lo sé, nunca se cruzó por mi cabeza que Isabella era ella... yo... no pude verlo, lo siento Dex, sé que es mi culpa todo esto, nunca pensé que ella sería la heredera.

Antes de que él pueda decir algo más, Cassie sale del baño.

—No es tu culpa. Jamás hubieras podido saber que Isabella era la princesa —murmura caminando hacia nosotros para sentarse en el único espacio libre que queda.

Dexter la mira con asombro.

—Lo sabías —afirma incrédulo—. ¿Desde cuándo, Cassie?

Los ojos de la rubia no se despegan del suelo mientras comienza a hablar.

—Hace un par de años, cuando mis padres decidieron irse de viaje y dejarnos a Isa y a mi a cargo de tía Ophelia. Accidentalmente escuché una discusión que tenían en el estudio de casa una noche antes de que se fueran, los oí hablando sobre la princesa y mencionaron que la hora se acercaba, luego papá dijo que tenían que proteger a Isabella a como de lugar, pero que la caja de oro no podía seguir perdida. Allí uní los puntos, los enfrenté y no tuvieron más remedio que contarme el gran secreto.

La observo con atención, la necesidad por saber más me lleva a casi rogarle por más información.

—¿Puedes contarnos?

Ella asiente y toma un poco de aire antes de comenzar.

—Cuando los bebés de los reyes de Kruscarén nacieron, tuvieron que enviarlos lejos del país antes de que fueran atacados por los Alarkios...

—Espera —la interrumpe Floyd y yo quiero darle un puñetazo—. ¿Bebés? ¿Hay dos herederas?

Cassie niega con la cabeza y sus ojos temerosos se enfocan en Dexter.

—Solo hay una heredera. Pero los reyes tuvieron mellizos, así que la heredera tiene un hermano. Ese hermano... eres tú Dexter.

Todo el aire parece abandonar los pulmones de Dexter, su rostro palidece y parece estar al borde de un desmayo. Comienza a negar lentamente sin creer lo que dice Cassie.

—Pero mis padres...

—Seguirán siendo tu padres, Dex, así no sea de sangre. Ellos te amaron con todo su corazón, lo sabes, ¿verdad?

Él asiente despacio pero dos grandes lagrimas descienden de sus ojos, los cuales se quedan fijos en la alfombra gris.

—¿Y qué paso después de que enviaron a los mellizos lejos? —pregunta Ryker en un murmullo.

—A la niña se la llevó el consejero real, el niño fue enviado con su hermana... mi madre.

Mis ojos se abren en grande.

—Mi madre lo llevó a Nueva York, le pidió a su cuñado y a su esposa que lo cuidaran, que le dieran su apellido, así el príncipe podría crecer como un niño normal, con una familia normal, así estaría a salvo. Tres años después el hermano de mamá enfermó de gravedad y al no poder contactarse de inmediato con mamá tuvo que dejar a Isabella en un orfanato en otra ciudad para él poder volver a despistar a los malos. Luego mamá supo que había muerto.

—¿Y cómo supieron entonces que Isabella estaba en un orfanato? —pregunta Tayana.

—Porque mi madre trabajaba en servicios sociales y fue la encargada de ayudar al matrimonio Collins para que pudieran adoptar a una niña. Por cosas del destino terminaron llegando a la casa hogar donde estaba Isa, donde apenas acababa de ingresar Lin, mamá reconoció al instante a Isabella, no solo por sus ojos y la cicatriz en su pecho, sino por la poderosa esencia que desprendía su sangre.




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