Abro los ojos lentamente, al parecer es muy temprano ya que no hay rastros de sol, observo la ventana con la cortina abierta. Mi hermana es extraña, ¿a quién le gusta dormir con la cortina abierta?
Me duele un poco la cara. Me levanto sigilosamente, mi hermana al parecer está bastante bien dormida. Abro la puerta de su habitación, el pasillo se ve vacío.
Estoy por salir cuando la habitación de mamá se abre. Es mi padrastro quien sale, no me ve, y yo no quiero hablar con él, así que cierro la puerta cuidadosamente. Seguramente ya es hora de que se prepare para ir a trabajar. Me siento en el borde de la cama, mi hermana sigue sin dar señales de estar despierta.
Opto por irme a su vestuario, seguramente mi hermana debe tener algún espejo. En cuanto encuentro uno me acerco a verme la cara, tengo un hematoma, mi mejilla esta hinchada y roja, hasta se puede ver una tonalidad verde.
No debería ir así al colegio, afortunadamente desperté temprano, podría tratar de maquillarme, usar hielo, no sé.
Iba saliendo tranquilamente del vestuario, cuando en medio de su habitación veo a mi padrastro.
¡Se supone que no quería verlo!
¡Ahg!
Lo primero que hace es verme sorprendido, luego me mira enojado y grita, como siempre.
─ ¡Aquí estabas!
─ Buen día papá. ─ Cuanto odiaba decirle “papá”.
─ Escúchame bien, supongo que te quedó claro que no quiero volver a verte con ese muchacho ¿verdad?
─ S…í… Lo entendí perfectamente. ─ Respondo llevándome nstintivamente una mano a mi mejilla lastimada.
─ Muy bien. Ya deberían prepararse para sus deberes, levántense. ─ Mi padrastro habla un poco más amable.
Sale rápidamente y yo solo respiro aliviada.
¡Creí que se levantaría con humor horrible!
¡Que se pondría a gritar más fuerte para despertar a toda la manzana!
─ Marial despierta. ─ Digo acercándome hasta ella, quién duerme más que un oso invernando. ─ Marial…levántate, estas durmiendo en la lado de la mejilla incorrecta. ─ Seguramente cuando despierte tendrá un dolor insoportable. ─ Está bien cinco minutos más y regreso.
Salgo de su habitación y voy a la mía, reviso el pequeño celular que tengo. Un regalo de mi hermana. Son las 5:20 am, con razón esta tan dormida. Me tiento en quedarme un ratito más, pero yo no soy experta en maquillaje, necesito tiempo para arreglarme, tomar las cosas con calma y no hacer un desastre.
Salgo de mi habitación y me acerco hasta las escaleras sigilosamente.
¡Perfecto!
Mi padrastro ya está desayunando, podre tomarme todo el tiempo que desee. A paso contento me dirijo a mi habitación, tomo todo lo necesario y voy al baño.
El agua se encuentra fría. Muy fría, en realidad. No sé cómo otros días no reparo en ese detalle. Lavo mi cara cuidadosamente. Paso el jabón tan lentito que siento que ya pasaron horas.
Después de todo el agua no estaba tan mala. Mi cara ya no esta tan hinchada. Roja y verde sí, pero hinchada no.
Voy a mi habitación seco mi cuerpo y busco mi amado y odiado uniforme. Reparo en la hora, son las 6:00 am. Aún tengo tiempo para el maquillaje.
Busco entre mis cosas, sí, tal como recordaba no tengo nada. Solo crema para la cara, crema corporal y bloqueador solar. Comprar maquillaje nunca estuvo entre mis prioridades. Siempre me pareció un gasto innecesario de dinero…creo que ahora no diría lo mismo.
Puede que mi hermana tenga.
Voy a su habitación a realizar dos cosas, buscar maquillaje y despertarla.
Tal como imagine, sigue durmiendo, ahora si debe despertar. ¡Ya es muy tarde!
─ Marial despierta. ¡Es tarde! Vamos ¡No seas perezosa! ─ Digo, pero ella no da ni una sola respuesta, solo me queda… ─ Marial. ─ Empiezo a moverla. ─ ¿Nada? ─ Empiezo a zarandearla, ya me está asustando.
De repente los sollozos de mi hermana me alertan. Sigue con los ojos cerrados, creo que está teniendo una pesadilla.
─ Marial, despierta. ¡Por favor, hermana! ¡Despierta! ¡Mamá! ─ Empiezo a gritar.
─ ¡No! ¡Ya…no…por favor! ─ Escucho decir a mi hermana. Por último, recurso opto por darle un pellizco.
Los ojos de mi hermana se abren. Me mira asustada, luego sorprendida y por último se tranquiliza.
─ ¿Mariam? ─ Pregunta sollozando.
─ ¡Hermana! ¡Me diste un susto! ─ No dudo en envolverla en mis brazos y abrazarla con fuerza.
─ Estoy bien, no te preocupes. ¿Qué paso? ─ Menciona mi hermana apartándose suavemente de mí.
─ No lo sé…Creo que tuviste una pesadilla.
─ Eso debe ser. ─ Menciona apesadumbrada. Quiero preguntarle más pero, la puerta se abre y mi madre ingresa apresuradamente…
─ ¿Qué paso pequeñas? ─ Mamá se ve tensa y preocupada.
─ Nada. ─ Mi hermana responde con la misma voz seca y carente de sentimientos. ─ Pueden dejarme sola por favor. Debo prepararme para ir a la universidad.