Allan llega a la mesa del comedor mirándome con el ceño arrugado mientras saca la silla de al lado. Pongo los ojos en blanco. Lo cierto es que hoy no tenía motivos para irme temprano.
―Buenos días, amorcito. Imaginé que no te encontraría aquí sentada ―dice inclinadme sobre mi oído.
Ocasiona que respire con fuerza cuando me besa en la mejilla, justo cuando llega Martens a poner el desayuno que le pedí que hiciera para él. Se aleja cuando ella se aclara la garganta y empieza a poner todo y dejar servido el café.
―Buenos días ―le digo poniendo un poco de nata en mi café―, podrías dejar de mortificarla.
―No tenía idea que venía.
―Si sabías, debiste cruzártela al bajar las escaleras.
―Bueno, pero es que acaso no puedo ser cariñoso con mi mujer en la mañana.
―Ya basta con esa forma de hablar.
―¿Eres la misma de anoche o te cambiaron? ―pregunta jocoso.
―Muy gracioso ―repongo y él se sonríe.
―La verdad me pone muy feliz cuando eres así de colaboradora ―repone y yo resoplo con fuerza.
―Basta.
―Quiero que lo hagamos así de ahora en adelante.
―¡Allan! ―exclamo apretando los dientes y él sigue riéndose.
―Pero si la bruja no está para escucharnos.
―¡Pero yo sí! ―protesto.
Entonces me agarra de la nuca y me besa.
―¿Mejor?
―Embaucador ―farfullo y él me mira serio―, ¡buen! Ya que te volvió la compostura, te aviso que nos han invitado a cenar en casa de mis padres el sábado ―digo y él alza sus cejas.
―¿Seguro que nos invitaron a los dos? ―pregunta.
Quisiera pensar que es una preocupación, pero creo que se lo toma a burla.
―Es cierto que mis padres te tienen reservas, pero no pueden evitarlo, y ya saben que no iré sola.
―No puedo creer que Luisi esté dispuesta a revelarse por mí.
―Ya basta, así que no podemos faltar.
―Está bien, cuenta con tu marido, pero no esperes que me quede callado si tratan de comportarse altaneros.
―Allan ―replico―, no vas a una guerra con tus suegros, solo es una cena porque aún no los visitamos estando casados.
―¿Justo ahora? No te resulta curioso ―repone decidiéndose a empezar su desayuno―, ya imagino la conversación a solas que tendré con tu padre.
―Si quieres hablo con él.
―No digo esto porque les tema o algo, es porque no quiero que cualquier altercado con ellos arruine lo que estamos construyendo ―expone, haciendo que trague con fuerza el café con nata que bebí.
―¿Crees que estamos construyendo algo?
―¿Tú no? ―me cuestiona dejándome sin palabras, porque no lo había dilucidado de esa forma.
Él y yo construyendo… una familia. Siempre di por hecho que eso es algo perdurable y duradero, pero volvemos al punto de, ¿y si esto se desmorona antes de tiempo? Quiero creer que no, y sería irrisorio después de todo lo que está en nuestra contra, y eso incluye a un niño de por medio.
―Quiero creer sí.
―Yo lo creo.
―Pero aún estamos en la parte más difícil. Hacer un duro cimiento.
―Creí que estabas conforme conmigo ―repone burlón.
Le palmeo el hombro arrugando la cara.
―Sabes que no hablo de eso en específico.
―Solo bromeaba ―expresa divertido―, ¿Qué tienes para hoy? Me gustaría empezara a planificar los arreglos de la oficina, si aún sigues con la intención de hacerlo.
―¡Claro que sí! ―exclamo―, solo estoy acomodando los tiempos porque está lo de mi sobrina y Alaska no demora en preguntarme como voy con ello.
―También es mi sobrina, puedo ayudarte con ello si quieres.
―Por favor no, ya imagino que se te ocurrirá para eso.
―Oye, tengo buenas ideas.
―He pensado en un parque de diversión.
―Eso me gusta.
―Solo falta decidir cuál para alquilarlo.
―Vaya ―bufa con mi idea.
Arrugo la cara y entonces se ríe.
―Para tu oficina, voy a hacer una cita con nuestra decoradora para que vaya al edificio.
―¿La pondrás a ella? Creí lo harías tú misma.
―¡Por supuesto que no!, solo es para la asesoría, después podemos elegir juntos los colores y el mobiliario.
―Eso si me parece ―repone ufano luego de hacerme exaltar.
―Gracioso.
―¿Almorzamos juntos? ―pregunta.
―Deja reviso si tengo alguna reunión ―digo y él es quien resopla. Sin embargo, no esperaba encontrar una, pero si la hay―, podemos hacerlo mañana, no puedo cancelar esta cita ―añado mostrándole la pantalla donde su madre, Anabella Woods me pide almorzar con ella y Alanna.