Misma sangre

Capítulo 2: Martes

Hoy me levanté temprano, Sam no vendrá por mí, no siempre puede hacerlo, si mi padrastro nos descubre se armaría un gran lio. Anoche hablé con la señorita curiosidad, mi hermana, me preguntó todo sobre Sam, su edad, su helado favorito, su película favorita, muchas cosas, y en realidad yo no pude contestar a todas, al parecer debo conocer un poco más a mi enamorado.

Mi hermana estaba muy ilusionada, creí que se pondría furiosa, pero, no fue el caso, me dijo que era el chico perfecto para mí, también pienso lo mismo, y es que es tan adorable, tierno y amable.

Luego de hablar mucho sobre mí, le pregunté por qué ella no tenía enamorado y me dijo que prefería no tenerlo por ahora, además la reacción de mi padrastro la aterraba, también pensaba lo mismo, nadie debía enterarse, ni siquiera mi madre, mi hermana me dijo que me ayudaría, mientras conseguíamos ejecutar nuestro plan, huir de aquí, solo esperábamos que yo cumpliera dieciocho años para llevarme con ella para lo cual solo faltaba unos días, ya que los cumpliría la siguiente semana.

Ambas no aguantamos vivir aquí, nuestra familia había cambiado desde hace mucho tiempo, tanto mi hermana como yo ahorrábamos cada día, para poder tener algo para empezar una nueva vida, yo quería que mamá se fuera con nosotras, mi hermana nunca me respondía.

Ahora que lo pensaba, la relación entre mi mamá y mi hermana no era y no es muy buena, mi hermana siempre solía ser fría con mamá, en cambio ella trataba de acercarse a mi hermana. Nunca se lo pregunté, dudo que me responda, supongo que todo se debe a que ambas no somos hijas de mi padre, él es nuestro padrastro, lo conocí cuando tenía ocho años y Marial tenía diez, al principio todo era felicidad, él nos quería mucho.

Salíamos a comer helados, ver películas, todo, éramos niñas muy felices, de pronto las cosas empezaron a cambiar, ahora no quedaba nada de aquellas bonitas temporadas.

Así entre tanto pensamiento termine de arreglarme, asearme e irme al colegio. Ahí estaba Sam, también vi a Jhon. Jhon era parte de otro grupo de estudiantes, Sam y yo éramos del mismo grupo.

[…]

Al finalizar toda la jornada escolar, me fui con Sam, me acompañaba a casa, era lindo poder caminar con él, hasta que nos encontramos cerca de mi casa, íbamos tomados de la mano, cuando inevitablemente me encontré con mi padrastro, me observó de manera fría.

¿Qué puedo decir de él?

Nada, no hablamos nunca, pero esa mirada siempre me erizaba la piel.

¿Qué hace aquí?

Se supone que trabaja hasta más tarde.

Hasta mucho más tarde y nunca ¡nunca! Apareció en casa a esta hora, salvo en los días que no trabaja.

─ Mariam ve a casa ahora.

─ Padre… ─ Odio llamarlo padre. Él era todo menos eso para mí. Antes de terminar, observé sus manos indicando la casa, tenía un carácter difícil, así que si no seguía sus órdenes se formaría un escándalo en casa y en este lugar, no quería tener a todos los vecinos alrededor nuestro. Lentamente inicié la caminata y observé de reojo a Sam. Cuando me alejé unos metros mi padrastro dejó de observarme, así que me detuve.

─ ¿Quién eres tú? ─ Gritó mi padrastro. Como siempre.  

─ Buenas tardes, Señor… soy Sam, el enamorado de su hija. ─ Sam trataba de mantenerse calmado, sin embargo, mi padrastro empezó a reír escandalosamente.

─ ¿Enamorado?, ¿escuche bien?, por favor, mi hija, aún es una chiquilla para eso, así que no quiero volver a verte por aquí. ¿está claro? ─ Respondió mi padrastro.  

─ Pero…

─ Nada de peros muchacho, no quiero verte de nuevo, tengo algo en casa que no te gustará ver, así que no vuelvas a aparecer por aquí. ─ Amenazó como siempre, mi padrastro no solía decir palabras amables nunca.   

En cuanto presentí que todo iba a terminar empecé a caminar rápidamente hasta llegar a la puerta, mi padrastro llegó detrás mío, mamá abrió la puerta y ambos ingresamos, adentro estaba Marial.

─ ¿Así que tienes enamorado eh? ─ Espetó mi padrastro.

─ Padre…Te lo iba a decir. ─ Estaba empezando a asustarme debido a la fría mirada de mi padrastro.  

─ ¿Cuándo? eres muy chiquilla para tener enamorado, ¿Qué crees que dice el vecindario de ti? No quiero que lo vuelvas a ver.

─ Pero padre. ─ Trato de replicar. Apenas me doy cuenta de que fue mala idea, sus palabras siempre son órdenes.

─ Nada, Mariam, creo que no te quedo claro

─ Padre mi hermana está en todo su derecho. – Dice mi hermana. ¡Sí! otra que metió la pata.

─ ¿Oíste eso? ─ Dice observando a mi madre ─ ¿Qué clase de hijas tengo que mantener? – Mi mamá solo agacha la mirada. ─ Mejor dicho hijas que no son mías, porque si fueran mis hijas no serían así.

─ ¡No tienes porqué tratar así a mi mamá! ─ Grito, sé que se encendió la furia. Pero es que estoy ¡cansada! De como trata a mi madre, de cómo nos trata a nosotras ¡hastiada! En realidad, estoy ¡hastiada de este hombre!

─ ¡No me levantes la voz! ─ Gritó mi padrastro, ahora más enojado.

─ Mariam cálmate ─ Susurra mi hermana. ─ No nos metas en más problemas. 



#2117 en Novela contemporánea
#1576 en Detective
#895 en Novela negra

En el texto hay: asesinatos, familia, venganza

Editado: 17.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.