Mírame a los ojos

3

Di un salto en la cama cuando el sonido del exterior me despertó. Miro a mi alrededor notando que me había quedado dormida con la misma ropa de ayer luego de haber hablado con mi madre y mi amiga. El cansancio pudo conmigo y me dormí enseguida puse la cabeza en mi almohada.

Aun adormilada salgo de mi cuarto encontrándome con una mujer de unos cuarenta años con un hiyab beich que hace juego con su vestido del mismo color.

Me mira con sorpresa como si no se esperara para nada que yo me despertara ̶ Lo siento mucho Señorita por haberla despertado.

Le doy una suave sonrisa para tranquilizarla ̶ No te preocupes, tengo el sueño ligero, ¿Cómo te puedo llamar?

Su expresión se relaja y me da una suave sonrisa ̶ Mi nombre es Halima Señorita.

̶ Un gusto Halima ̶ miro mi aspecto y por una parte me siento avergonzada de encontrarme en un lugar como este con tal aspecto ̶ Halima, necesito un poco de ayuda, no tengo equipaje conmigo, solo necesitaría unas pocas cosas hasta que mi amiga me traiga mi ropa mañana.

̶ Oh por Allah, eso es un problema grave, llamaré a una amiga de una tienda.

̶ Recuerda Halima, no es necesario tanto, solo algunas cosas.

No debí haber dicho nada.

No había terminado de tomar mi desayuno cuando un ejército de chicas apareció con decenas de bolsas por el ascensor.

Ni siquiera tuve tiempo de preguntar que hacían ellas cuando me arrastraron a mi habitación, específicamente al vestidor. Según escuché las chicas trabajaban en una de las tiendas de lujo que pertenecían a la cadena de hoteles.

̶ Halima, Halima ̶ repito varias veces llamando su atención mientras me tomaban medidas, la mujer se acerca llevando también telas de colores llamativos en su manos ̶ No hacia falta esto.

̶ El Señor Zaid mencionó que era indispensable.

̶ No tengo como pagar esto…

̶ No se preocupe señorita, este es un regalo de bienvenida.

Me dio la espalda y en silencio me dijo que no iba a aceptar otro reclamo por mi parte. Esto era muy incómodo por mi parte debo de admitir, a pesar de la variedad de telas y prendas de ropas. De lo lujosas que se veían, me sentía fuera de lugar, claramente sabiendo que este no era mi tipo de ambiente.

Las chicas trabajaron como una sola buscando lo adecuado para mi según mi figura, trabajo, color de piel y gustos. No tuve ni que mover un solo dedo y por una parte era bastante gracioso.

Tres horas después me dieron un respiro y ahora descansaba en la soledad de mi baño con un merecido baño caliente. Ayer no tuve tiempo de visitar el baño como ahora.

Cuando entrabas por la puerta había dos lavados de mármol blanco, en la esquina cubierto por un cristal opaco el toilet. Doblabas a la izquierda y una ducha cuadrada de tamaño mediano junto al lado de un jacuzzi que ocupaba la mayor parte. En la pared habían estantes en donde se guardaban las cremas, los champuses, y toallas. Un paraíso, en especialmente cuando el agua caliente ahora mismo relaja todo mi cuerpo cansado.

Mi teléfono suena y sin ver de quien se trataba contesto ̶ ¿Se puede saber en dónde demonios estás?

Me alejo el teléfono y veo el nombre de Hugo, hago una mueca completamente consciente, porque en este momento de relajación lo menos que quiero hacer es hablar con mi ex-prometido, casi futuro esposo.

̶ Buenos días para ti también Hugo, aunque no sé que hora es en España en este momento.

̶ Déjate de juegos Sofía, tengo varias preguntas para ti ̶ no era muy difícil descubrir por su tono de voz lo molesto que se encontraba ̶ ¿Por qué no contesta mis llamadas? ¿En donde te encuentras? Y la más importante de todas ̶ espero con paciencia sabiendo cual es la otra pregunta que ahora me hará mientras alzo mi pierna y me entretengo con las burbujas ̶ ¿Por qué me abandonaste en el altar?

Tenía razón al no querer haber hablado con Hugo en el aeropuerto. Tal vez no me dolió tanto, no sufrí ni lloré la traición. Pero por alguna parte si debo admitir que me molesté. A pesar de todo, le di lo mejor de mi durante esos tres años, y quería casarme con él, hasta que lo vi con su amiga.

̶ ¿Por qué no le preguntas a tu amiga? ̶ cuando se queda sin habla me confirmó que no se esperaba mis palabras ̶ no voy a reclamarte nada Hugo, ya no es mi problema ̶ cerré mis ojos sintiendo la veracidad de mis palabras ̶ me fui en silencio no por ti, por mi, quería ahorrarme dramas innecesarios, lo que le vas a explicar a tu familia te lo dejo a ti.

Colgué sin esperar respuesta de su parte y suspiro al haberme sacado un peso de encima y me dispongo a salir del agua. El baño tiene dos puertas, una que da a mi cuarto directamente y otra que pasa por el vestidor. Me pongo unos leggins negros y un polo blanco aprovechando la soledad de mi casa y el resto del día que me queda.

La cama de mi habitación es enorme para mi, en donde casi pueden dormir siete personas cómodamente. Las sábanas cremas hacen más ameno el lugar gracias también a la vista de la ciudad que te permite el cristal. Dos escalones te permiten llegar hasta la cama y a cada lado habían dos pequeñas mesitas.

Mientras me preparaba un café suena el intercomunicador junto al ascensor ̶ Señorita Sofía, el Señor Zaid me dijo que vendría a verla el Gestor de Ventas para unos papeles.

A la vez miraba mi teléfono viendo el mensaje de Zaid confirmando lo que escuché. Mientras esperaba por la llegada del Gestor me perdí en la vista de la gran ciudad y del desierto a lo lejos. Cuando sentí el ruido de llegada me volteo a verla y sentí como todo a mi alrededor se hubiera silenciado.

Hacia solo dos meses que no veía sus ojos castaños, solo hacia dos meses que lo había visto parado frente a mi.

Con esa certeza de que la vida no nos iba a volver a reunir, de que el recuerdo de él esa noche iba a ser lo único que me quedara de él.

Pero ahora…

Ahora estoy consciente de que lo tengo frente a mi, como si nunca nos hubiéramos despedido. Como si los dos no hubiéramos llorado por el dolor del adiós.




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