Mirage: El Secreto de Zed

XXIII

Capítulo 23. ¿Zed?

ISA

Mi corazón duele tanto que parece estar a punto de explotar, es un dolor tan intenso y destructivo que incluso parece dejarme sin aire. Me encuentro nuevamente sumida en la oscuridad, sola, rendida, destruida. Mi cabeza no deja de darle vueltas a las palabras de Gideon, no dejo de pensar en mi familia... en la gran mentira en la que viví por tanto tiempo, me consume pensar que todo lo que me rodeaba era tan solo una farsa. Me destruye pensar que lo que creí que era mi mundo... todo este tiempo no ha sido más que un espejismo.

Me niego.

Me niego rotundamente, debe haber algún error... tienen que estar equivocados. Yo no soy ninguna princesa perdida, no soy la heredera de nada. No tengo nada que ver en toda esta maldita historia. Solo soy Isabella, la humana sin gracia que detesta matemáticas, la que va con su mejor amigo a comer donas glaseadas en la repostería a escondidas de su tía, la que lleva años fantaseando con el mejor amigo de su primo... soy la chica más común y ordinaria del mundo. Aquí hay un error.

La determinación se adueña de mi enviando a un lado el miedo. Si me quedo aquí hecha un bulto asustadizo no lograré nada, debo pensar con la cabeza fría y buscar la manera de escapar. Debo volver, Dexter ya debe saber lo que pasó... Dios mío, él debe estar destruido por tía Ophelia, y Cassie... debo volver, ella también parecía estar muerta.

Impotente rodeo los barrotes de la jaula con mis manos y la sacudo con insistencia pero es imposible abrirla. Después de varias horas intentándolo desisto, pero noto que el lugar ya no se sacude así que debemos haber llegado a donde sea que me arrastraron. Entonces decido ser inteligente; cuando me saquen de aquí intentaré buscar la manera de escaparme de sus manos, solo espero no ser sedada o amordazada de los pies.

De golpe la euforia y la esperanza se me desvanecen de mi pecho cuando la realidad me da de lleno en la cara, ¿cómo se supone que escape de un ser sobrenatural con alas que fácilmente podrá atraparme si huyo? No tengo poderes como los chicos, no puedo volar... soy una humana. Van a hacerme pedazos y no podré evitarlo por más que lo quiera.

Pasan largas horas hasta que se dignan a venir por mi. Los hombres que se adentran al oscuro lugar se me hacen escasamente conocidos, no es hasta que tengo a uno lo suficiente cerca que recuerdo donde los vi antes, son los hombres horribles con los que encontré a Zed luchando la primera vez que lo vi usando sus dones, antes de ser secuestrada por Gideon. El calvo al que le di con el extintor es quien se encarga de sacarme a tirones de la jaula y amordaza mis manos con una cuerda. Él me deja ver sus asquerosos dientes con una turbia sonrisa y sus ojos de loco me observan con burla.

—Hola de nuevo, pequeña niña escurridiza.

Hago una mueca de asco al sentir su apestoso aliento sobre mi cara. Sus sucias manos estrujan mis brazos sin sutileza obligándome de mala manera a caminar fuera de la que fue mi carcel durante todas estas horas. Al salir confirmo que se trata de un avión, es un avión de carga, en lugar de asientos hay miles de cajas y cargamento que no logro ver a detalle. Me obligan a salir del avión por una oxidada escalera, afuera ya es de noche y para mi desgracia no logro ver nada que me indique en dónde diablos estoy.

El temor se apodera de mi así como la soledad y la tristeza. Pero la impotencia es la que me destroza, no poder hacer nada me desespera, no sé cómo lograré salir de esto. Mi única esperanza es que los chicos me encuentren, pero dudo que lo hagan pues parece que me han traído al medio de la nada. Este lugar ni siquiera parece un aeropuerto, creo que es una pista clandestina.

Caigo bruscamente sobre mis rodillas al rasposo asfalto cuando el hombre me empuja con una fuerza descomunal. Mis manos actúan con rapidez e impiden que mi rostro se estampe contra el suelo, pero mi piel se desgarra y siento el escosor de las heridas en ellas y en mis piernas. Ahogo un sollozo, pero me niego a derrumbarme frente a ellos. Unas botas viejas se detienen frente a mi, alzo las mirada y observo desde el suelo al protagonista de mis pesadillas. Gideon se pone de cuclillas frente a mi y su mano huesuda se entierra en mi cabello para tomarlo con fuerza haciéndome jadear de dolor.

—Si tenías alguna esperanza en que tu noviecito y sus estúpidos amigos vendrían a buscarte ya puedes ir olvidándote de ella. Los ineptos nos siguen la pista pero... me encargué personalmente de dejar rastros falsos que los guiarán hacia la nada. No van a encontrarte nunca.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—Crees que eso me derrumba, pero en realidad me hiciste un gran favor —susurro entrecortadamente—. Así no podrás dañarlos, ellos estarán a salvo y yo estaré feliz. Jamás vas a poder destruir mi corazón, no importa lo que hagas... no vas a poder borrar mi amor por ellos, mi amor por él.

Sus ojos se vuelven rojos al escuchar mis palabras, en un abrir y cerrar de ojos me lanza del cabello a varios metros, grito cuando mi cuerpo cae duramente sobre el suelo. En segundos Gideon vuelve a mi y me da una patada en el estómago que me deja sin aire. Mi instinto de supervivencia me hace reaccionar cuando recupero el aire e intento ponerme de pie para huir pero él vuelve a golpearme derribándome de nuevo. Gruño de dolor y sin pensarlo mucho lo pateo en la cara, su rostro se llena de ira y deja ir varios puñetazos en mi rostro, una pequeña lucha se desata entre los dos; yo intento desesperadamente defenderme pero eso solo incrementa la furia de su ataque.

Me termina sometiendo cuando comienza a usar su poder sobre mi. Me quedo quieta cuando siento que comienzo a asfixiarme, ahora mi lucha es por recuperar el aire, una presión espantosa se instala en mi garganta. Él ni siquiera me toca, solo se encuentra de pie frente a mi con una mano extendida en dirección a mi pecho. Las fuerzas comienzan a abandonar mi cuerpo y las imágenes de todos los buenos momentos compartidos con mis seres queridos comienzan a pasar uno tras otro frente a mi, el llanto se apodera de mi y dejo de luchar.




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