La policía había llegado muy tarde.
Después de que los oficiales recibieran los resultados de los exámenes, la principal sospechosa era la hija mayor de la familia. Algo muy extraño, si ella estaba tan afectada como su familia. Sin embargo, los oficiales tenían que hacer su trabajo, debían citar a la joven para un interrogatorio.
Uno de los oficiales le contó a su primo lo que habían descubierto. Le dijo que irían a casa de la sospechosa para un interrogatorio. Sam no podía creerlo, pero quizá si pensaba un poco…Marial siempre había sido muy buena con él. Aunque siempre le pareció que ocultaba algo. Quizás sería descabellado, pero debía decirle algo a Mariam, apenas se había despertado le había enviado un saludo por su cumpleaños, y ahora debería escribirle por su seguridad. Siempre era mejor prevenir que lamentar, y esperaba que al menos Mariam se tomará en serio lo que iba decir.
Jhon, como cada mañana de los sábados fue hacia el laboratorio donde trabajaba un amigo al cual ayudaba. Estaba seguro de la profesión que iba a elegir y nada le apasionaba más que ir adquiriendo conocimiento desde ahora. El dueño del laboratorio había permitido que él asistiera debido al gran interés que tenía. Aún no le pagaban, pero a Jhon no le importaba.
Anoche, habían llegado algunas pruebas que necesitaban ser revisadas con carácter de urgencia. Ya se tenían los resultados y le pidieron a Jhon que redactará el documento, y posteriormente que enviara los resultados por correo y que los entregara personalmente.
Jhon quedó extremadamente sorprendido cuando descubrió los datos de su amiga. No lo podía creer, a pesar de que el procedimiento era confidencial, el laboratorio trabajaba mucho más con la policía así que no fue difícil encontrar los expedientes y los datos sobre cada prueba. Inicialmente no creyó que esto fuera verdad, pero, entonces recordó esa sonrisa tan siniestra que había visto en ella el día que les informaron sobre la muerte del amigo de su padre.
¿Marial? Su amiga, podría ser ¿peligrosa? No. Imposible. ¿O sí? Preparó los resultados y rápidamente salió del laboratorio. Cerca a la comisaría se decidió a avisarle a Mariam que tuviera cuidado. Se sentía mal por desconfiar de Marial, pero más le importaba la seguridad de Mariam. Mientras llegaba observaba con terror que su amiga no respondía, sabía que era algo normal en ella tardar siglos en responder un mensaje, pero…por algún motivo sentía que esto no terminaría bien.
Apenas los oficiales tuvieron los resultados se apresuraron para enviar al menos dos patrulleros. Todos se movilizaron un poco más lento de los normal ya que mucho sentido no tenía, sin embargo, cuando llegaron a la casa descubrieron que esta estaba vacía.
Preguntaron a algunos vecinos quienes confirmaron que toda la familia había salido hace mucho rato. Los vecinos también les dijeron que parecía que habían salido a alguna caminata porque no llevaban maletas y que extrañamente hoy se estaban movilizando en un auto, porque ellas no tenían.
Los oficiales rápidamente se comunicaron con sus superiores, quienes ordenaron que localizaran los celulares de toda la familia. La situación tomó un punto alarmante cuando se lograron identificar los tres celulares en tres puntos diferentes. Dos se encontraban a nombre de la madre y uno a nombre de Marial. Los patrulleros se dividieron para acudir a todos los puntos establecidos, sin embargo, uno informó que la unidad había presentado fallas y no podrían continuar el recorrido. Después las otras unidades informaron que solo habían encontrado los celulares, pero ningún rastro de ningún miembro de la familia. Solo en ese punto uno de los oficiales reconoció el punto que aún faltaba ubicar, era la zona donde se había encontrado el cadáver, o estaba cerca a allí.
Y en cuanto todos se movilizaron ahí y llegaron apresuradamente bajaron de las camionetas lograron escuchar los sollozos de alguien, todos corrieron hasta la pequeña cabaña que antes había sido acordonada y vieron a la escena sangrienta. En cuanto Marial reparó en ellos corrió hacia el arma, la tomó, la colocó en su cabeza y disparó, sin embargo, la bala se trabó. Los oficiales se abalanzaron sobre ella y la esposaron.
[***]
Desde hacia algunas horas Marial se encontraba encerrada en la pequeña sala de interrogatorio. En el mismo lugar certificaron la muerte de su hermana, empero, su madre aún estaba viva, sin embargo, falleció de camino al hospital.
Ahora, era ella la sospechosa de todos los crímenes y no dudaba de que la meterían en la cárcel. Pero ella no quería eso. ¿Para qué?
Conforme los minutos pasaban sentía que empezaba a perderse en sus pensamientos. No entendía con claridad del porque pensaba en una cosa y después en otra.
Su mente parecía estar creando un debate sobre todo lo que había hecho. Una parte le decía que todos merecían lo que les había pasado, pero otra parte no podía perdonarse por haber acabado con la vida de su hermanita, de la pequeña Mariam, por la que tanto había callado. Tantos pensamientos la volvían loca, su mente la estaba torturando, y por momentos veía a Mariam sentada junto a ella, con todas las balas en su cuerpo sangrando y ensuciando todo el piso. Después veía a su padrastro que se acercaba a ella con aspecto aterrador y le sujetaba la mandíbula para dejar besos que manchaban su cuello de saliva y sangre. Y de repente observaba a su madre riendo ante toda la escena. Marial pataleaba, peleaba contra el hombre que la sujetaba, gritaba y sollozaba. Las arcadas empezaron a manifestarse y su cuerpo empezó a sacudirse. Le daba tanto asco ver todo aquello…