Míster arrogante✓

12. Arreglando a la favorita

¿A qué se habrá referido con encargarse de mí?

Eso me pregunto mientras llego a la dirección que me dio, y la verdad me dio algo de trabajo, pero luego quedo algo sorprendida al ver que el sitio en el que me espera es una tienda de ropa. Bastante elegante, por cierto. No voy vestida como si fuera una clienta especial.

Suspiro hondo antes de subir las escaleras de la tienda llamada Georgeus. Al entrar, no es imposible sorprenderse para bien con el estilo elegante y cuidado con que está decorada. Allí la mayoría de las prendas en exhibición ―maniquíes o percheros―, sobreabundan en colores claros y pasteles. Me hace pensar que es una tienda para vestir muñecas. También preguntarme como encajo yo aquí.

Me apresuro y voy hasta el mostrador y hago lo que me indicara. Pregunto por la señora Charleen Foster y para mi alivio, la chica tras el mostrador le hace señas a otra señalándome a mí. Trato de mantener la calma ante su sistema poco amigable de comunicación y aguardo. No he venido porque lo desee y si tuviera que mencionar un lugar donde comprar ropa para mí, por supuesto no sería este. Solo con ver la decoración del lugar presumo que el presupuesto para vestir aquí debe ser muy alto.

―¿Es ella? ―pregunta y su tono me resulta algo, despreciativo.

«Sí, soy yo», debería decirle con mucha arrogancia, pero me contengo.

―Llévala, la están esperando ―le dice la chica del mostrador y esta luego de otro gesto de esos, da la vuelta y me indica con un gesto de cabeza ―como si no pudiera simplemente hablar―, que le siga.

Voy con ella y solo porque la señora Foster me ha obligado a venir aquí. Salimos de la tienda principal y subimos a la siguiente planta. Allí me conduce hasta una sala, dentro se encuentra la señora Foster sentada con mucha elegancia tomando el té con otra señora, que asumo debe ser la dueña, o no se portaría tan folclórica si fuera otra empleada.

―Aquí está la persona que esperaba ―anuncia la chica interrumpiendo la charla que tenían las dos mujeres.

Ambas se vuelven hacia mí, y la señora Foster es la que deja su taza de té y se pone en pie para venir a mí.

―Gracias ―le dice a la chica, con un tono de amabilidad que hasta ahora no le he visto usar.

La chica hace un asentimiento hacia ambas y luego se marcha.

―Ven ―dice la señora Foster y me toma del brazo para llevarme frente a la mujer.

―¿Por qué no me avisaron que ya había llegado? ―Un hombre pregunta y al mirar me fijo en que es ese Marcel Roussel.

―Acaba de hacerlo ―responde la señora Foster.

―¿Puedo saber por qué me ha pedido que venga aquí? ―pregunto y todas las miradas se centran en mí.

―¿Charleen no te lo dijo? ―pregunta Marcel.

―Solo dijo que viniera.

―Te dije algo, antes ―replica ella.

―¿Qué el señor Greenwood le pidió que se encargara de mí?

―Exacto ―responde.

―En ese caso, ¿puedo saber por qué? ―indago y ambos sonríen entre ellos, como si yo fuera alguna especie de chica ilusa que no entendiera lo que se me dice, y lo cierto es que no, así que me enerva un poco su comportamiento.

―Deberías estar feliz, Elijah se ha decidido por ti para su experimento.

―¿Qué experimento?

―Lo sabrás en su debido momento, y por lo pronto, debemos organizarte un ropero con lo que debes utilizar.

―¿Utilizar para qué?

―¿Eres tonta o te haces? ―Charleen pregunta, y eso me molesta.

―¿Por qué debería portarme como tal?

―Porque otra en tu lugar, estaría feliz de que él le preste tanta atención.

―Pues no, cuando no tengo idea de en donde terminará esto.

―Eso tienes que averiguarlo, y por lo pronto. Solo coopera para que podamos terminar y puedas irte ―Charleen habla, pero no me gusta su tono.

No sé si está alegre o disgustada por hacer esto que no entiendo.

―¿Por qué lo complicas? Es más sencillo de lo que crees ―susurra ese Marcel a mi oído colocando sus manos sobre mis hombros.

Eso no me hace relajar, hace que se me tense la espalda.

―¡Pues no estoy complicando nada! ―me exalto un poco―, y si no me explican, no voy a cooperar ―agrego poniéndome muy seria al respecto.

Los tres me miran, y ya no sonríe, aunque, la otra mujer, siempre se ha mostrado seria.

―No deberíamos ser nosotros quien te tendríamos que decir las cosas. Tal vez Elijah no te dijo de que se trataba de que te eligiera su favorita.

―No lo dijo, solo lo mencionó, y luego llegó esa chica Aliah.

―¿Aliah? ―Marcel pregunta y Charleen lanza un suspiro.

―Ella es la razón por la que te ha elegido ―revela.

―¿Por qué?

―Eso le corresponde a él decírtelo, nosotros solo debemos convertirte en alguien decente que él pueda mostrar.




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