Mujer de alas.

Capítulo 10

Nicole.

El verano ya ha empezado, y normalmente me encontraría disfrutando de él con Julia y Fernando. Pero no es así. Cada día me es más difícil levantarme de la cama, comer y tratar de volver a lo que mi vida era antes de que todo se fuera a la basura.

Cada noche sueño con ello. Con la forma en la que la sangre me bañó el rostro. Con la cara de Lily, pálida y demacrada. Y el pánico.

Nuestra casa sigue clausurada, y aunque no fuera así, yo no quiero regresar nunca. Si mi hermana estuviera conmigo no me importaría, pero no hay forma en la que quiera enfrentarme a esa casa llena de recuerdos horribles sin ella.

Lily estaba ocupada todo el tiempo, y aunque antes no pasábamos mucho tiempo juntas aun así la extraño como no he extrañado a nadie en mi vida. Hace dos semanas Natalia me llevó a visitarla a la cárcel para mujeres, pero cuando estábamos a punto de cruzar las rejas, ni ella ni yo tuvimos las agallas para entrar.

No pudimos hacerlo. Me aterraba saber cómo estaba llevando las cosas allí dentro, pero sobre todo, me dio pavor descubrir que finalmente ella estaba tocando fondo. No quise ver que tal vez ella por fin se había dado cuenta de que yo había arruinado su vida.

Ojalá Lily me odiara tanto como yo me odio a mí misma. Pero sé que eso nunca podría ser verdad. A pesar de que yo arruiné cada plan que ella había hecho, sé que ella no me culpa. Y eso lo hace aún más duro de lo que ya es.

Natalia y su esposo me hicieron contarles lo que había pasado desde que papá se fue. Fernando y sus hermanos también estaban allí, y cuando les dije las cosas horribles que Roberto le hacía a mi hermana se pusieron hechos una furia.

Ellos me preguntaron porque Lily no les había dicho nada. Porque se había aguantado en silencio poniéndose a sí misma en peligro.

—Nunca le habrían creído —dije, y ellos se pusieron rígidos en sus sillas—. Ella lo sabía. Y ya no podía arriesgarse a enfadar más a Roberto si se enteraba.

—Pude haber hecho algo para ayudarla —Mauro habló, y no había compasión en voz—. Esa idiota inconsciente, creyendo que podía sola con todo esto.

—¡No te atrevas a insultarla! —grité, furiosa—. Nunca nadie la ha apoyado, ¿qué esperabas? ¿Qué fuera corriendo a contarte todo sabiendo que no le creerías ni una palabra? Ella está acostumbrada a hacer las cosas sola, porque nunca ha conocido otra forma de hacerlas. No confiaba en nadie, ni siquiera en mí. Ella no me dijo a dónde nos íbamos a ir porque sabía lo sentimental que soy y que se lo diría a mis amigos.

Ellos se quedaron callados, sumidos en un silencio culpable y pesado.

—Fue culpa mía que él nos descubriera —confesé, porque no podía vivir sabiendo lo que yo había provocado—. Roberto encontró la carta que había dejado para Fer y Julia. No podía desaparecer sin decirles lo mucho que sentía irme así, sin despedirme ni decirles nada. Mi hermana me dijo que no lo hiciera, ella me lo advirtió y yo no le hice caso —mi cara debió reflejar lo devastada que me sentía, porque ellos se apresuraron a tomarme la mano con fuerza—. Ella siempre me protegió y así es como le pagué —los ojos se me llenaron de lágrimas—. Enviándola a la cárcel.

—Esto no es tu culpa —Natalia intervino obligándome a mirarla a los ojos—. ¿Me escuchas? No es tu culpa, ni de Lily. Ustedes nunca debieron encontrarse en esa situación.

—Pero lo hicimos.

—Lo sé y lo siento —Natalia respondió con la voz estrangulada—. No sabes cuánto siento no haber escuchado. No haber cuidado de ustedes. Si tu madre estuviera viva no podría ni mirarla a la cara.

—Si estuviera viva le diría lo mucho que la odio —dije, regresando de repente a lo que Roberto nos dijo aquel día—. Ella… ¿qué cosa hacía con Roberto?

Natalia me contempló con espanto, pero más allá de apretar la boca no mostró ningún otro signo de disgusto—. No digas eso —ordenó, y no había nada más que amabilidad en su tono—. Las cosas no fueron así.

—¿Y cómo fueron entonces? Porque no lo entiendo, Roberto le dijo a Lily que ella había sido la culpable de que mamá ya no quisiera estar con él. Él dijo…

—Eso está en el pasado —Natalia quiso zanjar el tema de golpe—. Ya no importa.

Negué furiosa con la cabeza—. La única razón por la cual Roberto nunca me golpeaba era porque yo le recordaba a mamá, y él se ensañó con Lily porque ella le recordaba a nuestro padre. No digas que no importa, porque eso fue lo único que hizo que él la tratara como basura.



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En el texto hay: romance, drama, ficcion

Editado: 03.01.2021

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