Míster problemático

Capítulo 38

Por lo general, nunca dejo que lo que diga mi madre me afecte o cambie mi modo de pensar; pero si ha mencionado a esa mujer es porque hay algo detrás. Lo cierto es que ni siquiera yo puedo calcular un beneficio en ello, y lo más lógico es que saquemos este matrimonio adelante, por lo menos durante dos años. Después de eso, que tenga lo que tenga que pasar entre los dos.

―¿Cómo dijiste que se llamaba? ―Alaska pregunta.

Antes de ir a mi nueva casa he quedado en ir a ver a mi hermana. En parte porque quiere saber cómo fue todo, ya que no hablamos porque básicamente me desconecté de la familia. Además, que ella sabía que lo iba a hacer para evitar que mamá me estuviera perturbando con sus insinuaciones. Aparte que creo que ya cansa.

―Rebeca Houston, eso dijo mamá. No dudo que lo haya hecho con alguna doble intención.

―Bueno, ya la conoces. Cuando algo no le gusta no deja de presionar con ello.

―¿Alguna vez lo hizo cuando te ibas a casar con Arnie?

―No lo recuerdo, solo me recalcaba que tenía que hacer funcionar esa unión a como dé lugar.

―¿Y lo has hecho? ―le cuestiono.

Lo cierto es que antes de que pasara lo de Albert, nunca se han cuestionado los acuerdos. Incluso tengo que admitir que son decisiones que jamás he cuestionado; sin embargo, con este cambio parece que todo el patrón a seguir se ha trastornado.

―¿A qué te refieres?

―Al matrimonio, por supuesto.

―¿Crees que me obligué a casarme con él?

―¡No! Es solo que quiero saber si en algún momento lo has hecho porque es tu responsabilidad ―expongo y ella aprieta sus labios sonriendo.

―No ―contesta―, sabes que Arnie me gustaba desde antes de que supiéramos que íbamos a casarnos. Si bien fui consciente del lazo comercial que había entre nuestras familias, me hizo feliz que fuera él ―agrega poniendo una cara de felicidad que me recuerda lo enamorada que estaba de él.

Y como no estarlo, Arnold Woods era el chico apetecido de su generación, y sé que Alaska lo afirma porque estaba muy segura de lo que se sentía por él. Lo contrario a mí con Albert, que sabía que nos íbamos a casar cuando nos presentaron para ello, pero siempre lo vi como el compromiso a cumplir, y como ya lo conocía era por eso por lo que no me desagradaba, aunque tampoco puedo afirmar que sintiera que me quitaba el aliento cada que nos encontrábamos. Para mí siempre fue normal.

Quizás el hecho que de que lo tuviera tan normalizado en mi vida es lo que hizo que me sintiera mal o un poco defraudada, y como si hubiese perdido algo importante para mi futuro, sin embargo, no para mi vida.

Caso contrario, lo que ocurre con Allan, que cada vez parece que se vuelve más importante y siento que, como en el pasado, cualquier cosa mala que haga volverá a hacerme sentir mal. Siempre ha sido extraño para mí, como él lograba afectarme más que Albert. A lo mejor fue porque, de alguna manera u otra, al ser más contemporáneo en edad, era más cercana a él.

¿Era eso o había más?

―¿Tiene que ver eso con esta mujer? ―pregunta mostrándome la pantalla de su tableta.

―¿Quién es? ―interrogo sobre la mujer en la imagen.

No es fea para nada, su cabello es castaño oscuro, su piel blanca y unos ojos claros que hipnotizan. Realmente es bella. En la foto parece salir de una fiesta o una reunión social porque lleva un vestido negro que se le ajusta muy bien a su figura. No sé si es por sus tacones, pero es alta, quizás mucho más que yo.

Trago con fuerza pensando que quedaría muy acorde con la altura de Allan, que pasa los uno noventa.

―La tal Rebeca Houston ―responde―. Hay más con ese nombre, pero creo que ella se amolda más a alguien que saliera con Allan.

―Bien, ¿y qué hay de las otras? ―pregunto para sacudirme un poco la zozobra.

―Son de mediana edad hacia arriba. Y no creo que mamá se haya referido a una persona mayor.

―¿Y por qué dices que se ajusta a mi marido? ―pregunto irritada y ella se echa a reír.

―Ya veo que te estás apropiando de él ―emite con una expresión ladina en su rostro.

―Basta, no empieces.

―Vale, lo digo porque también es abogada y al parecer graduada de la universidad de Montreal, donde también se graduó él ―continúa explicando, haciendo que exhale con fuerza―, ¿te preocupa lo que haya pasado entre los dos? ―agrega aumentando un poco la zozobra que he empezado a sentir.

No, no debería de importarme, no cuando he dicho que lo que haya ocurrido en ese tiempo que duró lejos de todos nosotros, no me importa.

―No es eso ―digo y ella me mira poniendo una expresión de que no está muy convencida de mis palabras―, solo… tenía curiosidad por como luciría esa mujer debido a la insistencia de mamá. Estoy por pensar que a ella no le preocupa que esto fracase.

―Eso es porque es muy egoísta, ya la conoces. Mientras todo funcione bien, ella estará satisfecha, pero cuando algo se sale de control siempre toma cartas en el asunto. Como cuando empezó a espantarle las amigas a Dennis porque no debe involucrarse con ninguna otra chica que no sea Alanna. Ella sabe mantener su palabra, pero también usarla a conveniencia, partiendo de que nunca le gustó Allan, y no solo porque fuera tonto contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.