Sé que lo que hice no estuvo bien, pero no me importa porque así Allan aprenderá su lección y sabrá que ya no puede tratarme a su antojo. Ya no es como antes. Yo ya no soy una niña, he crecido y me he curtido tanto como para saber qué es lo que más me conviene.
―Debiste sentirte fatal en ese lugar tan espantoso como para llamarme; ¿pero sabes lo que eso significa?
La pregunta de Dariel tiene doble filo, y si bien yo lo provoqué, también tengo que dejarle claro que esto no es ninguna concesión para él. Lo hice porque debido a la puja que tienen ambos vendría tan rápido como lo llamara.
―No me equivoqué al pensar que vendrías a buscarme, pero me has sorprendido al hacerlo bastante rápido ―digo evadiendo un poco su pregunta.
Dariel sonríe con su característica media sonrisa algo sobrada.
―Estaba cerca, además, tendrás mi ayuda siempre que la necesites.
―Gracias.
―Lo sabes bien, Louisiana ―recalca. También sonrío―, y ya que estamos, ¿te tomarías una copa conmigo para pasar el mal rato?
―Me gustaría, pero me prefiero ir a Four Spring ―emito―, puedes dejarme allí ―añado antes de que haga alguna objeción.
―De acuerdo, pero esto amerita una cena un poco más formal.
―Creo que está dentro de lo estipulado.
―Así es, será en casa con la familia para que te vayas sintiendo a gusto entre nosotros.
―Seguro que tu familia es agradable.
―Te aseguro que mucho más que la de Roland, ya verás la diferencia ―aduce y ante eso prefiero volver a sonreír y hacer silencio.
Por suerte no insiste con lo de tomar una copa y me lleva al hotel, y estando allí me preparo para la arremetida de preguntas sobre Allan. Y es inevitable.
―¡Lou! ―exclama, apenas me ve entrar en la recepción.
Aparte de su aspaviento al venir hacia mí, me sorprende que esté allí y no en el bar o el restaurante, porque ya es hora de almorzar.
―Ya estoy de vuelta y no me hagas preguntas hasta que me duche y me deshaga de esta ropa ―le advierto y ella arruga a cara.
―¿Tan mal te fue con ese bombón tan grandote?
Su me hace resoplar con su pregunta.
―¿Y eso qué? ―mascullo siguiendo mi camino y ella me sigue rogándome que le cuente que fue lo que pasó para volver de tan mal genio.
Lo cierto es que podría haber tolerado todo de otra manera si él no fuera tan idiota. Me pregunto si en serio esta es su manera de hacer que incline la balanza hacia él.
―Después ―exclamo y me apresuro en seguir mi camino, y esquivando muchas miradas.
Al llegar a mi habitación es imposible no dejarla afuera y se queda esperándome en la sala hasta que salgo con un nuevo atuendo, esta vez una falda larga y una bonita blusa y sandalias altas.
―¿Pensé que te habías ido?
―Ya sabes que no ―me rechista con su respuesta.
Y eso que me demoré un poco secándome el pelo porque tenía que lavarme al completo. Voy y me siento en el sofá y largo un suspiro antes de hablar.
―El lugar al que me llevó no me gustó para nada, eso pasó ―digo y ella abre los ojos.
―Vamos Lou, si ese monumento me lleva al basurero, yo igual pensaré que es un paraíso.
―Estás loca, deberías dejar de engañarte con las buenas apariencias.
―Bueno, pero no vas a negarme que está para comérselo.
―¡Basta!
―También lo piensas, ¡eh!
Suzanne me hace entreabrir la boca espantada.
―Dije, basta de decir tonterías ―repito aprensiva y ella frunce sus labios aburrida.
―¿Y a dónde te llevó para que pongas el grito en el cielo?
―No lo sé, pero era alguna clase de club de moteros.
―¿Y eso te molestó? Para mí va acorde con él que tiene cara de guapo y malote.
―¿Podrías dejar de fantasear?
―Y tú de seguir siendo una amargada, ¿no crees que él puede ser tu oportunidad de sacudirte un poco el polvo de entre las piernas?
―¡Oye! ―Su me deja súper espantada, pero ella se ríe a carcajadas―. Muy graciosa ―agrego mostrándole mi gesto indignado.
―Hablando en serio, Lou. Deberías tomártelo mejor, porque no me imagino a ninguna mujer dejando a semejante monumento por otro igual de amargado y acartonado que tú.
―Bueno, Albert y Dariel tienen mucho en común.
―Tómalo como una señal de que ese no era tu futuro.
―¿Y lo dice la persona que se deja llevar por cualquier cara y cuerpo bonito?
―Más que bonito, diría escultural.
―Ya, basta.
―Ay, Lou, en serio creí que me contarías mejores noticias, pero veo que sigues sin querer salir de tu confort.
―¡De que hablas!
―Bien que lo sabes. Te gusta ser correcta y obediente.