―Te dije que volveríamos a vernos ―Judah dice al acercarse con una expresión sobrada en su cara.
Me hace resoplar, y a diferencia suya, a mí no me hace gracia verlo de nuevo. Casi que preferiría no verle nunca más.
―Señorita Fisher, continúe con su trabajo. ―Escucho la voz de Elijah a mi espalda haciendo que se me envare la columna.
Me vuelvo para encontrarme con él. No luce para nada contento y solo espero que no piense que estoy coqueteando con Judah. Sería lo último que me faltaba para continuar con mi racha de ascensos y descensos en menos de una semana. Él hace un gesto con su cabeza para que me mueva mientras mira en dirección de Judah, quien no deja de vanagloriarse de haberme encontrado allí. La expresión de Elijah ahora pasa a ser recelosa, adusta. Yo miro entre él y el problema que está frente a mí, y por dentro me enoja empezar a ser consciente de la razón de su presencia.
Si estuviera donde Pete, le habría encarado directamente y tal vez echado, pero no estaba allí y sería una imprudencia actuar de ese modo, así que antes que me regañe, me muevo de allí y dejo a Elijah con él.
Con mucho pesar vuelvo a la zona de entregas deseando que ese Judah no se ponga a decir lo que no es. Cara me espera allí, con una cara ávida de curiosidad.
―¿Qué ha sido eso? ―pregunta una vez me acerco.
—Nada de importancia —respondo sin ánimos de dar más explicaciones.
―No lo creo, además, que te has puesto pálida y seguro tiene que ver con ese hombre que acaba de llegar parecía venir a verte a ti, ¿le conoces? —Cara parece tener un buen ingenio para deducir esas cosas, y lo risible es que no está del todo equivocada.
Es cierto que no me gusta lo que dice, ni como suena, pero hay mucho de verdad en esa afirmación. Solo espero que no me traiga problemas, ya bastantes he tenido hasta hora, y no creo que el señor Greenwood me ayude en una tercera.
―Si que eres aguda.
—No estoy tratando de molestar —dice alzándose de hombros.
—Vale, y que más da. Por desgracia sé quién es, pero no le conozco realmente —digo y eso es cierto, tampoco que clase de vínculos profundos tiene con mi madre para que se tome la libertad de buscarme, cuando he dejado claro que no me interesa.
―No está nada mal, tiene un aire de malote bastante excitante.
―¡Cara! ―chillo bajo con su comentario y ella se ríe.
―Será mejor que sigamos ―dice sin perder su diversión cuando vemos que las otras vuelven por más pedidos y parecen muy interesadas en lo que ocurre entre Elijah y ese Judah; ahora no puedo evitar ponerme lívida cuando el primero parece exigirle algo al segundo y este termina entregándole de malagana el regalo que trajo en su mano.
No parece una conversación amable, y cuando veo como Judah es sacado de allí por dos hombres de seguridad no sé si aliviarme menos o preocuparme más. Una vez se marcha, Elijah viene de regreso y tengo que moverme cuando la tal Catalyn pasa por mi lado dándome un codazo.
Le miro y lleva una sonrisita de burla en sus labios.
―Sel, tenemos entregas ―Cara dice a mi espalda y tengo que moverme esta vez para volver a mi trabajo.
Recibo la bandeja y la guía para la mesa y cuando voy con ella tropiezo mi mirada con la de con Elijah. Lleva eso que trajo Judah en la mano. Espero a que me diga algo, pero no, sigue de largo hasta la salida de la terraza.
Aún con toda esa preocupación y la idea de que está vez si será mi última noche de trabajo, no sé cómo lo logro, pero por suerte acabo el último turno. Llega la hora de cierre y la tarea que queda es de las chicas auxiliares que deben recoger y limpiar las mesas hasta que vaya el último cliente. Espero a que Cara termine el suyo, y una vez se libera nos dirigimos a la zona de descanso a tomar agua para refrescarnos, compartir mis propinas con ella y luego ir a cambiarnos.
―¿Será el novio? ―pregunta Jules con burla pegándose a nuestra espalda dándonos un susto, cuando vamos por el pasillo.
―¿Qué? ―su pregunta me espanta.
―Le ha traído un regalo ―murmura jocosa y eso solo indica que lo que sucedió no ha pasado por alto para ninguna de ellas.
Aunque solo resalta el hecho de que Elijah recibiera un regalo de Judah. Eso es bastante gracioso.
―¡Cielos, Jules! De donde sacas eso ―resoplo y ella se ríe con cara de inocente.
―Jules ―Cara llama su atención, aunque no como un regalo o con expresión de espanto como la mía.
―No puedo, ahora los imagino a los dos juntos.
―No le prestes atención, a Jules le gustan esas historias de solo chicos ―Cara explica, pero no es hasta que la palabra historias y solo chicos hace clic en mi cabeza, que entiendo a qué se refiere.
Jules se alza de hombros y luego ríe orgullosa con lo que se dice.
―Es mi placer culposo ―repone.
―Supongo ―emito, aunque no creo poder imaginar esas cosas. Tampoco quiero.
—Bueno, tampoco sería raro suponerlo. Al señor Greenwood no se le conoce pareja fija, y lo que más se habla entre las meseras es como las escoge, aunque ninguna cuenta nada en específico de lo que hace con ellas. Solo se vanaglorian del asunto.