Después de ponernos de acuerdo terminamos de comer el resto de los pastelitos y nos vamos. Me deja en mi oficina de camino a su trabajo y queda en recogerme a las cuatro como quedamos. Cuando ya voy a salir, Vianna me avisa que ha llegado un visitante, y estoy por recordarle que ya le di instrucciones sobre Dariel, sin embargo, me sorprendo un poco porque no es él, sino Dennis, mi hermano menor quien abre la puerta.
Él luce como la estampa juvenil de papá, y lo pienso porque es muy parecido a cuando nuestro padre estaba en sus años mozos. Mi hermanito es bastante apuesto, y no dudo que eso sea una cuota extra para que Alanna no pusiera reparos en salir con él.
―¿Qué haces aquí? No deberías estar estudiando.
―Lo dices como si fuera un niño de escuela, se supone que estoy estudiando un MBA ―alardea, causando que entorne la mirada.
―Por eso lo digo ―rechisto.
―¿Ya te vas? ―pregunta al ver que estoy recogiendo todo.
―Sí, voy a un lugar ―contesto indiferente.
―Cita de negocios ―arguye con perspicacia.
―No, voy a ver a Allan ―repongo con sarcasmo. Dennis se ríe―, ¿Qué te resulta tan gracioso?
―No lo notas, mi rígida hermana se escapa de la oficina antes de terminar su estricta jornada laboral para ir a ver a su marido. Eso es inusual, por eso me causa mucha gracia ―Dennis dice bastante.
También me hace refunfuñar; sin embargo, me detengo de replicarle cuando caigo en la cuenta de lo raro que es, porque si algo nunca hago es dar malos ejemplos.
―No me escapo…
―No te lo estoy recriminando, solo lo digo porque mamá piensa que casarte con Allan es una mala decisión, pero yo creo que, al igual que Alaska, es lo mejor que te pudo pasar para que te relajes y dejes de comportarte como doña perfecta.
―¡Oye! Cuida tus palabras, que no he dejado de ser tu hermana mayor.
―Me parece bien porque yo ya no quiero seguir ese ejemplo.
―Deja de decir tonterías.
―No lo son, y así como no diré nada acerca de esto a mamá, tú tampoco mencionarás nada contrario a que me quedé el resto de la tarde en la sala de entrenamiento.
―¿Qué estás escondiendo? ¿Acaso te vas a ver con Alanna? Sabes que no necesitas mentir para eso. Además, puedo hacer lo que quiera, ya soy una mujer casada, en cambio, tú todavía debes portarte como un niño obediente ―expongo y él arruga la cara.
―¿Niño obediente? ―repone arrogante―. Ya me estoy cansando de ello.
―No me digas, ¿prefieres ser como Allan?
―¿Por qué no? Pero casi estaba creyendo que te sentías muy orgullosa de ser una mujer casada ―aduce.
Entonces caigo en la cuenta de lo que Dennis está tratando de decirme.
―¿No me digas que te cae bien, Allan?
―¿Por qué iba a caerme mal? ―replica sorprendiéndome.
Me fijo con un poco de gracia que es la primera vez que Dennis y yo hablamos de esta forma tan transparente.
―No dijiste nada cuando lo elegí.
―Me pregunto si podía opinar algo, ya sabes, todos deciden por nosotros ―arguye.
―No… es así.
―Sabes que sí ―aduce algo irritado, y seguro notando mi vacilación.
―Quizás ―admito―, pero todo es por un fin ―añado, aunque en el fondo quiero preguntarle que diantres le pasa.
Dennis nunca hace nada irresponsable o imprudente.
―Sí, supongo, ¿no te ibas?
―¿Acaso te piensas quedar aquí?
―No, saldré contigo, pero ya sabes.
―¿A dónde piensas escaparte? ―pregunto insidiosa.
―Me veré con Alanna ―responde.
Lanzo un bufido.
―Ahora no te creo.
―Allá tu hermanita, llámala si quieres comprobarlo, ¿nos vamos?
La respuesta de Dennis me deja un poco preocupada, en verdad que jamás ha actuado fuera de las normas, y no tiene sentido que haga eso a estas alturas cuando se está preparando para trabajar junto Arnie y en un futuro próximo convertirse en un director de la alianza Woods-Peters.
Le observo con detenimiento, y lo cierto es que cuando creí que conocía bien a mis hermanos, parece que no los termino de conocer del todo, así hayamos convivido en la misma casa desde que nacimos. Siento que ya no soy nadie para exigirle.
―Bien, te creo, pero no hagas tonterías ―digo y él hace una mueca.
―Suenas como mamá.
―Basta.
―Por suerte no eres ella ―se mofa y yo entorno la mirada.
Cuando salimos del edificio, le entra una llamada cuando se va hasta su auto. Algo me dice que tiene que ver con lo que va a hacer. Me percato que Suzanne también ha llegado y por alguna razón no me siento bien dejando ir a Dennis sin saber qué está haciendo.
Voy hasta la ventanilla del auto de Suzanne.
―¿Ese no era tu hermano? ―pregunta observando lo mismo que yo.