La conversación con Elara había sido un punto de inflexión para Anya. La resistencia no era simplemente una cuestión de desacuerdo político, sino un profundo eco de un trauma ancestral. La "Gran Purga Emocional" no era una nota al pie de página en la historia de Neo-Veridia; era el cimiento sobre el cual se había construido la sociedad actual, una cicatriz colectiva que definía el miedo al caos y la necesidad de control absoluto.
Anya convocó a Liam y a Kael, quien, a pesar de su retiro, seguía siendo una fuente inestimable de sabiduría. La sala de reuniones, normalmente un espacio de eficiencia pulcra, ahora se sentía cargada con la magnitud de la tarea que tenían por delante.
"No podemos simplemente ignorar el miedo", dijo Anya, su voz resonando con una nueva determinación. "Necesitamos abordarlo de frente. Pero, ¿cómo se desarma un miedo que ha sido inculcado durante generaciones? ¿Cómo se reescribe una historia que ha sido borrada deliberadamente?"
Kael, con su mirada serena, tomó la palabra. "La historia no se borra, Anya. Se oculta. Y lo que se oculta, a menudo deja rastros. Los fundadores de Neo-Veridia, en su afán por crear un mundo de orden, no destruyeron toda la información del pasado. Simplemente la clasificaron, la archivaron, la hicieron inaccesible para la mayoría. Creían que al ignorar el pasado emocional, lo superarían".
Liam, con su mente analítica, asimiló la información. "Estás diciendo que hay archivos, registros, quizás incluso memorias culturales, que podrían revelar la verdadera historia de la 'Gran Purga Emocional' y, más importante aún, el mundo que existía antes de ella".
"Exactamente", asintió Kael. "Mi padre, uno de los primeros historiadores de Neo-Veridia, pasó años intentando acceder a esos archivos. Creía que la amnesia colectiva era más peligrosa que cualquier verdad. Pero la burocracia y la seguridad alrededor de esos datos eran impenetrables. Necesitarían una autorización de nivel presidencial para siquiera intentar buscar".
"Y yo tengo esa autorización", dijo Anya, una chispa de esperanza encendiéndose en sus ojos. "Pero, ¿dónde empezamos a buscar? ¿Qué estamos buscando exactamente?"
"No solo los horrores del pasado, Anya", explicó Kael. "También los momentos de belleza, de creatividad, de conexión profunda que existían antes de que las emociones fueran demonizadas. Necesitamos mostrar que la emoción no es inherentemente destructiva, que también es la fuente de todo lo que es valioso en la experiencia humana".
Liam propuso una estrategia. "Podríamos usar los 'espacios de expresión creativa' como puntos de entrada. Si encontramos artefactos, historias o incluso fragmentos de arte del pasado, podríamos presentarlos allí, no como lecciones de historia, sino como invitaciones a la reflexión. Dejar que la gente descubra por sí misma la riqueza de lo que se perdió".
Anya asintió. "Y si encontramos evidencia de cómo las emociones fueron malinterpretadas, cómo el miedo llevó a la represión, eso podría ayudar a desmantelar la narrativa actual. Necesitamos mostrar que la 'Gran Purga' no fue una solución, sino una huida".
La tarea era monumental. Implicaba no solo la búsqueda de información clasificada, sino también la delicada labor de presentarla de una manera que no provocara pánico ni resentimiento, sino comprensión y sanación. Sabían que algunos, como la Directora de Seguridad Ciudadana y Corvus, verían esto como una traición a los principios fundacionales de Neo-Veridia.
Anya pasó las siguientes semanas inmersa en los archivos presidenciales, un laberinto digital de información cifrada y protocolos de seguridad. Con la ayuda de Liam, que tenía una habilidad innata para descifrar sistemas complejos, comenzaron a desenterrar fragmentos de un pasado olvidado.
Lo que encontraron fue más impactante de lo que habían imaginado. No solo había registros de los conflictos que llevaron a la "Purga", sino también diarios personales, grabaciones de audio y visuales, obras de arte y literatura de la época anterior. Eran ecos de un mundo vibrante, lleno de amor y dolor, de alegría y tristeza, de una complejidad humana que Neo-Veridia había intentado erradicar.
En un archivo particularmente encriptado, Anya encontró una serie de grabaciones de un filósofo y psicólogo de la era pre-Neo-Veridia. Su voz, aunque distorsionada por el tiempo, hablaba de la interconexión de las emociones, de cómo la supresión de una llevaba a la distorsión de otras. Hablaba de la necesidad de equilibrio, no de erradicación.
"La emoción no es el enemigo", decía la voz. "Es el lenguaje del alma. Si silenciamos ese lenguaje, nos volvemos sordos a nuestra propia humanidad".
Anya sintió una profunda conexión con esas palabras. Era la validación que necesitaba. La verdad no era solo que las emociones no eran peligrosas, sino que eran esenciales. La "Gran Purga Emocional" no había salvado a la humanidad; la había empobrecido.
La revelación de esta memoria olvidada no sería fácil. Pero Anya sabía que era el único camino para que Neo-Veridia pudiera realmente avanzar, para que sus habitantes pudieran finalmente abrazar la plenitud de su propia existencia. La verdadera crisis no era la resistencia actual, sino la amnesia colectiva que la había alimentado. Y Anya estaba decidida a ser quien recordara a Neo-Veridia quiénes eran realmente.