Míster problemático

Prefacio

En casa de los Woods

―No puedo esperar para celebrar este compromiso ―dijo Anabella Wood, contenta de que ya fuera el tiempo de empezar a preparar el próximo matrimonio de su segundo hijo, Albert, con Louisiana Peters.

―Estoy de acuerdo contigo, madre ―comentó emocionada, Alanna, la hija más pequeña del matrimonio Woods―, Lou es increíble y también está emocionada de que por fin ella y Albert empiecen a salir de manera más formal.

Y es que Louisiana y Albert llevaban rato tratándose desde que se acordó que serían el siguiente matrimonio en la familia. Anabella adoraba a sus tres hijos varones, pero Albert era su preferido. Arnold era el mayor, quien, como sucesor de su padre, era un hombre correcto, y sabía que era así porque conocía bien sus responsabilidades. Él ya se encontraba casado con Alaska Peter, la hermana mayor de Lou, y su unión no fue una sorpresa para ninguno, puesto que ya tenía una relación. Lo que hizo fácil que todo lo demás se llevara a cabo.

Sin embargo, Lou y Albert tuvieron otro recorrido en su relación. Tampoco fue sorpresivo, pero eso hizo que los dos empezaran a construir su relación, y eso causó que Anabella fuera más condescendiente con ambos. No obstante, nada de eso fue un obstáculo para que ahora estuvieran de acuerdo con su matrimonio.

Por lo menos, eso era lo que pensaba su madre, a quien ahora solo le quedaba la preocupación de que su tercer hijo, Allan, a quien debido a que Los Peters solo tenían dos hijas y el tercero era varón, quedó fuera de estos acuerdos. Al contrario de lo que esperaban, se lo tomó muy a bien, pero eso le dio la libertad de escoger su propio rumbo, haciendo que su elección de vida fuese muy diferente a lo que esperaba su padre, primando sobre sus gustos y volviéndolo algo problemático.

Para su padre, Allan Woods, era la oveja negra de la familia, haciendo lo que le daba la gana, y si bien no estaba cerca de ellos para verlo, porque se había marchado una vez que entró a la universidad, no dejaba de molestarle. Lo único que le consolaba era que seguía siendo un Woods y no renegaba de ello.

―Lou está muy emocionada y ya quiero que empecemos a ver los trajes de boda ―mencionó Alanna y su madre, mostrando también su emoción, por lo que significaba que los Woods-Peters celebraran una unión.

Esto era, por así decirlo, un gran acontecimiento social, debido a que ambas familias eran de las más sobresalientes en la sociedad. Alanna también lo decía, puesto que era muy amiga de Lou. Se detuvieron de su charla cuando tocaron a la puerta de la habitación donde se encontraban.

―Soy yo, madre.

Anabella se emocionó al ver la cara de su hijo mayor, Arnold; sin embargo, este no lucía tan emocionado como ellas. No le prestó atención, puesto que era el más serio de todos sus hijos. Mientras él y Allan eran los extremos entre la responsabilidad y la rebeldía, Albert era el equilibrio, siendo el más consentido por ella.

―Llegas temprano ―le dijo ella poniéndose en pie para ir a saludarle.

―Quería no haberlo hecho, pero fue necesario ―adujo Arnold, cuyo semblante aumentaba su preocupación.

―¿Ha ocurrido algo a tu padre? ―preguntó.

El patriarca de los Woods, a pesar de tener una salud de roble, tenía sus achaques.

―No, papá está bien.

―¿Entonces a que se debe tu llegada tan temprano? Tampoco escucho a Alaska y a mis nietos.

―Mamá, no van a venir.

―¿¡Por qué!? ―preguntó alarmada―, se supone que esta noche anunciaremos el compromiso de Albert y Lou ―añadió agitada.

Si algo odiaba Anabella Woods, eran los contratiempos.

―Cálmate mamá, vas a necesitarlo para lo que tengo que decirte.

―¿Con respecto a qué?

―A Albert.

―¿Qué pasa con él? Ha estado tan nervioso estos últimos días con el compromiso que me preocupa ―expuso y su hijo mayor hizo silencio―, vamos, dime. No vendrías aquí a decirme eso si no fuera urgente.

―Mamá, temo decirte que no habrá anuncio de compromiso esta noche ―dijo su hijo de sopetón haciendo resoplar con fuerza a su madre.

―Déjate de bromas, que ya me las hicieron cuando fue el tuyo.

―No es una broma.

―¡Bien! ¿Y por qué no va a haber compromiso? ―increpó exasperada.

Arnold miró a su hermana pequeña con frustración antes de volver a mirar a su madre.

―Porque se ha ido.

―¿Y quién se ha ido? ―bufó su madre.

―Albert ―respondió haciendo que esta ensanchara su mirada abriendo sus ojos grandes, seguido le entregó una nota de papel que había traído en sus manos.

Anabella la leyó con su mirada incrédula y luego se desvaneció. Alanna corrió hacia ella para socorrerla, y luego de llamar por ayuda para atender a su madre, leyó la nota que solo decía.

“Lo siento a todos, no voy a casarme con Louisiana, porque ya he encontrado al amor de mi vida”.

―¿Qué es esta locura, Arnold? Dime que es una broma ―preguntó mientras el ama de llaves junto a otra empleada se ocupaba de su madre que se había desmayado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.