Míster problemático✓

Capítulo 66

A Allan no le pudo haber pasado nada, me repito mientras me apresuro en sacar el auto y dirigirme a la clínica que mencionó esa mujer. Sé dónde es, y me pregunto si ya sus padres lo saben. Sin embargo, es algo extraño lo que de repente ha sucedido porque solo me he enterado porque ella ha contestado su teléfono.

¿Qué tan mal está Allan que ella es quien está a su lado?

Ni siquiera alcanzo a imaginar que pudo haberle sucedido para que terminara en ese estado tan crítico. Además, tampoco sé que lo impulsó a ir hacia esa mujer.

¿Qué le dijo mi padre para que lo hiciera?

Por dentro, medito en que tiene que ser algo muy complicado para que haya hecho eso. En mi mente me debato en sí llamar a preguntarle a su padre y siento que primero debo ver cómo está el panorama y si esa mujer solo está mintiendo.

Al llegar a ese lugar me dirijo rápido hasta la recepción y pregunto por él, en efecto me contestan que hay un ingresado por un accidente motociclístico con ese nombre. Me llevo las manos a la boca porque por lo menos en esto no mintió. Digo que soy su esposa y que me dejen ir a verlo, pero me hacen esperar diciendo que tengo que verificarlo con la persona que lo trajo a la clínica. Sin embargo, me dicen que espere.

¡Qué cuernos!

Eso me enerva, y más cuando un rato, después de quedarme allí con los brazos casi que cruzados, veo a esa mujer venir acompañada de un médico.

―Hola, Louisiana ―me dice, y estoy segura de que no es ninguna bienvenida amistosa.

―¡¿Dónde está Allan!? ―cuestiono sin dejar de mirarla.

―Debes estar ansiosa, pero no es posible que lo veamos ahora. Por eso he traído al doctor conmigo para que te explique su situación.

―¿De qué diablos vas? Allan es mi esposo y tengo derecho a verlo ya mismo. Déjate de tonterías.

―Cálmese un poco, señora ―dice el médico, que es un hombre algo mayor.

―Si va a decirme cuál es su situación, hable ya, de lo contrario iré a pedir que lo saquen de aquí y lo lleven a un lugar donde esté al cuidado de su familia.

―¿Por qué no lo escuchas? Estás muy alterada y no meditas bien en la situación en la que estás.

―Hable ―exijo al hombre omitiendo a esa mujer.

―El señor Wood sufrió un accidente de tránsito que le ocasionó varias lesiones, y entre ellos un peligroso trauma craneal del que aún no sabemos las consecuencias. Me dijo la señora Houston que usted es la esposa y es por eso por lo que he venido a informárselo.

―Por supuesto que soy su esposa, ¿por qué no me lo notificaron?

―Vamos Louisiana, ¿si dimensionas lo que pasó? ―me cuestiona esa mujer.

―Claro que sí, solo que Allan no es ningún imprudente.

―En este caso, algunas personas sí ―repone engreída.

―Bien, pero quiero verlo ―digo hacia el médico, que no da la apariencia de haber sido comprado para darme ese informe―, ¿o tampoco tengo derecho?

El hombre asiente.

―Usted es su esposa, por supuesto que puede. Los inconvenientes han sido causados porque el paciente no ha estado en la capacidad para llamar a sus familiares y la señora Houston es quien le trajo ―explica el hombre.

―¿Y eso qué tiene que ver? Cualquiera hace una caridad, y más si conoce a los familiares del accidentado, lo correcto no es llamarlos primero, porque eso es lo primero que haré avisar a su familia ―expongo y ella medio sonríe―, ¿Cuál es su estado ahora? ―increpo al médico mientras busco en mi teléfono el número de Arnie.

―Acaba de ser operado de emergencia y se encuentra en la sala de recuperación bajo observación. Deben esperar un poco para poder verlo ―responde.

Por lo menos me alivia que haya salido de la operación, pero me enoja que ella no me haya dicho eso porque él fue sometido a todo ello sin que ninguno nos enteráramos de nada. Después de marcar a su hermano, el teléfono suena y parece que se va a colgar cuando contestan.

―¿Lou? ¿Qué son estas horas de llamar? Arnie está dormido.

Es obvio que no saben nada.

―Estoy en la clínica central, Allan tuvo un grave accidente.

―Lou, ¡no bromees!

―Eso quisiera ―digo serena cuando al lado se escucha la voz somnolienta de Arnold, preguntándole quién lo llama a esa hora.

Ella le explica y después de eso me dicen que ya vienen para acá. El médico se va diciendo que debe ir a revisar el estado del paciente y que está en el piso siete en la zona de unidad médico-quirúrgica. Le envío un mensaje a Alaska diciendo dónde lo tienen y salgo para allá con ese médico, con esa mujer siguiéndonos.

Ella parece que no tiene intenciones de despegarse de él y alguna razón tendrá. Cuando llegamos a ese piso me guía hasta la sala de espera porque de allí no puedo pasar. El médico ingresa al área de cuidados intensivos para ir a revisarlo como dijo, y me quedo allí con esa mujer.

―¿Vas a explicarme lo que realmente le pasó? ―inquiero.

―¿Crees que yo lo accidenté? ―pregunta exculpándose.

―Con cómo está la situación, no sería raro.




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