Mister Hartmont

Capítulo 5

Narra Charles...

Hace unos días bese a Helena, en los últimos días le he dedicado un poco de mi tiempo aunque ella no es el tipo de mujer con que acostumbro a relacionarme ella tiene algo que me hace querer tenerla cerca, que me transmite paz y tranquilidad. Ella llama demasiado mi atención y no sé casi nada de ella, no me gusta caminar a oscuras, me gusta saberlo todo.

Levanto el teléfono y le marco a mi secretaría, al primer tono contesta :— ¿Si señor?

—Higna, comuniquese con el señor Josep y digale que lo espero lo antes posible en mi oficina.

—Si señor. ¿Algo más que desee?

—No, es todo. — dije y corte la llamada.

Me dedique a revisar documentos por firmar de unas inversiones que estoy realizando en España.

Un toque en la puerta me saca del el mundo de documentos y cálculos mentales en los que me he sumergido.

—Adelante.

La puerta se abrió dejando ver el familiar rostro de  Josep un buen amigo de mi difunto padre pero también el encargado de mi seguridad.

—¿Me mandaste a llamar?— sus ojos me miraron detenidamente, los cuales nunca he podido descifrar su color ya que casi siempre lucen gris pero otras veces sin color alguno.

—Tomad asiento— le indique.

Hizo lo que le pedí, me levante de mi asiento y fui hasta el bar que tengo aquí en mi oficina, tomo una botella de Whisky y dos vasos con hielo, para luego recostarme de mi escritorio.

Serví los dos vasos con hielo de whisky y y le extendí uno a Josep.

—Necesito que investigues a alguien y mientras más pronto sea, mejor.— le di un trago a mi vaso.

—¿Su nombre es?— pregunto imitando mi acción.

—Solo sé que se llama Helena, tiene un hermanito que se llama Derick y que vive en los (un vecindario pobre de esa ciudad).

—Un vecindario muy sencillo, joven Charles — expreso confuso porque sabe que no me relaciono con ese tipo de personas.

Camine alrededor de mi escritorio hasta quedar detrás de el.
—Solo haga lo que le pedí.

—Su padre estaría feliz de que este cambiando de mujeres superficiales y con el signo de dinero grabado en los ojos.

—Hoy no estoy para sermones, Josep.

—Mañana mismo le tengo la información que solicito— se termino su trago y se marcho.

Me senté para continuar revisando los documentos que estaba firmando antes de que Josep llegara.

Un mensaje llega a mi celular, lo toma para revisar de quien se trata. Mi madreestá en mi casa.

Deje los documentos a un lados, tome mi lapto y la guarde en su bulto, tome mi portafolio y salí.

—Higna cancela todas las citas para hoy y mañana.— dicho esto entre al ascensor hasta el parqueo subterráneo donde me espera mi Ferrari rojo.

Me introduje en mi auto, coloque mi portafolio y la lapto en el asiento de copiloto y puse el auto en marcha a toda velocidad.

En menos de diez minutos ya me encontraba delante del portón de mi casa. Los de seguridad al reconocer el auto abren en portón dejándole pasar, me abro paso hasta el parqueo donde aparcó el auto junto a los demás de mi gran colección de lujo.

Narrador omnisciente...

Helena termina de arreglar la habitación del señor Hartmont. Charles Hartmont, ese es el nombre se su jefe, el que habitaba la única habitación que le faltaba por limpiar en el día de hoy, antes había tenido que ordenar una de las habitaciones para Martha la madre de el señor Hartmont.

Charles entra a la casa cruzando por la cocina encontrándose con su madre y la señora Julia conversando, saluda a su madre con un abrazo y un beso el ma mejilla derecha. Charles sale de la cocina y va directo a su despacho para hacer una reservación en algún restaurante para cenar ésta noche con su madre.

Helena sale de la habitación del señor y va directamente a la cocina para despedirse de la señora Julia y luego firmar su salida; al entrar a la cocina se encuentra a la señora Julia conversando con una señora de unos setenta años, de pelo rubio y ojos celestes.

—Buenos días— dice Helena con una sonrisa tímida.

—Buenos días, Helena. Ella es la señora Martha es la madre del señor Hartmont.

—Un placer señora Martha— Helena le tendió la mano con una sonrisa y la señora Marta con gusto la acepto.

Es hermosa y simpática pensó la señora Martha.

—Un placer señora Martha. Julia nos vemos luego, tengan lindo día.—Se despidió Helena, de Martha y Julia para ir al área de seguridad a firmar su salida.




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