Míster arrogante✓

5. Prueba de fuego

He perdido el manual de vestimenta, suspiro hondo con el pensamiento, y aunque parece una perdida grave, trato de tomarlo con calma, porque peor hubiera sido que me metieran en ese auto y vaya a saber por qué o para qué o con quién. Por nada del mundo iba averiguarlo, además, cosas feas pasan en ese tipo de casos que podría ser un secuestro. Le conté a Meryl y ella se espantó mucho. Hasta ahora no había pasado nada así a ninguna de las chicas que trabajamos donde Pete, por lo que no dudó en contarle. Eso tal vez podría pasarle a cualquiera de las chicas que trabajan allí. El bar de Pete estaba ubicado en una zona segura, pero nunca se sabía con esas cosas que podían pasar en cualquier lado, e inclusive cerca al lujoso club de Elijah Greenwood.

Meryl me dijo que lo mejor era que ninguna fuera sola, así que llamó a su novio para que la recogiera y este no puso ningún problema. No es por adularlo, pero Bill es un novio increíble, y aún recuerdo la manera en que se conocieron. Él llegó al bar con sus amigos y para resumir Meryl terminó vaciando una cerveza en su cabeza. no fue a propósito, ella siempre se ha considerado algo patosa con los chicos y eso fue el resultado de su nerviosismo. Bill fue lindo y comprensivo con ella tanto que terminó ayudándole e intercediendo para que Pete no le regañara, y desde ese momento están juntos. Él tiene una tienda de discos, es muy independiente y al ser el dueño puede tomarse sus libertades. Como tengo que ir más temprano al club, decidió que me llevarían allá primero. Esta vez no lo declino y acepto gustosa.

Ellos me dejan en la entrada y luego de despedirme me apresuro al interior. Una vez me anuncio la recepcionista me indica que mi entrada será por la puerta de personal y me entrega mi credencial para eso. La observo y me hace muy feliz ver mi cara allí. Al llegar a la sala de espera del área de personal me encuentro con algunas de las chicas de mi grupo que ya llegaron, entre ellas, Cara. Esperaba ver a Aliah pero no está por ningún lado. Me muevo y me acerco a saludar a todas. Las demás llegan después y las ultimas son las tres meseras únicas y especiales. Una vez está todo el grupo completo nos llevan al que será el vestidor de empleadas donde hay casilleros para guardar nuestras cosas, baños y cubículos para cambiarnos.

Está impecable y muy ordenado, no hay confusiones porque cada casillero lleva el nombre de la empleada y dentro encuentras tu uniforme y todos tus implementos. La emoción nos invade a todas por lo que esa zona comienza a tener bastante movimiento. Las chicas de mi grupo son más amables, el de las meseras siguen creyéndose en un pedestal. Siempre nos miran, pero me da la impresión de que se fijan más en mí que en cualquiera. Cara me recuerda que tenga cuidado, pero dejo de pensar en ellas y entre todas las chicas de mi grupo nos ayudamos a que nos quede bien el lazo. Poco maquillaje y una coleta alta. Eso me ayudó mucho al no tener el manual porque allí indicaba todas esas cosas. Una vez uniformadas y montadas sobre tacones salimos en grupo hasta el salón donde nos espera la jefa de personal. Y allí si está Aliah, que hoy no viste informal y se ve elegante con un bonito vestido azul, y una expresión altiva como la de la señora Foster. Es como si ahora estuviera ocupando su lugar.

A veces no sé que pensar de ella, tampoco tengo que seguir haciéndolo, así que decido no continuar y mejor concentrarme en la señora Foster, que nos da las últimas indicaciones sobre los turnos que vamos a cumplir y que serán rotados cada diez, y es después de eso que comienza nuestra prueba del primer día de trabajo. Cruzo los dedos porque no tenga ningún problema y todo salga bien. En todo momento encabezamos la fila, pero cuando llegamos a la zona del club, las meseras nos adelantan casi que, empujándonos, quitándonos del medio y sin siquiera disculparse. Ya me estaban cansando esas engreídas, sobre todo la tal Catalyn.

La señora Foster asigna las tareas y quienes estarán de servicio y soporte y para mi desgracia estaría en la azotea con el grupo de esas tres. No me hace gracia la elección, pero tampoco voy a quejarme. Mi labor esa noche junto a Cara y Jules, era cuidar de que todas las bandejas que ellas sirvieran estuvieran impecables, por lo que nuestro lugar estaba donde se expiden los pedidos. Cada una los recibe y los entrega cuando ellas vengan por ellos. Sin embargo, es allí cuando me doy cuenta por qué siempre me estaban mirando. Todas tres parecen ensañadas conmigo y siempre buscan tropezar las bandejas para que tenga que limpiarlas dos veces. Otra cosa que hacen es quejarse porque no estuviera ordenada.

Cara nada más me mira con cara de contrariedad; sin embargo, no podemos ponernos a hablar hasta que nos releven, y eso ocurre en el turno diez. A diferencia de donde Pete que no había orden ni nada, aquí sí, y más porque la clientela más que nutrida, es seleccionada. Por dentro ruego paciencia porque esa mujer Catalyn French era insufrible, además, que todavía no sabía por qué se comportaba así conmigo. Por suerte los diez turnos pasaron y fuimos relevadas, tanto meseras como ayudantes. Nos dan quince minutos de receso y Cara y yo no los desaprovechamos para ir a la sala de descanso. Todas las del receso llegan allí. Hay un dispensador de bebidas y de sándwiches. Ella saca dos botellas de soda de la máquina y me lanza una, y yo voy por los dos mini sándwiches del dispensador y con ellos nos sentamos a la mesa a comer mientras las tres meseras parece que no tienen nada más que hacer que vigilarnos.

―¿Le hiciste algo a la rubia antipática?

―No que yo sepa ―respondo algo amargada.

―Pues parece que sí, así que cuídate, no dudo que esté buscando que cometas algún error para que te echen.




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