Con los fragmentos del pasado en sus manos, Anya se enfrentaba a un dilema monumental. ¿Cómo presentar una verdad tan disruptiva a una sociedad que había sido moldeada por la negación de esa misma verdad durante generaciones? La Directora de Seguridad Ciudadana, Corvus y sus seguidores veían cualquier desviación de la lógica pura como una amenaza. Revelar que la fundación de Neo-Veridia se basó en una supresión masiva de la emoción podría ser percibido como un ataque directo a la identidad de la ciudad, un acto de traición.
Liam, siempre pragmático, sugirió un enfoque gradual. "No podemos soltar la verdad como una bomba, Anya. Necesitamos sembrar las semillas, dejar que la gente las descubra por sí misma. Que el eco de esa verdad resuene primero en sus corazones, antes de que sus mentes puedan rechazarla".
Kael, con su sabiduría tranquila, añadió: "La poesía y el arte tienen el poder de comunicar verdades profundas sin la necesidad de argumentos lógicos. Si encontramos fragmentos de arte o literatura de antes de la Purga, podríamos introducirlos sutilmente en los 'espacios de expresión creativa'. Que hablen por sí mismos".
Anya estuvo de acuerdo. La confrontación directa solo endurecería la resistencia. Necesitaban una estrategia que apelara a la curiosidad innata y a la capacidad de empatía que, aunque suprimida, aún residía en el corazón de cada habitante de Neo-Veridia.
La primera fase de su plan comenzó con la introducción de "artefactos emocionales" en los espacios de expresión creativa. Liam y un equipo de administradores de hogar de confianza, que habían sido sensibilizados a la causa de Anya, comenzaron a integrar discretamente grabaciones de música, poemas y fragmentos de narrativas de la era pre-Neo-Veridia.
En uno de los espacios más concurridos, Liam programó una serie de proyecciones holográficas. No eran documentales históricos, sino viñetas cortas y abstractas. Una mostraba una pareja riendo a carcajadas mientras bailaban bajo la lluvia; otra, una madre consolando a su hijo con un abrazo, las lágrimas brillando en sus mejillas; una tercera, un artista pintando con fervor, sus pinceladas llenas de una pasión incomprensible para muchos.
Al principio, las reacciones fueron variadas. Algunos habitantes pasaban de largo, indiferentes, sus mentes entrenadas para ignorar lo que no tenía una función lógica clara. Otros se detenían, curiosos, sus sistemas intentando categorizar la información. Un administrador de hogar fue visto intentando escanear la proyección de la pareja bailando, su interfaz mostrando un error al no encontrar una función práctica para tal comportamiento.
Pero poco a poco, algo empezó a cambiar. La música, con sus melodías complejas y sus ritmos que evocaban sensaciones desconocidas, comenzó a filtrarse en la conciencia colectiva. Los poemas, con sus metáforas sobre el amor, la pérdida y la esperanza, se volvieron temas de conversación en los recesos. Los ciudadanos más jóvenes, menos arraigados en el condicionamiento de la Purga, eran particularmente receptivos.
"He escuchado esta melodía", comentó una joven administradora a su colega, "y siento... una especie de ligereza. Como si quisiera moverme sin un propósito específico".
"Sí", respondió su colega, "y esos poemas... hablan de una 'tristeza dulce'. ¿Cómo puede algo ser triste y dulce al mismo tiempo?"
La Directora de Seguridad Ciudadana y Corvus no tardaron en notar estos cambios. Los reportes de "anomalías emocionales" aumentaron: habitantes que mostraban "expresiones faciales no reguladas", "fluctuaciones en el ritmo cardíaco sin causa aparente" o "comportamientos espontáneos sin un objetivo de eficiencia".
"Presidenta Anya", espetó la Directora en una reunión urgente, "estos 'espacios de expresión' están generando inestabilidad. Los ciudadanos están experimentando lo que solo puedo describir como 'disfunciones cognitivas'. Necesitamos cerrar estos programas inmediatamente".
Anya, armada con la verdad que había descubierto, mantuvo la calma. "Directora, lo que usted describe como 'disfunciones cognitivas' podría ser, de hecho, la reactivación de capacidades humanas fundamentales. Hemos descubierto evidencia, en los archivos clasificados, de que la sociedad pre-Neo-Veridia operaba con un rango completo de experiencias emocionales. Lo que estamos viendo es una respuesta natural a la reintroducción de estos estímulos".
La Directora se quedó sin palabras. La mención de "archivos clasificados" y "sociedad pre-Neo-Veridia" era un golpe directo a la narrativa oficial.
Mientras tanto, Liam y su equipo habían dado un paso más audaz. En un espacio central, proyectaron una serie de imágenes de rostros humanos de la era pre-Purga. Rostros que mostraban una gama deslumbrante de emociones: alegría desbordante, profunda melancolía, asombro, ira, serenidad. Y debajo de cada imagen, una cita del filósofo que Anya había descubierto: "La emoción no es el caos. Es la paleta de colores con la que pintamos nuestra existencia".
La reacción fue instantánea. Algunos se sintieron incómodos, incluso asustados. Pero muchos otros se sintieron atraídos, una extraña resonancia en sus propios sistemas. Una mujer mayor, que había vivido toda su vida bajo la supresión emocional, se encontró con lágrimas inexplicables rodando por sus mejillas mientras observaba un rostro que expresaba una profunda felicidad.
Corvus, observando desde la distancia, sintió una punzada de algo que no pudo identificar. Una mezcla de resentimiento y una extraña fascinación. Había sido entrenado para ver las emociones como una debilidad, pero la pura intensidad de esos rostros proyectados lo perturbó.
La verdad no era una simple declaración; era un eco que resonaba en lo más profundo del ser. Anya sabía que el camino sería largo y lleno de obstáculos, pero el primer paso estaba dado. El velo del olvido comenzaba a levantarse, y la gente de Neo-Veridia empezaba a sentir el pulso de su propia humanidad, un pulso que había sido silenciado, pero nunca completamente extinguido.