Míster problemático

Capítulo 37

Después de romper la burbuja en la que hemos estado durante nuestra luna de miel, llega el tiempo de regresar a la realidad, y lo cierto es que tengo que admitir que lo hago bastante contenta. El viaje en yate que nos regaló el abuelo fue divertido y muy relajante, a pesar de las tensiones que todavía hay entre la abuela y Allan.

Quisiera decir que el muy tonto se siente intimidado por eso, pero ha sabido sobrellevarla, tan bien que ella a veces se queda sin argumentos para seguir afirmando que sigue siendo un rufián. Es obvio para mí que le contará todo a mi madre porque sería de tontos pensar que pasar parte de nuestro tiempo con ellos era alguna clase de bono vacacional con todas las comodidades.

Lo cierto es que ni me preocupa lo que pueda decirle, puesto que sin incluirlo en el trato nos hemos sabido comportar, e incluso tomarnos en serio lo de la vida conyugal; sin embargo, la abuela mencionó la otra parte de convivir con una persona y supongo que ahora es cuando Allan y yo durará más de lo estipulado en nuestro trato.

Cariño, de verdad espero que no te arrepientas, pero si lo haces, cuentas con todo nuestro apoyo.

Antes, creía que eso era un paraguas bajo en que me podría cobijar de cualquier tormenta que esto desatara, no obstante, ya no estoy segura de querer que esto fracase. Es más, nunca lo he querido porque no soy una mujer que se acostumbre a tomar malas decisiones.

―¿En serio todo ha ido bien? ―mamá pregunta.

Sabía que al regresar iba a querer verme de inmediato. Allan ha ido a su casa a tratar algún tema con su padre y yo a tomar un café con ella. Quedamos de vernos en la tarde en la que será la casa en la que viviremos juntos. Es un regalo de los Woods y según me dijo Alaska que se ofreció a ayudarme con la decoración, está muy bien ubicada, incluso no me queda muy lejos de la oficina.

―Es lo que he dicho, madre ―afirmo sin ningún titubeo.

―Voy a creer que es así.

―Seguro la abuela te dio suficientes pistas de que no miento ―arguyo y ella se remueve algo incomoda con mis palabras, en la silla de diseño minimalista de la cafetería.

―Reconozco que Allan tiene lo suyo, así que no dudo que te dejes engatusar.

―¿Mamá? ―llamo su atención y ella se alza de hombros―, esto debe funcionar de todas las maneras posibles. Se supone que ya somos un matrimonio.

―Así es y no lo discuto, pero me molesta que él pueda echarte a perder. Que eso no te distraiga, puedes encontrar placer donde quieras.

―¿Qué insinúas?

―Nada, solo digo.

―Perfecto, no lo hagas.

―Bien, pero vas a decirme que esperas de esto. Con Albert había un plan, con Allan todo es incierto porque ya sabes que no se amolda a nadie, solo a él mismo.

―¿Y eso qué? ―preguntó mostrando indiferencia mientras tomo de mi taza de té chai, haciendo que ella lance un resoplido.

―No deberías preguntármelo porque ya lo sabes. Los Woods se creen la cara importante de la sociedad, pero no lo serían sin nosotros, nunca lo olvides ―enuncia.

Suspiro bajo dejando mi taza en el platito.

―Lo llevo claro, pero tampoco olvides que, sin su buena apariencia, tampoco seríamos nada. Porque a la final el lazo comercial que se creó produjo un emporio que, sin ninguno de los dos, podría derrumbarse. Y se supone que es por eso por lo que debemos permanecer como aliados y dejar fuera a otros.

―¿Le das clases a tu propia madre? ―pregunta mi madre con sorna en la voz.

―Por supuesto que no, solo te recuerdo también porque a la final hubiera sido una mala idea escoger a Dariel ―repongo descansando mi espalda en la silla y descansando un poco de mantener una postura recta.

Mamá no dice nada, y sé que es porque en el fondo sabe que era útil y necesario que eligiera a Allan, por sobre su elegante y educado primo, así este fuera un tipo que solo causa problemas y discordancias en la familia.

Río a desgano con esa realidad, pero es cierto e incluso Allan lo sabe, así sienta rencor por como lo relegaron; sin embargo, no dudo que también quiera aprovechar esto para vengarse de su padre, porque con Albert todo estaba calculado y jamás iría en contra de lo que se le había estipulado, pero con él, no se sabe, e inclusive, yo estoy a la expectativa.

―¿Te ha dicho que hará?

―¿Sobre qué? ―pregunto haciéndome un poco la desentendida, pero sé que el hecho de que no quiera formar parte de ningún negocio con la marca Woods, les preocupa mucho a todos.

En lo personal no voy a estresarme con ello, puesto que Allan siempre ha hecho lo que quiere, y si ha dicho que montará su propio bufete sin la ayuda de su padre, lo hará.

―Lo sabes Louisiana, él ahora es tu esposo y cualquier cosa que haga te afectará a ti.

―¿Piensas que volverá a hacer cosas malas? ―pregunto con algo de diversión.

En su momento me enojaba porque realmente me lo hacía pasar mal, pero ya he ido comprendiendo que todas sus travesuras de chico rebelde y desobediente son las que de alguna manera forjaron un vínculo entre los dos, por lo que le creo cuando dice que quiere vengarse de mí.




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