Querido Andrés:
Nos conocimos el primer día de escuela, cuando ambos estábamos en la secundaria. Éramos de salones distintos pero los primeros en la fila. Desconozco la razón, pero mis ojos te buscaron sin saber quien eras. Me fuiste a devolver la mirada pero no pude conectar mis ojos contigo, soy una cobarde lo admito, a día de hoy sigo siendo una cobarde.
Los días pasaron y mis ojos siempre te buscaron, pero también siempre huyeron. ¿Por qué iba a ser capaz de mirarte? ¿De decirte que estaba empezando a sentir algo por ti? Pero nunca me atreví.
¿Sabes lo gracioso?
No supe como reaccionar cuando supe que teníamos una amiga en común. No supe como reaccionar cuando ella dijo que el primer año tu también sentiste algo por mi. ¿Hubiera cambiado algo?No me hago esa pregunta a menudo, pero si soy consciente de que mucho cambió luego de eso.
Te convertiste más que en mi amigo menos que en un romance.
Éramos consciente de lo que sentía el otro, pero nunca me atreví, nunca diste el paso. Y un lazo inquebrantable nacía entre nosotros al que sigo sin poder darle nombre. Y de lo que tanto huía era lo que más disfrutaba, el hecho de mirarte a los ojos.
Cuando en ocasiones solo nos quedábamos ahí en silencio, buscando con los ojos lo que no podíamos decir con palabras.
Los años pasaron y entramos al instituto, juntos en el mismo salón. No sabes lo contenta que estaba cuando te vi, tanto que te senté a mi lado para no sentirme sola, tu solo me sonreíste con tus hoyuelos a los lados.
Me había acostumbrado a estar juntos con este lazo, me había acostumbrado a siempre tenerte a mi lado. Andrés, siempre fuiste él que viste más allá de mis sonrisas, y solo me dabas en beso en mi cabeza y me calmabas. Pensé que mi amor había acabado, lo sentí de esa forma, me reía cuando pensaban que éramos pareja, tu solo reías.
Me rompieron el corazón, ¿lo recuerdas? Estabas ahí y querías golpearlo, yo te lo impedí mirándote a los ojos, decías que eso te calmaba.
Tu apoyo, tu cercanía, nuestro lazo se afianzó más, hasta que un día dijiste que me dirías algo a la mañana siguiente. ¿Por qué no fui? Porque emprendí de sorpresa un viaje, todo se puso en contra para vernos.
¿Qué me dirías?
¿Por qué te veías tan nervioso?
Miles de preguntas pasaron por mi cabeza, todas sin respuestas porque no te volví a ver. No supe más nada de ti.
Mi vida cambió, hice amigos, construí nuevos lazos, pero el tuyo estaba envuelto en mi corazón como un tatuaje, tenía tu nombre Andrés
.
Hasta que me volvieron a llamar para una reunión de ex-alumnos. Y fue como el primer día, busqué tus ojos, pero cuando me devolviste la mirada no huí y sonreíste porque también lo notaste.
Fue como si el tiempo no hubiera cambiado nada entre nosotros dos y fue cuando me di cuenta de que seguía amándote.
No solo amando el recuerdo de lo que fuimos, amaba al hombre que veía ahora.
Pero mi vida había cambiado, todo había cambiado.
Luego de la reunión me buscaste para hablar un rato, caminamos en silencio y una película de nuestra vida juntos pasó por mi cabeza. De lo que vivimos, de las sonrisas, de los momentos, de todo, y mi corazón se encogió.
Me rompiste el corazón cuando te sentaste a mi lado en la banca y me dijiste con una sonrisa triste que me seguías amando. ¿Por qué me hiciste esto? ¿Por qué ya no podía decirte que yo sentía lo mismo?
Intenté guardar mis lagrimas pero no pude, y tú, Andrés, tú con una sonrisa viste mi anillo de compromiso y dijiste que te alegrabas por mi.
Lloré con más fuerza cuando el ayer me recordó todo lo que olvidé, mi corazón había hablado en silencio.
Pero el destino nos jugó una mala pasada en que ambos éramos peones.
Cuando el silencio reinó entre los dos tus ojos me volvieron a hacer sentir como la primera vez, no importaron los años, te seguía amando.
El destino fue caprichoso entre los dos, pero aun así no podía decirte que yo también sentía lo mismo por ti. Pero no me diste tiempo cuando me robaste las palabras. Un sabor explosivo disfruté cuando lo salado y lo dulce su unieron en nuestro beso, lleno de nostalgia, tan bello como triste.
Era tan doloroso, nuestros destinos se enlazaron pero era un final desde el inicio. Nos amamos en silencio, hablamos con los ojos, pero todo fue con demasiada intensidad.
Aunque este era el adiós ahora, me pediste que te mirara a los ojos sabiendo que nuestros caminos se separan. No había forma de que pudiéramos amarnos, yo tuve miedo de la vida, tú callaste frente a ella.
Pero aun así no miramos al pasado porque sabíamos que nuestro amor había el más puro de todos ¿No crees eso Andrés?
Y ahora te escribo esta carta a un mes de haberte visto.
Una carta que dice lo que yo no pude, una carta que no llegará a tus manos.
¿Amarás nuestro recuerdo? Eso haré yo también, y veremos si en otra vida podemos ir en contra del destino, tal vez seamos más valientes, hasta entonces miraré tus ojos en mis sueños.
Este es mi adiós, ojalá las palabras hubieran salido sin doler tanto.
Te amo Andrés.
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Editado: 14.05.2024