Había pensado que casarme con Allan sería como una pesadilla después de todo el rencor que le había guardado desde que entró a mi vida. Todo porque era también un Woods; no obstante, el que estaba alejado de todos y marcara una clara diferencia con los ideales con que se había erigido la familia y quizás por eso, le habían puesto al margen.
Pero luego de atravesar esa etapa del matrimonio concertado, resultó todo lo contrario y las malas experiencias del pasado se convirtieron en lecciones para vislumbrar un presente muy diferente.
―¿No me digas qué le crees a esa mujer?
Mi hermana me cuestiona arrugando su cara, mostrándome enojo. Pensaría que por ser parte de los Woods tendría que asumir esa posición de nunca dudar de la integridad de la familia, pero Alaska siempre ha sido así, leal a sus propios sentimientos y principios. Tal vez porque ella sí estaba enamorada de Arnold, sin embargo, esa no sería la respuesta, puesto que no había ningún obstáculo para que estas relaciones se desarrollaran, solo que la manera, era impulsada por cada uno.
Tuve esa misma oportunidad con Albert, pero ninguno de los dos se interesó por apropiarse de esa relación y solo no perder de vista que, pese a lo que hiciéramos cada uno por su lado, eso jamás nos quitaría el rótulo de comprometidos.
―No lo sé ―digo luego de lanzar un hondo suspiro.
Nunca me había sentido en esta diatriba tan insegura, aunque, si me lo hubiera preguntado antes de que todo esto sucediera, a lo mejor no dudaría en decir que Allan era culpable de todo. Ahora, es difícil pensar que no es sincero.
―Vamos, Lou.
―¿Y… si lo es?
―¿Y eso qué? No estaban juntos cuando sucedió en el caso hipotético de que fuera cierto, y que se casaran fue más por la obligación de un compromiso del que él no formaba parte. Aun si lo fuera, no es una razón para que lo dejes, a menos que quieras aprovecharte de la situación para darle gusto a mamá.
Alaska me hace abrir los ojos.
―No he dicho eso ―gruño las palabras, y enojada con la idea de que piense que estoy conspirando con mis padres―, es solo que eso cambia la perspectiva de todo este asunto y con lo que ha estado sucediendo de manera interna en la empresa es como si girara hacia el mismo objetivo.
―¿Qué más ha estado sucediendo? ―Arnie pregunta a nuestra espalda.
Ambas nos giramos porque parece que ya llevaba un momento escuchándonos. Trago con fuerza, recordando que aún no le pongo al tanto de lo que sucede de forma interna con los proveedores.
―¿También quiero saber de qué hablas? ―prosigue ella con la pregunta, amenazándome con su mirada.
Miro hacia dónde se encuentra esa mujer hablando por teléfono.
―¿Acaso no lo sabes? Esa mujer es la apoderada de Dariel y Amadeus en todo el asunto de la sociedad.
Arnie también la observa de reojo y arruga el ceño.
―Lo sé, pero parece que hay algo que no.
―Eso es porque de momento lo estoy manejando de manera interna, pero pensaba comunicártelo cuando pudiera elaborar un expediente con las nuevas exigencias de los proveedores.
―¿Nuevas exigencias?
―Sí, ¿de qué hablas? No ha habido cambios en ninguna política de la empresa y el asunto de quitarle la autonomía a mi padre es más un problema de sucesión ―expone Arnold.
―Deberías saber que es más complicado que eso.
―Explícamelo mejor entonces.
―Lo llevo de ese modo porque Dariel solo busca ejercer presión mediante cambios arbitrarios. Él está promoviendo algunas nuevas políticas en la tasación de precios que quizás resulte más beneficiosa para los proveedores más grandes. Los que podrían detener la cadena de trabajo. Ya sabes, si ellos se niegan a surtir a nuestros grandes hoteles, empezaría a volverse un caos.
Arnie me mira muy sorprendido.
―¿Por qué no me lo habías informado?
―Lo iba a hacer si no llegaba a un acuerdo con Baxter.
―¿Negociaste con él?
―Lo intenté, pero parece mantenerse en su postura. La razón por la que no te ha llegado esa información a tu escritorio por otras fuentes es porque intentan utilizarme y le dije que no se los voy a permitir.
―Lousiana, esto no es algo que debas negociar tú sola.
―Es mi área, por supuesto que puedo, además iba a apoyarme en Allan para eso.
―¿Allan?
―Sí, tu madre quiere que se enfrente a esa mujer. Pensé que estaba flipando, pero quizás ella está más implicada en todo esto de lo que pensaba y él es el único que puede detenerla junto con los delirios de tu tío.
―¿Mamá dijo eso? ―pregunta bastante incrédulo.
―Sí, Arnie.
―¿E ibas a aceptarlo? ―me cuestiona.
Medito en que llegué a pensar que sí, pero luego reflexiono en sí ella solo buscaba razones para que ellos se juntaran y yo tuviera motivos de sobra para divorciarme.
―Sí ―contesto.
Arnie se lleva las manos a la cabeza, peinándose el cabello algo desordenado. Estoy segura de que apenas y les dio tiempo de asearse.