Míster arrogante✓

13. Una acalorada conversación

―Y si estaba haciendo algo urgente, ¿no podía esperar? ―espeto.

Espero a que diga algo como: tiene razón, discúlpeme, señorita. Pero él condenado no dice nada. Ni se detiene, solo ladea su cabeza y hace un gesto despectivo como si yo acabara de decir una tontería.

«Siempre voy tras él», acabo de caer en cuenta de ello mientras miro su espalda. También, que, su arrogancia entona para nada con el sitio. Elegante y un poco sutil. Volvemos al salón y allí aguardo cruzando mis brazos al pecho mientras le dice algunas cosas a Marcel. Había pensado que tendría que llevarme toda la ropa que me medí, pero no. Aunque, ni siquiera sé para qué me la medí. Marcel asiente a lo que le dice y luego se despide de él, de Charleen y la dueña y salimos de allí.

―¿Quiere explicarme de que va todo esto? ―pregunto cuando ya estamos saliendo de la tienda con las miradas de las chicas puesta sobre nosotros.

Mínimo se preguntarán, por qué una chica de aspecto tan corriente camina al lado de un hombre tan elegante.

¡Me lleva!

Ni siquiera sé, pero qué ocurre esta situación. Jamás imaginé en mi cabeza que esto pasaría. Si embargo, se siente como si al final le hubiera impresionado tanto que hasta soy su favorita.

¿Para qué? Espero que me lo diga.

―Iba a explicárselo ―habla cuando hemos salido y nos acercamos a su auto―. Aliah impidió que lo hiciera. Ahora suba ―añade al tiempo que quita el seguro y toma la manija.

Su gesto mandón para que lo haga me hace poner los ojos en blanco. Subo no de muy buena gana.

―Bien, ahora que puede, dígame que es eso de que me convertí en su favorita y por qué he tenido que venir a esta tienda a medirme ropa que no voy a comprar.

―Supongo que no podría comprarla nunca.

Su respuesta hace que se me caiga la mandíbula.

―Tiene razón. Soy pobre ―aduzco jalando el cinturón de mala gana para ponérmelo.

―No creo que sea tan pobre.

―Si no puedo comprarla, es porque no tengo ese dinero, y si lo tuviera no compraría precisamente ropa ―arguyo dándole un tirón porque no me ajusta.

Él solo me mira arrugando el ceño, y a mí me gustaría saber por qué asume eso.

―¿Pretende hacerme ver que es una chica modesta y austera? ―cuestiona mientras pone el auto en marcha y da vuelta al timón.

―No pretendo nada ―respondo irascible―, así que debería decirme que es eso de su favorita.

―Lo que significa, y debería alegrarle. Muchas matarían por estar en su lugar ―repone haciendo que ría de soslayo, abriendo los ojos bastante descreída.

―Sabe que no le mentí cuando dije que era un arrogante.

―Muchos me llaman así, por lo tanto, no es una mentira.

―Como diga, señor arrogante ―murmuro apretando los dientes.

―¿Dijo algo? ―Se ladea hacia mí.

―Nada ―respondo haciéndome la digna y como que no le he insultado.

―Así está mejor. ―Pongo los ojos en blanco de nuevo―, debo aclarar que no existe un término como tal.

―¿Y entonces por qué dijo eso?

―Porque es así como lo ven.

―¿Y usted como lo ve?

―Como una elección necesaria.

―¿Necesaria?

―Así es, y dado que no le agrado como a las otras chicas, me es útil para lo que necesito.

Debería decirle que tiene razón y que es cierto que no me agrada ni cinco, por lo menos su forma engreída y autoritaria de ser.

―¿Útil para qué? ―mascullo.

―Para ahuyentar a las demás ―responde y yo me quedo boquiabierta.

―¿Alejarlas?

―Así es.

―¿También de su prima Aliah?

―En especial de ella.

―¿Y cómo voy a hacer eso?

―Fácil. Cuando escojo a alguien quiere decir que tiene mis privilegios.

―¿Privilegios? Eso debe ser una broma ―comento con burla y él se ladea hacia mí, cuando nos detenemos en un semáforo en rojo.

No me vuelvo porque sé que está mirándome y la intensidad que siento en mi costado proveniente de su penetrante mirada, me dice que no le ha gustado mi chanza.

―¿Por qué es una broma? ―pregunta cuando vuelve a ponerse en marcha.

―Pienso que lo es porque, ¿Qué sentido tiene que haga eso? Solo creará chismes y a mí me meterá en problemas con esas que quieren este lugar tan privilegiado.

―Supongo que ese es su riesgo.

―¿Y lo dice así tan campante?

Ahora me vuelvo hacia él ofuscada.

―¿De qué otro modo quiere que lo diga?

―Ya estoy en boca de ellas solo porque me ha dado la razón y me ascendió de lugar, no quiero ni imaginar lo que pensarán cuando sepan que soy su favorita si es que no lo intuyen con su llamado de anoche.




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