El ascenso de Anya a la presidencia de Neo-Veridia había traído consigo una ola de iniciativas que, para muchos, eran refrescantes y visionarias. Los "espacios de expresión creativa" florecían en cada distrito, y los "programas de bienestar emocional" para los administradores de hogar comenzaban a generar conversaciones antes impensables. Sin embargo, no todos estaban listos para abrazar esta nueva era. Bajo la superficie de la eficiencia pulcra de Neo-Veridia, una corriente de descontento comenzaba a agitarse.
La primera señal de alarma llegó durante una sesión del Consejo de Liderazgo, cuando la Directora de Recursos Energéticos, una mujer de temple férreo y devoción absoluta a la optimización, cuestionó públicamente la asignación presupuestaria para los "jardines de reflexión" que Anya había propuesto. "Presidenta Anya", espetó con una voz que cortaba el aire, "mientras nuestros sistemas de energía requieren actualizaciones constantes y la eficiencia hídrica demanda nuestra atención plena, desviar recursos a meros 'espacios de contemplación' me parece una frivolidad, una desviación de nuestra misión fundamental".
Anya, con su característica calma, había respondido: "Directora, la eficiencia del espíritu es tan vital como la de nuestros recursos. Un administrador de hogar o una líder con un espíritu nutrido es, en última instancia, más productivo e innovador". Pero la semilla de la duda ya había sido plantada en algunas mentes.
Entre los administradores de hogar, la resistencia también se manifestaba. No todos veían con buenos ojos los programas de bienestar. Para hombres como Elías, el administrador del hogar de la Jefa de Bioingeniería, o Marcus, el de la Directora de Logística, quienes ya habían encontrado sus propios caminos para integrar la emoción en sus vidas, las iniciativas de Anya eran un reconocimiento bienvenido. Pero para otros, especialmente los de generaciones más antiguas o aquellos con una mentalidad más conservadora, estos programas eran una intrusión.
"¿Bienestar emocional?", murmuró un administrador llamado Corvus, de unos sesenta años, durante una reunión de coordinación de suministros. "Mi bienestar es tener un hogar impecable y que mi líder esté satisfecha. No necesito que me pregunten cómo me siento, necesito que no me distraigan de mis deberes". Corvus había servido a la misma líder durante décadas, y la idea de "explorar sus sentimientos" le parecía no solo innecesaria, sino incluso un signo de debilidad. Sentía que el nuevo enfoque de Anya estaba desdibujando los roles claramente definidos que habían asegurado la estabilidad de Neo-Veridia durante tanto tiempo.
La situación se volvió más tensa cuando algunas líderes comenzaron a sentir que la "valoración emocional" de los administradores estaba sutilmente erosionando su propia autoridad. La Directora de Seguridad Ciudadana, una mujer conocida por su pragmatismo implacable, expresó su inquietud: "Si ponemos demasiado énfasis en la 'sensibilidad' de nuestros administradores, ¿no corremos el riesgo de que olviden su propósito principal? ¿De que confundan la gestión emocional con la gestión del hogar?"
Liam, ahora un administrador de hogar respetado y eficaz, se encontraba en una posición delicada. Aunque él mismo prosperaba en un hogar donde el afecto y la comprensión eran tan importantes como la eficiencia, veía la creciente fricción. Intentó mediar en algunas conversaciones, explicando cómo la conexión profunda con su líder no solo no disminuía su eficiencia, sino que la potenciaba. "Cuando sientes un verdadero compromiso, no solo con la tarea, sino con la persona, la dedicación es aún mayor", les dijo a un grupo de administradores escépticos. Pero sus palabras a menudo eran recibidas con miradas de incredulidad o, peor aún, con una silenciosa desaprobación.
La crisis era una de valores. Para la vieja guardia, tanto líderes como administradores, la eficiencia, la lógica y la estructura rígida eran los pilares de Neo-Veridia. Para Anya y sus seguidores, la inclusión de la compasión y el amor no era una debilidad, sino una evolución necesaria, la verdadera clave para una sociedad sostenible y plena.
Kael, ahora un hombre de profunda sabiduría, observaba la tormenta que se gestaba. Había hablado con Anya en privado, recordándole la lentitud con la que las grandes ideas realmente calan.