Allan
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Supongo que decirle eso a Louisiana fue algo un poco excesivo, pero meditándolo a fondo, creo que no le mentí. Si Becka tuviera un hijo mío, no lo habría dejado de lado. Aunque quizás lo drástico es porque le di a entender que sentía algo por mi exnovia, lo suficiente como para formar una familia con ella.
Lo cierto es, que no es así.
Sin embargo, mi tiempo con Rebeca es algo que no podría echar por tierra. Ella fue como ese rayo de luz que apareció en mi vida luego de vivir en una tormenta. Con ella dejé de ser el problemático de Allan Woods y me convertí en un chico modelo que se esforzaba de verdad por sobresalir.
Cinco años, ese fue el tiempo que estuvimos juntos. Dos desde que nos conocimos en la universidad y tres, cuando convivimos como una pareja ejerciendo juntos la carrera de abogados. Podría decirse que todo durante ese tiempo, fue perfecto, e incluso la abuela pensó que me casaría con ella porque se la pasaba yendo a la casa y comportándose como una novia modelo con ella.
Mentiría si dijera que eso no me complacía, porque con ello estaba cumpliendo las locas fantasías que me había hecho con Luisi.
No obstante, si Becka en serio tuviera un hijo aparte mío, lejos de sorprenderme enoja. Sobre todo, cuando sigue creyendo que soy el mismo. Ese Allan que ella conoció y hasta quizás rescató, fue una faceta necesaria en mi vida, porque solo alejándome y olvidando por un buen tiempo, es que encontré mi propio camino.
Es cierto que ahora que he vuelto, me había prometido hacer sufrir a Luisi, hasta verla doblegarse y llorar porque era algo que nunca había logrado. Siempre se mostraba fuerte e irrompible, hasta inmutable, así viera sus rodillas sangrando.
Era como una vara larga y espigada que nada hacía doblar; no obstante, no era para vanagloriarme, solo que fuera un triunfo personal. Una manera de demostrarle que no era invencible, que en el fondo también tenía sentimientos como yo. Y entonces, cuando estuviera en ese estado, aceptaría de una vez por todas que, al fin de cuentas, estaba destinada para mí.
Suspiro, sintiéndome un poco frustrado, porque también al final, esto tal vez se me ha salido un poco de las manos y este asunto lo único que hace es complicarlo un poco. Se supone que ella debía estar de mi lado cuando Amadeus ponga a andar sus planes en contra de mi padre.
Sueno como si en verdad quisiera ayudarlo, pero solo lo hago por el respeto y cariño de hermanos que le tengo a Arnie. Es por eso por lo que estoy de vuelta, porque él ya predecía que esta tormenta se encimaba. Para él era obvio que los Peters se pondrán de lado del tío, y Louisiana sigue siendo una pieza clave que hará la diferencia en el peso de la balanza.
Dariel lo sabe bien, razón por la cual Arnie me rogó que no la hiciera enojar porque no lo tendría fácil, y mientras ella estuviera a mi lado, su deber estaría con nosotros, pero todo se ha torcido por una foto de Becka llevando a un niño de la mano que aún no sé cómo llegó a sus manos. No me lo ha querido decir. Bueno, no hay modo porque no me habla desde esa noche. Seguro que lo haremos cuando haya tomado una resolución.
¿Es o no mi hijo?
Supongo que es algo que tengo que comprobar porque este meollo no estaba en mi radar. Tampoco tener hijos con ella formaba parte en ninguno de mis planes, pero que este tema surja de repente, solo complica todo el panorama, sobre todo para quienes buscan que este matrimonio fracase. Me lo tengo merecido por lo cruel de mis palabras, pero, mientras aclaro esto, de momento es lo mejor; no obstante, jamás voy a renunciar a ella.
Miro la hora, cité Rebeca para hablar y, aunque habría preferido que fuéramos a un restaurante, insistió en que llegara a su casa. La idea me mortifica, pero luego medito en que será lo mejor, y así podría aclararlo todo mucho más rápido.
Tengo que admitir que me sofoca un poco la idea de que Becka me haya mentido y solo hasta ahora haya aparecido para contármelo. Si bien mientras permanecimos juntos nuestra relación fue muy buena, los problemas llegaron cuando el panorama laboral se volvió serio para nosotros, hasta el punto de elegir un bando.
Por supuesto, ella quería que no nos separáramos; sin embargo, hay líneas que es mejor no cruzar, porque no tienen vuelta de hoja. Ambos estábamos entre la ética y el dinero. Esa fue mi manera de dejarle clara cuál sería nuestra posición de allí en adelante. Ella eligió lo segundo. Entonces di por sentado que lo que teníamos había carecido de importancia.
El lugar en que está alojada, no sé si es de forma temporal o definitiva, es un piso en un edificio de lujo en la zona sur de la ciudad. Se diría que estaba muy acorde a sus gustos, quien siempre soñó con convertirse en alguien de élite y vivir en lo mejor.
Al llegar, me anuncio en la recepción y me autorizan a subir al quinto piso. Mientras subo en el ascensor, la idea de que sea mío me perturba de solo pensar en la cara de Louisiana, si llegara a ser real. Respiro varias veces para calmar mis emociones, meditando en que con lo que se avecina, todo puede pasar, y para cuando llego a la puerta me encuentro más sereno.
Presiono el timbre y no me extraña que haya estado esperando en la puerta. Cuando esta se abre unos segundos después, allí está ella y por un instante me perece ver la cara con la sonrisa coqueta de la genuina Rebeca Bale, antes de cambiar su apellido porque el de su madre sonaba mejor y le daba más estatus.