Míster problemático

Capítulo 55

―¿Te escuché bien? ―pregunta haciéndose el desorientado.

Quisiera decir que lo hace de forma irónica o socarrona, pero su cara es de total seriedad. Aprieto los labios y los puños mirando la tabla con pequeños rollitos. Trago con fuerza antes de levantar la mirada y hablar.

―Es lo que he dicho, pero no es el punto en la conversación.

―Yo creo que si lo es.

―Lo dices para tener algo de lo que reírte después, porque debo verme patética admitiendo que me molesta alguien que ha estado en tu vida y a quien ni siquiera conozco en persona.

―Siempre crees que me burlo de ti, pero no es así, aunque de cierto modo lo hago para irritarte. Por lo menos cuando muestras una emoción de protesta o de rabia, siento que eres genuina.

―¿Piensas que no tengo emociones?

―¿Es algo que debes preguntarte a ti misma? ―arguye haciéndome exhalar profundo.

Le observo meditando en que tiene razón y he allí la barrera que siempre marcara entre los dos. No obstante, en el pasado, por más que quisiera no podía ir más allá. Pensar en ello me saca una forzosa sonrisa, y es irónico porque la que ríe soy yo, quien siempre permanece impertérrita ante sus insinuaciones.

―Supongo que puedes mostrarte serio cuando te lo propones.

―Lo soy, solo que piensas que todo me lo tomo a diversión.

―Decir frente a todos que uso tangas de abuelita, lo deja bastante claro.

―Bueno, eso encaja dentro mis parámetros para sonsacarte ―agrega divertido.

―¿Qué tan significativo fue lo que tuviste con ella? ―pregunto, enseriando de nuevo la conversación.

―¿Quieres saberlo?

―Lo estoy preguntando, ¿no?

―Te preocupa la idea de que pueda volver a verme con ella en plan romántico.

―Ya te lo dije.

―Eso no responde la pregunta ―aduce bebiendo de la cerveza y dejando la botella otra vez sobre la mesa.

―Pensar eso me enoja, porque me hace recordar lo mucho que me enojaba cuando te ibas con Saddie.

―Dices que no es el punto central, pero para mí es importante saber que mi mujercita me está empezando a querer y siente celos de otras mujeres.

―Eso debe hacerte mucha gracia.

―No, me pone muy feliz.

―¿Lo dice quién me propuso un trato?

―Tal vez eso esté fuera de lugar, pero, si no fuese así, ¿estaríamos teniendo esta conversación? ―comenta.

―La verdad, es que no ―admito.

―Tal cual, porque te habrías casado con Dariel y seguirías siendo esclava de tus principios. ¿No crees que de algún modo te has liberado de ellos?

Allan hace que sonría de nuevo y tal vez es porque le doy la razón en que no estoy bajo ninguna presión.

―Podría ser ―admito desviando la mirada.

―Admitirlo no te matará.

―¡Bien!

―Así está mejor, ahora, dejemos clara esa situación que tanto te molesta con respecto a Becka ―continúa provocando que tome aire y suspire profundo―, mi historia con ella terminó hace tres años cuando eligió su propio camino y yo decidí el mío, sin embargo, eso no quita que ambos tengamos una buena relación profesional.

―¿Y el niño?

―No tengo idea de quien es el padre, pero te aseguro que no soy yo.

―Fuiste a verla, ¿ella te lo dijo?

―Así es, pero eso no es lo que me preocupa.

―¿Entonces que es?

―¿Recuerdas el nombre de la mujer que mi antipático primito mencionó? ―pregunta y yo asiento, y algo me dice que no era una coincidencia―, se trataba de ella.

―¿Tu ex?

―Sí, y no sería difícil hacerme una idea de por qué la contactó.

―¿Tienen algún vínculo?

―Así es.

―También te lo dijo.

―Sí, y me hizo una advertencia.

―¿Qué clase de advertencia?

―Es sobre lo que está tramando tío Amadeus contra mi padre. Y de lo que ya deberías saber algo.

―No sé nada exactamente, pero mi padre…

―¿Que te dijo tu padre? ―pregunta y a mi mente viene esa agria conversación telefónica que tuve con mi progenitor.

―Mencionó que él buscaba salvaguardar lo nuestro ―digo dejando de lado aquello que afirmé como si hubiese sido mi propia sentencia.

Seguido miro a Allan y este no parece sorprendido.

―¿Solo eso? ―pregunta confuso―, imaginé que la demanda familiar sería nuestro divorcio ―agrega dando en el clavo.

Trago con fuerza.

―Si… lo mencionó.

Decido decirle.

―Y supongo que lo estás pensando.

―¡Por supuesto que no!

Las palabras me salen bastante rápido para sorpresa de mí misma, y tal vez por la euforia que me causan.




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