CAPITULO 3. HARMONY
────────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────────
Con paso firme caminé por el hall observando a los que serían mis compañeros durante un año, hasta lograr entrar en la compañía de ballet de la Ópera de París.
Me quedé esperando frente a la puerta de secretaría al director y a mi supuesta “guide scolaire” “guía escolar”. No tenía el más mínimo interés en socializar. Prefería observar, analizar y encontrar la manera de sobrellevar este año sin demasiadas complicaciones.
Mientras observaba a mi alrededor, analizando los nuevos rostros y la arquitectura del lugar que, por obligación, tendría que llamar “institut” “instituto” durante un año, una voz masculina me sacó de mis pensamientos.
—¡Señorita Renoir! ¡Señorita Renoir, aquí!
Parpadeé varias veces antes de localizar al hombre que me llamaba. Un señor de aspecto distinguido, probablemente en sus cincuenta, con el cabello completamente canoso y una presencia que, a pesar de ser imponente, resultaba extrañamente acogedora.
Intenté responder, pero era como si mi voz hubiese desaparecido. Las palabras se enredaban en mi lengua, como si no recordaran cómo sonar.
—Ho…o…la… soy… H…— Me estaba trabando. No podía ser.
Respiré hondo, cerré los ojos por un breve instante y me puse la máscara que nunca fallaba. La chica perfecta, pulida, segura.
—Lamento la espera, señorita Renoir. Soy el director Lawrence, un placer conocerla —se presentó, con una amabilidad genuina.
—Hola. Soy Harmony Renoir. Un placer conocerle —Logré decir, firme, mientras por dentro solo quería desaparecer entre los pasillos.
El director asintió con aprobación y, tras él, apareció una chica que llamaba la atención al instante. Morena, de rizos castaño, y ojos llenos de luz, como si fueran el mismísimo sol. Su mera presencia me hizo sonreír, una sonrisa contagiosa.
—Señorita Renoir, ella es Isla Bennet, una de nuestras mejores estudiantes y presidenta del comité de bienvenida. Será su guía estudiantil durante el próximo mes —explicó el director, señalándola con un leve movimiento de la mano.
Odié el sonido de “Señorita Renoir”. Siempre iba seguido de una sombra, de una expectativa, de una historia que no era mía, sino de mi apellido.
—Por favor, señor. Llámeme Harmony. No es necesaria tanta formalidad, soy una alumna más —dije con cortesía.
Sabía que no era verdad. Nunca sería una alumna más, no con mi apellido, ni con lo que representaba. Pero, al menos, podía fingirlo.
Me giré hacia Isla, dispuesta a ser cordial.
—Encantada de conocerte, Isla. Soy Harmony.
—Hey, ¿qué tal? Un placer, novata —contestó ella con un tono desenfadado y una sonrisa contagiosa.
Por alguna razón, su actitud relajada me hizo sentir aliviada. Menos enfadada con el mundo.
—Señorita Ren... digo, Harmony —se corrigió el director con una sonrisa—, espero que tenga un día maravilloso. Y si necesita cualquier cosa, puede acudir a Isla o a mí.
“Une journée merveilleuse” “un día maravilloso”, me repetí con ironía.
No pude evitar soltar un suspiro interno. Pero al menos Isla parecía una compañía soportable. Tal vez, solo tal vez, este lugar no estaba tan mal.
────────── ⋆⋅☆⋅⋆ ──────────
No sabría decir en qué momento ocurrió, pero cuando me di cuenta, ya caminaba con Isla por los pasillos, su brazo enganchado al mío como si fuéramos amigas de toda la vida. Hablaba sin parar, contándome detalles de cada rincón, de quién era quién, cómo eran sus familias, y algún que otro cotilleo.
—Oye, novata, ¿y tú? ¿Qué me cuentas? Háblame un poco de ti —lanzó la pregunta de golpe, con esa sonrisa pícara.
La pregunta me tomó por sorpresa.
—Yo… no suelo hablar mucho de mí —negué con sinceridad—. No hay demasiado que contar. Soy una chica cualquiera.
—Ya… ¿y por qué será que no te creo? —rió ella, arqueando una ceja—. El director te ha tratado como a la realeza, y los rumores sobre ti ya circulan. ¿Realeza de la danza o algo así?
Sonreí apenas.
—Algo así. Mi padre es dueño de una compañía de artes escénicas bastante importante en París. Mi madre fue una prima ballerina internacional. Ahora ha fundado su propia academia aquí. Mis tres hermanos mayores son artistas también… Uno en la Ópera de París, otro en Broadway y el tercero en danza contemporánea. Así que en cierto modo podría decirse que sí.- explique
—Wow. Harmony. Tu familia suena como una película —comentó Isla, visiblemente impresionada—. ¿Y tú? ¿Qué talento has heredado?
—El ballet. Desde los cuatro años. En mi antigua academia decían que era prodigio. Al igual que lo fue mi madre, todo el mundo tenía expectativas muy altas en mi. Quizás demasiadas... —murmuré.
—¡Eso es genial! Yo también bailo ¿sabes? Aunque lo mío es mas la danza urbana, hip-hop y esas cosas —afirmo entusiasmada.— A lo mejor algún día podríamos bailar algo juntas, sería épico