Míster problemático

Capítulo 68

Es lo que he pensado luego de lo que dijo Arnie de que la respuesta está en Allan, y creo que es algo relativo, porque todo esto está ligado a algo de origen. Roland pasa la mayor parte del tiempo en la oficina de su casa, así que no dudo que lo encuentre allí. Dudo mucho que no sepa lo que le ocurre a su hijo y se podría decir que su falta de presencia es solo por las rencillas que aún se guardan.

Se dice que ello se debe a que él se haya marchado de su lado y no haya aceptado nada de lo que le había ofrecido; sin embargo, son padre e hijo y eso solo se ve como una tontería. Paso por casa antes de dirigirme allá y solo es para ponerme ropa más cómoda y preparar algunas cosas para volver después a la clínica.

Envío un mensaje a mi secretaria para que cancele toda mi agenda y reprograme todo para mañana.

―Siento mucho lo que le ha ocurrido a su esposo, señora Woods ―me dice cuando voy a colgarle.

―¿Quién informó sobre ello? ―le pregunto.

―El comunicado lo enviaron desde la dirección del señor Amadeus. Lamentando lo que había ocurrido con su sobrino.

―Está bien, gracias ―digo y cuelgo, pensando que no me extraña que tío e hijo estén aprovechándose de esto.

Al sacar el auto de nuevo, alguien se atraviesa y yo me pego un susto porque tengo que frenar con rapidez.

―¡Qué diantres! ―mascullo y luego me sobresalto cuando tocan el vidrio de la ventana. Miro con espanto a la persona que está al otro lado.

―Tranquila, no soy un fantasma ―dice Albert, levantándose la capucha un poco para descubrir su cara.

Le abro la puerta y sube a mi auto.

―¿Qué haces aquí como si fueras un delincuente? ―le increpo, aunque no sería ilógico si su hermano se encuentra en un estado crítico.

Lo otro es que ande escondiéndose.

―Seguro que no te alegra verme ―comenta haciendo que resople con disgusto.

―Me da igual, asumo que te dignaste a aparecerte por lo que le ocurrió a Allan.

―Si, me enteré, pero no vas a ir a verlo, ¿verdad? ―cuestiona.

Achico la mirada.

―¿Por qué estás de vuelta?

―Para ayudarlos, así que vamos, seguro que vas a casa de papá.

Le miro con cautela, porque a nadie le mencioné que iba hacia allí.

―¿Qué es lo que quieres, Albert?

―Ya te lo dije, así que anda. Será más fácil entrar a esa casa si voy contigo.

―¿Temes que tu padre te mate después de lo que hiciste?

―¿Sigues resentida conmigo? Pensé que me habías olvidado con mi hermanito.

―Ni al caso.

Albert se ríe, recordándome esa actitud arrogante y bonachón que siempre solía tener.

―Eso de la italiana no es del todo cierto, ¿verdad? ―le cuestiono cuando empiezo a conducir.

―Podría decirse que la mitad ―aduce.

―¿Por qué no me cuentas la otra?

―Los dos tenemos claro que fuimos comprometidos como parte de un plan familiar, y a pesar de todo lo ejecutábamos a la perfección, y para que lo sepas no iba a romper el compromiso solo por eso.

―¿Y cuál es el verdadero motivo?

―Tú y Allan solo asumen la consecuencia de lo que yo me negué a hacer ―responde―, ahora vamos, seguro que mi padre puede explicártelo mejor.

A estas alturas no dudo que mis padres estén detrás de todo esto. Llegamos a la casa de mis suegros y, como el tonto de Albert no quiere que nadie sepa que anda por aquí, usa la entrada auxiliar de servicio que solía usar para escaparse.

―Te veo dentro ―me dice luego de desaparecer.

El ama de llaves me recibe y, antes de que me diga que el señor Woods no está disponible, voy directo hasta las escaleras. Ella se interpone; sin embargo, no trata de detenerme.

―Yo la llevaré.

―Pensé que me lo negaría.

―¿Sabe qué vendría aquí?

―La señora Woods me dijo que la dejara pasar si lo hacía ―me dice y, lejos de guiarme hasta la oficina de Roland, me guía hacia el jardín trasero.

Allí está el cenador, el lugar favorito de Anabella, y allí se encuentra Roland hablando con Alanna, aunque no parecen hablar de manera amigable. Ambos me ven llegar y ella se pone en pie. Ella luce ofuscada cuando camina hacia mí.

―Espero que lo convenzas de la estupidez que está cometiendo ―me dice, cuando pensé que me reclamaría por estar allí y no al lado de Allan.

No se detiene y se va.

―Pensé que era una tontería venir aquí, pero ya veo que fue lo correcto elegir esta dirección en vez de ir a reclamarle a mi padre ―digo y Roland endurece su expresión.

―¿No creo que vengas a reclamarme el que no haya ido a verlo?

―No, vengo a que me diga la verdad y por qué deja que mis padres lleguen demasiado lejos con este asunto.

―Tu padre tiene tanta autonomía como yo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.