Capítulo 34

Lily.

No recuerdo la última vez que celebré la Navidad. 

Roberto no era profuso de las tradiciones, pero incluso él sabía que era un día especial. Importante. Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, nos compraba comida china o pizza y dejaba que viéramos películas hasta tarde. Al menos en eso no me excluyó. 

Claro, los regalos siempre fueron para Nicole, pero realmente no me importaba mucho. Dejé de ser una niña muy pronto, y mi gusto por los juguetes desapareció rápidamente. 

Al ir creciendo Roberto cambió la dinámica. En lugar de una noche tranquila en casa con nosotras, solía llevar a Nicole a cenar a algún restaurante caro, solo ellos dos.  

Yo ya trabajaba, así que esos días me quedaba a hacer los turnos que nadie quería. Era solitario, pero no doloroso. 

Esta es la primera vez en mucho tiempo que realmente estoy participando en ello. 

―Deja de hacer tonterías y ayúdame ―Kat le ordena a su hermana, Lucy, quien le saca la lengua y le sonríe con suficiencia. 

―Tú puedes sola, Katie ―responde―. ¿No es eso lo que siempre dices? 

Kat pone los ojos en blanco. Una cosa peligrosa considerando que está montada en el escalón más alto de una inestable escalera que sujeto con fuerza. 

Eleva sus brazos por encima de su cabeza, colgando un adorno plateado en las copas más altas del árbol que llevamos decorando por casi una hora. 

Hace unos días, cuándo me preguntó dónde pasaría la Navidad, le dije que probablemente en casa o ayudando en alguno de los bares de Mauro. Ella se echó a reír y me dijo que si no iba a su casa a pasarla con ella y su familia, tendría que acostumbrarme al silencio en el trabajo. 

Sé que es mentira, pero decidí tomarle la palabra y pasarla bien, aunque fuera solo un rato. 

La audiencia está cada vez más cerca, y honestamente, no tengo ganas de preocuparme pensando en ello. 

Le paso otro adorno, este dorado y tan cursi que me causa arcadas. Nunca lo admitiría, pero es evidente que le encanta la Navidad. Y si el suéter rojo granate con unos horribles renos medio deformes en el pecho no lo demuestra, entonces no sé qué significa. 

Una media hora después, Kat por fin se baja de la escalera y contempla su obra con una sonrisa satisfecha. 

―Bonito, ¿eh? 

Asiento, siendo sincera―. Mucho. 

―Adoro estas fechas ―dice, sorprendiéndome un poco al ver que su guardia baja lo suficiente para confesármelo.  

―Ah ―suspiro―. No me digas. 

Me da un codazo juguetón al escuchar mi sarcasmo. 

―Sé que no tengo a la familia perfecta ―dice, echándole una mirada a su madre, cuyas manos están hundidas en una cubeta llena de masa de galletas en la cocina apenas visible desde donde estamos paradas―. Sé que estamos muy lejos de serlo ―continua―. Pero estoy agradecida con lo que tengo. Por roto que esté. 

Arrugo la nariz―. Estas fiestas sí que te caen con fuerza ―bromeo. 

Kat se ríe, pero incluso cuando la risa le llega a los ojos, noto la compasión que hay ahí. 

―¿Sabes? ―murmura, cuando finalmente se ha calmado―. A pesar de lo que creas, pienso que la tuya también está rota, quizá mucho más que la mía ―se hunde en mis ojos, de repente fríos y vacíos―. Mucho peor, seguramente, pero está ahí, debajo de todo eso. 

Le sonrío, solo un poco―. No, Kat ―niego, suavemente―. Tuve una familia, hace mucho, mucho tiempo, pero se rompió hasta el punto que las piezas ya nunca embonaron bien de nuevo. Nada puede unirlas ya. Y para mí ya se desvanecieron en aire. 

Tal vez ella nunca entendió la verdadera profundidad de lo que viví. Quizá, no se había dado cuenta de cuan sola estuve toda mi vida. Hasta ahora. 

―¿Qué hay de Nicole? 

El nombre me hace brincar. 

―Ella es todo que tengo ―respondo―. Todo lo que siempre he tenido, pero ahora… tal vez es momento de dejarla ir también. 

Kat niega, viéndose tan sorprendida como yo me siento al ser tan honesta. 

―Ella recuperará el juicio ―asegura―. No lo dudes, Lily. 

Pero lo dudo. Vi sus ojos, llenos de un amor contaminado, pero al fin y al cabo, amor. Incluso si es venenoso, sé que está aferrada a él con todo lo que es.